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Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos, y con ello me refiero a la muerte de mis seres queridos. ¿Te parece lúgubre, quizá incluso morboso?
El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la #Palabra.
Porque la característica esencial de lo que llamamos locura es la soledad, pero una soledad monumental.
La pena aguda es una enajenación. Te callas y te encierras.
Pero cómo, ¿no voy a verlo más? ¿Ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni dentro de un año? Es una realidad inconcebible que la mente rechaza: no verlo nunca más es un mal chiste, una idea ridícula.
(pero no te recuperas nunca, ése es el error: uno no se recupera, uno se reinventa).
El arte es una herida hecha luz, decía Georges Braque. Necesitamos esa luz, no sólo los que escribimos o pintamos o componemos música, sino también los que leemos y vemos cuadros y escuchamos un concierto. Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable. Lo expresó muy bien Fernando Pessoa: «La literatura, como el arte en general, es la demostración de que la vida no basta.»
#HonrarALosPadres, pues: qué tremendo mandato, qué obligación subterránea y a menudo inconsciente, qué trampa del destino.
Con el tiempo, las mujeres aprendimos que ser como los hombres no era precisamente lo más deseable. Y, en vez de una Patti Smith, las chicas de hoy tienen una Lady Gaga, que se viste de hombre, de mujer o de filete de ternera, según le viene en gana. Mucho más libre.
Y así, sin modelos en los que mirarse y contra la corriente general, es muy difícil seguir adelante, aunque tengas una vocación, aunque estés convencida de tu valía, porque todo el entorno te está repitiendo una y otra vez que eres una intrusa, que no vales lo suficiente, que no tienes el derecho de estar ahí, junto a los varones. Que eres una #Mutante, fracasada como mujer y un engendro como hombre.
Las mujeres padecemos el maldito síndrome de la redención.
«El problema de las parejas es que las mujeres se casan pensando que ellos van a cambiar y los hombres se casan pensando que ellas no van a cambiar.»
Los cuentos para niños, tan sabios, lo dicen claramente: nos pasamos la vida besando ranas convencidas de que podemos transmutarlas en apuestos príncipes.
el amor consiste en encontrar a alguien con quien compartir tus rarezas.
No hay nada ridículo en la #Intimidad, no hay nada escatológico ni repudiable en ese lento fuego doméstico de sudor y de fiebre, de mocos y estornudos, de pedos y ronquidos.
Por ejemplo: yo detesto las coles y me pellizco los pellejos de los dedos hasta hacerme sangre. Estas nimiedades, y muchísimas más, son exactamente lo que soy.
Puro terrorismo emocional.
Hay gente que, en su pena, se construye una especie de nido en el duelo y se queda a vivir ahí dentro para siempre.
tragedia: la vida fluía, tan normal, y, de pronto, el abismo.
La #Culpa imperdonable de estar viva y él no (aunque, con su muerte, el ser querido se lleve una buena parte de nosotros, un puñado de años y recuerdos, una porción de carne).
Cuando uno se libera del espejismo de la propia importancia, todo da menos miedo.
Para vivir tenemos que narrarnos; somos un producto de nuestra imaginación. Nuestra memoria en realidad es un invento, un cuento que vamos reescribiendo cada día (lo que recuerdo hoy de mi infancia no es lo que recordaba hace veinte años); lo que quiere decir que nuestra identidad también es ficcional, puesto que se basa en la memoria.
Era ese momento de la alta madrugada en el que la noche está a punto de rendirse al día y hay un tiempo que parece estar fuera del tiempo.
Existe un dios de los novelistas. O una diosa.
Una belleza trémula, como una vieja mariposa batiendo lentamente unas alas que se deshacen.
podía perderte. Si hubiera sido consciente, te habría querido no más, pero mejor. Te habría dicho muchas más veces que te amaba. Habría discutido menos por tonterías. Me habría reído más. Y hasta me habría esforzado por aprenderme el nombre de todos los árboles y por reconocer todas las hojitas. Ya está. Ya lo he hecho. Ya lo he dicho. En efecto, consuela.
es raro esto del duelo. Sobre todo, supongo, en los duelos extemporáneos, en las muertes que no hubieran debido suceder todavía. Y es raro porque, aunque pase el tiempo, el dolor de la pérdida, cuando se pone a doler, te sigue pareciendo igual de intenso.
Pero yo siempre he necesitado utilizar la intermediación del cuento para poder expresar mis alegrías y mis penas. Los personajes de ficción son las marionetas del inconsciente.
La insatisfacción de los humanos, ese querer siempre algo más, algo mejor, algo distinto, es el origen de innumerables desdichas. Además, la #Felicidad es minimalista. Es sencilla y desnuda. Es una casi nada que lo es todo.

