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No todo es horrible en la muerte, aunque parezca mentira (me asombro al escucharme decir esto).
Como si esas desigualdades ya hubieran sido superadas por completo en el mundo contemporáneo. Pero Marie Curie sigue siendo la única mujer enterrada en el Panteón; y el Panteón aún se denomina, faltaría más, de Hombres Ilustres.
A mí me sucedió que tomé mi duelo como una enfermedad de la que había que curarse cuanto antes. Creo que es un error bastante común, porque en nuestra sociedad la muerte es vista como una anomalía y el duelo, como una patología: «Hablamos constantemente de muertes evitables, como si la muerte pudiera prevenirse, en vez de posponerse», dice la doctora Iona Heath en su libro Ayudar a morir.
En los primeros días, la gente te dice: «Llora, llora, es muy bueno», y es como si dijeran: «Ese absceso hay que rajarlo y apretarlo para que salga el pus.»
Porque se dice precisamente así: Fulano aún no se ha recuperado de la muerte de Mengana. Como si se tratara de una hepatitis (pero no te recuperas nunca, ése es el error: uno no se recupera, uno se reinventa).
En alguna novela he escrito que el amor consiste en encontrar a alguien con quien compartir tus rarezas.
Inmediatamente científicos de todo el mundo empezaron a investigar las aplicaciones médicas de su descubrimiento, como, por ejemplo, curar tumores cancerosos (hoy seguimos utilizando la radioterapia para lo mismo, aunque la fuente radiactiva ya no es el radio sino el cobalto),
Qué disociación y qué desgarro: todas tus células celebrando frenéticamente la existencia mientras tu cabeza se está ahogando de pena.
Cuando uno se libera del espejismo de la propia importancia, todo da menos miedo.
La pena es pura y es sagrada, le dijo una nonagenaria al escritor Paul Theroux, y es una frase que se me ha quedado grabada a fuego en la memoria. Cierto; la pena es pura y sagrada, y hasta en la muerte puede haber belleza, si sabemos vivirla.
Sí, hay que hacer algo con la muerte. Hay que hacer algo con los muertos. Hay que ponerles flores. Y hablarles. Y decir que les amas y siempre les has amado. Mejor decírselo en vivo; pero, si no, también puedes decírselo después.
Pero ya digo que la recuperación no existe: no es posible volver a ser quien eras. Existe la reinvención, y no es mala cosa. Con suerte, puede que consigas reinventarte mejor que antes. A fin de cuentas, ahora sabes más.
«Anemia aplásica perniciosa con rápido desarrollo febril. La médula ósea no reaccionó, probablemente porque había sido dañada por una larga acumulación de radiaciones.» Por fin el esplendoroso radio fue acusado en un documento oficial de ser el asesino de Madame Curie. Y con esta sencillez acabó todo. Salvo en las óperas y los melodramas, la muerte es un anticlímax.
