Las investigaciones muestran que incluso los adultos que experimentaron infancias no precisamente óptimas pueden ejercer la paternidad de una manera igual de eficaz y educar a niños que se sientan igual de queridos y con vínculos igual de seguros que aquellos que han gozado de una vida familiar consecuente y afectuosa. Nunca es tarde para empezar a elaborar una narración de tu vida coherente, y al hacerlo, tus hijos cosecharán los frutos.

