Tagore detestó todas y cada una de las escuelas a las que tuvo que asistir, y las abandonó apenas pudo. Lo que más le disgustaba era que obligaran a los alumnos a estudiar de memoria y los trataran como receptores pasivos de valores culturales heredados. En las novelas, los cuentos y las obras teatrales de este autor se detecta una obsesión con la necesidad de desafiar al pasado y de abrirse a un mundo de posibilidades. Su opinión sobre el aprendizaje por memorización se refleja en una alegoría que escribió sobre la educación tradicional, con el título de La escuela del papagayo.11 La alegoría
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