Las purgas en el Ejército Rojo habían sido de tal envergadura, que sus mejores generales murieron fusilados. El ataque alemán fue brutal: 153 divisiones, 600.000 vehículos, 3.580 tanques, 2.740 aviones, divididos en tres grupos participaron en la invasión. El jefe del Estado Mayor soviético, el mariscal Georgi Zhúkov, telefoneó a Stalin, que se encontraba en su dacha de Kuntsëvo, situada a 20 kilómetros de Moscú, para informarle de que las tropas alemanas habían traspasado la «raya» de la Polonia soviética. Stalin se quedó mudo, no podía creer lo que le decía Zhúkov.

