no sé cómo pudo ocurrir, pues hice siempre todos los ejercicios malthusianos que ya saben ustedes, por tiempos: uno, dos, tres, cuatro; lo juro; pero con todo, sucedió, y aquí no había en ningún sitio un Centro de Abortamiento. Entre paréntesis, ¿sigue aún en Chelsea el que había? —preguntó. Lenina hizo con la cabeza un signo afirmativo—. ¿Continúa iluminándose con reflectores los martes y los viernes? —Lenina afirmó de nuevo—. ¡Qué encantadora torre de cristal rosa!