—Soy un soldado, Amelia, no un político. Aunque yo quiero hablarte de otra cosa, sé que no debo, pero voy a hacerlo. —Por favor, preferiría que… —Sí, lo correcto es no decirte esto, pero tengo que hacerlo. Me he enamorado de ti y te aseguro que he hecho lo imposible para que no sucediera. No quería marcharme sin decírtelo. —Yo creo que a mí me ha pasado lo mismo. Pero no estoy segura… Siento una gran confusión…

