El desamor es tópico, ridículo, monumentalmente exagerado. Pero duele, ¡cómo duele! Parece mentira que el fin de un espejismo amoroso que tal vez sólo ha durado unas semanas pueda sumirte en semejante infierno. Ya se sabe que sufrir de mal de amores es como marearse en un barco: a la gente tu estado le parece divertido, pero tú te sientes morir.

