Pensar es un acto caótico. Al escribir domesticamos las ideas yendo de las causas a los efectos con ayuda de los conectores. Las cadenas de conectores se usan para no perder el hilo en los textos analíticos, en las opiniones y en los discursos. Pero no son tan necesarias. Por ejemplo, para encadenar los dos párrafos siguientes y evitar el conector paralelamente (que he puesto entre corchetes), escogemos una palabra al final de un párrafo y la repetimos en el siguiente.