Por ejemplo, una niña de once años puede mirarse en el espejo y decir: «Qué estupidez quemarme por el sol en el campamento. ¡Una verdadera estupidez!». Pero si sus padres le han enseñado a discutirse sus propios pensamientos negativos, puede dar un paso atrás y corregirse: «Venga, tampoco es tan estúpido. Es normal olvidarse de las cosas de vez en cuando. Hoy casi todos los niños se han quemado».

