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Mis necesidades son simples y escasas, pensó Valentine. Comida. Ropa. Un lugar cómodo para dormir. Y la ausencia de idiotas.
Un soltero es un incordio. Diez mil solteros hacen una guerra.
Jamás he olvidado que debo nuestra victoria, y esta segunda vida, a ti y a los otros niños que nos comandaron en la guerra. Una vez más, desde esta mi tumba, te doy las gracias. Con amor y respeto,
—Para mí lo tiene —dijo Ender—. Te deseo. Tú me deseabas a mí. Es bueno saberlo. He tenido mi primer beso. —No ha estado mal, ¿verdad? ¿No he estado fatal? —Expresémoslo de esta forma —dijo Ender—: No he descartado repetirlo. En el futuro.
Si el deseo no entorpeciese el cerebro, nunca nadie se casaría, se emborracharía ni engordaría.
No me juzgues hasta que no me comprendas. No puedes comprenderme si ya me has juzgado.
Incluso un dictador debe respetar la voluntad de los peones, porque sin su obediencia carece de poder.
La tarea del tirano no consiste en obligar, sino en convencer incluso a los reacios de que la obediencia es mejor para sus intereses que la resistencia.
—De corazón y mente, así como de piel y huesos
Somos todos mendigos ante el trono del destino. ¡Pero en ocasiones el destino se apiada de nosotros!