—Si se permitieran pensar en Dios, no se dejarían degradar por agradables vicios. Tendrían una razón para llevar las cosas con paciencia y para ejecutarlas con valor. Yo lo he visto en los indios. —Estoy seguro de ello —dijo Mustafá Mond—. Pero nosotros no somos indios. Un hombre civilizado no tiene ninguna necesidad de soportar nada que sea realmente desagradable. Y en cuanto a hacer las cosas, ¡Ford lo libre de que tal idea le pase por la cabeza! Se trastornaría todo el orden social si los hombres se pusieran a hacer cosas por su cuenta y riesgo.