M A U R O

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Cuando Margarida volvió a la masía regañó a Blanca como si no se hubiera ido. Le dijo, «¡Cochina, cochina!», y «¡Animal!», porque las mujeres y los niños habían vivido, dormido, meado y cagado en la cocina todo ese tiempo.
Te di ojos y miraste las tinieblas
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