El cerebro del niño
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Read between July 9 - August 21, 2023
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Deja pasar las nubes de las emociones: enseña que los sentimientos vienen y se van Como hemos dicho repetidas veces en nuestro recorrido por este libro, es muy importante que los niños conozcan y entiendan sus sentimientos. Pero también es verdad que los sentimientos deben ser reconocidos por lo que son: circunstancias temporales, cambiantes. Son estados, no rasgos.
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Sin una visión de la mente para ver lo que pasa en todo su cerebro, se verán atrapados en imágenes en blanco y negro, como viejas reposiciones que vemos una y otra vez en la televisión. Cuando tienen a su disposición toda una gama de emociones, pueden experimentar una imagen vívida en tecnicolor que proporciona una vida emocional profunda y vibrante. Esto lo podemos enseñar, una vez más, durante nuestras interacciones cotidianas con nuestros hijos, y se puede empezar cuando ni siquiera han aprendido aún a hablar: «Ya sé que te sientes decepcionado porque no puedes comer caramelos». Luego, ...more
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Los pensamientos son distintos de las emociones, las sensaciones y las imágenes, en el sentido de que son la parte más representativa del cerebro izquierdo en el proceso de criba. Constituyen lo que pensamos, lo que nos decimos a nosotros mismos y la manera en que nos contamos la historia de nuestra propia vida por medio de palabras. Los niños pueden aprender a prestar atención a los pensamientos que les pasan por la cabeza y entender que no tienen que creérselos todos.
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Por ejemplo, una niña de once años puede mirarse en el espejo y decir: «Qué estupidez quemarme por el sol en el campamento. ¡Una verdadera estupidez!». Pero si sus padres le han enseñado a discutirse sus propios pensamientos negativos, puede dar un paso atrás y corregirse: «Venga, tampoco es tan estúpido. Es normal olvidarse de las cosas de vez en cuando. Hoy casi todos los niños se han quemado».
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La próxima vez que tengas unos minutos en el coche con tus hijos, juega a la criba, haciendo preguntas que contribuyan al proceso de criba. He aquí un ejemplo de cómo empezar: Tú: Voy a decir algo sobre lo que están expresando las sensaciones de mi cuerpo. Tengo hambre. ¿Y tú qué? ¿Qué cuenta tu cuerpo? Tu hijo: El cinturón de seguridad me rasca el cuello. Tú: Ah, ésa sí que es buena. Enseguida te lo arreglo. ¿Y qué me dices de las imágenes? ¿Qué imágenes pasan por tu cabeza? Estoy acordándome de esa escena graciosísima de la obra de teatro de tu cole y de cuando tú llevabas ese sombrero tan ...more
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Ahora veamos qué pasa cuando diriges la atención intencionadamente hacia otros aspectos en el aro. Detente unos segundos, deja tu mente en blanco y pregúntate lo siguiente: · ¿Qué ha dicho o hecho mi hijo últimamente que fuera adorable? · A pesar de que a veces es espantosamente difícil, ¿de verdad me gusta ser padre o madre y lo valoro? ¿Cómo me sentiría si no hubiera conseguido ser padre o madre? · ¿Cuál es la camiseta preferida de mi hijo en estos momentos? ¿Recuerdo su primer par de zapatos? · ¿Puedo imaginar cómo será mi hijo a los dieciocho años, con las maletas hechas y listo para ...more
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Ha sido gracias a la visión de la mente. Desde tu disco has visto aspectos en el aro de tu propia rueda de la conciencia y has tomado conciencia de lo que experimentabas. Luego has desplazado el centro de atención, dirigiéndolo hacia otros aspectos del aro, y por consiguiente ha cambiado tu estado de ánimo por completo. Ése es el poder de tu mente, y así es como puede transformar literal y fundamentalmente lo que sientes por tus hijos y tu manera de interactuar con ellos. Sin la visión de la mente, puedes quedarte atascado en tu aro, sintiéndote sobre todo frustrado o enfadado o resentido. En ...more
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Según los investigadores que estudian la personalidad humana, la timidez es en gran medida genética. De hecho forma parte de la composición básica de una persona cuando nace. Sin embargo, como en el caso de Ian, eso no implica que el grado de timidez no pueda alterarse de una manera significativa. Es más, la manera en que los padres manejan la timidez de un niño tiene un fuerte impacto en cómo el niño se enfrenta a ese aspecto de su personalidad, y también en el nivel de timidez que tendrá más adelante.
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El estado de reactividad del cerebro inferior no sabe qué hacer con muchas de las palabras del cerebro superior. A menudo, en los momentos de reactividad, las expresiones no verbales (como los abrazos y las expresiones faciales empáticas) son mucho más poderosas.
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mientras ayudamos a los niños a ser más receptivos a la unión con los demás, debemos tener en cuenta la importancia de mantener al mismo tiempo su identidad individual. Para una niña de diez años que hace todo lo que está a su alcance para encajar en una pandilla de niñas malas del colegio, es posible que el problema no sea su falta de receptividad para unirse a un «nosotros». Puede que, en su caso, lo preocupante sea todo lo contrario: ha perdido de vista su «yo» y, por lo tanto, sigue el juego a todo lo que ese grupo de bravuconas le ordena que haga.
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Para formar parte de un «nosotros» que funcione debidamente, una persona también debe seguir siendo un «yo» individual.
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la «paternidad lúdica» es una de las mejores maneras de preparar a nuestros hijos para las relaciones y de animarlos a conectar con los demás. Eso es porque estar con las personas con las que pasan la mayor parte del tiempo –estar con sus padres– les proporciona experiencias positivas.
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Pero también podemos ayudar a producir chorritos de dopamina que refuerzan deseos positivos y sanos, como el de gozar de las relaciones familiares. La dopamina es la sustancia química de la recompensa, y el juego y la diversión constituyen recompensas en nuestras vidas.
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Después de cenar, di: «Ahora llevad vuestros platos a la cocina, luego id a por una manta y venid al salón. ¡Esta noche comeremos polos en un fuerte!».
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Otra actividad familiar divertida que también fomenta la receptividad es los juegos de improvisación. El concepto básico es parecido a lo que hacen los cómicos improvisadores cuando el público les lanza propuestas y ellos deben coger las ideas soltadas al azar y combinarlas de maneras divertidas que tengan sentido. Si a tus hijos y a ti se os da bien el teatro, podéis hacer esta clase de improvisación juntos.
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Pero también hay versiones más sencillas de esta actividad. Uno de vosotros empieza una historia, y el siguiente tiene que añadir una segunda frase a la primera, y luego un tercero añade una más, y así sucesivamente. Esta clase de juegos y actividades no sólo mantiene el elemento de diversión con la familia en un nivel alto, sino que también permite a los niñ...
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busca maneras de conectar explícitamente lo que haces con el concepto de receptividad. La espontaneidad y la creatividad son aptitudes importantes,...
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Podemos sacar una caja de tizas para dibujar en la acera y pedirles que creen un monstruo loco. O prestarles la videocámara para que rueden una película. O proponerles que preparen en secreto un regalo sorpresa para los abuelos. Hagamos lo que hagamos –excursiones en bicicleta con toda la familia, juegos de mesa, galletas, confabularse contra mamá con las pistolas de agua, lo que sea–, hemos de buscar maneras de ayudar a nuestros hijos a divertirse juntos y reforzar los vínculos que los conectan.
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También podemos usar la diversión, e incluso las tonterías, para cambiar el estado de ánimo de nuestros hijos cuando se atascan en la ira o en una actitud desafiante.
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Conocemos la importancia de disculparse, y enseñamos a nuestros hijos a pedir perdón. Pero los niños también deben comprender que en ocasiones eso no es más que el principio. A veces deben dar ciertos pasos para reparar lo que han hecho mal.
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Demasiado a menudo olvidamos que «disciplina» en realidad significa «enseñanza», no «castigo».
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Pero la buena noticia –la noticia más que buena– es que si das un sentido a tus experiencias y entiendes la herida de tu padre, así como las limitaciones que tuvo para relacionarse, puedes romper el ciclo de transmisión del dolor. Puedes empezar a reflexionar acerca de esas experiencias y cómo te han afectado.
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Las investigaciones muestran que incluso los adultos que experimentaron infancias no precisamente óptimas pueden ejercer la paternidad de una manera igual de eficaz y educar a niños que se sientan igual de queridos y con vínculos igual de seguros que aquellos que han gozado de una vida familiar consecuente y afectuosa. Nunca es tarde para empezar a elaborar una narración de tu vida coherente, y al hacerlo, tus hijos cosecharán los frutos.
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Queremos que el siguiente concepto quede lo más claro posible: las primeras experiencias de la vida no están marcadas por el destino. Al dar sentido a nuestro pasado, podemos liberarnos de lo que, en caso contrario, podría ser un legado transgeneracional de dolor y vinculación insegura, y transmitir en lugar de eso un patrimonio de amor y afecto a los hijos.
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Nº 2: Ponle un nombre para domarlo: Cuando las intensas emociones del cerebro derecho están desbocadas, ayuda a tu hijo a contar la historia de lo que lo ha alterado. Al hacerlo, usará su cerebro izquierdo para dar sentido a su experiencia y sentirá que tiene un mayor control sobre sí mismo.
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