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Mundo nuevo, viejo mundo: ¿en qué medida la imposibilidad de cumplir esta trayectoria en plenitud —del mito a la épica y de la épica a la tragedia— es inherente a las frustraciones de nuestra historia, en qué medida apenas un pálido reflejo de la decisión moderna, judeo-cristiana primero, pero burocrático-industrial en seguida, de exilar la tragedia, inaceptable para una visión de la perfectibilidad constante y la
el patrimonialismo
El cuadro administrativo del poder patrimonial, explica Weber, no está integrado por funcionarios sino por sirvientes del jefe que no sienten ninguna obligación objetiva hacia el puesto que ocupan, sino fidelidad personal hacia el jefe; no obediencia hacia el estatuto legal, sino hacia la persona del jefe, cuyas órdenes, por más caprichosas y arbitrarias que sean, son legítimas.
la América Española fue la colonia de una colonia posando como un Imperio.
¿cuál fue la tradición del imperio español sino un patrimonialismo desaforado, a escala gigantesca, en virtud del cual las riquezas dinásticas de España crecieron desorbitadamente, pero no la riqueza de los españoles? Si Inglaterra, como indican los Stein, eliminó todo lo que restringía el desarrollo económico (privilegios de clase, reales o corporativos; monopolios; prohibiciones), España lo multiplicó.
América fue el patrimonio personal del Rey de Castilla, como Comala de Pedro Páramo, el Guararí de los Ardavines y Limón, en Zacatecas, del cacique don Mónico. España no creció, creció el patrimonio real. Creció la aristocracia, creció la Iglesia y creció la burocracia al grado que en 1650 había 400 000 edictos relativos al nuevo mundo en vigor: Kafka con peluca.
La América Española debe aceptar lo que la modernidad europea juzga intolerable: el privilegio como norma, la Iglesia militante, el oropel insolente y el uso privado de los poderes y recursos públicos.
La minería pagó los costos administrativos del imperio pero también protagonizó el genocidio colonial, la muerte de la población que entre 1492 y 1550 descendió, en México y el Caribe, de 25 millones a un millón, y en las regiones andinas, entre 1530 y 1750, de seis millones a medio millón.
En medio de este desastre demográfico, la columna central del imperio, la mina, potenció la catástrofe, la castigó y la prolongó mediante una forma de esclavismo, el trabajo forzado, la mita,
de los únicos buenos!… —Porque no tuvieron tiempo de ser malos