Pero, como si fuera una mentirosa, como si fuera una engañosa y fueran falsos los ruegos y las súplicas, parió como un animal. De noche y en silencio. Cubierta de sudor, chorreando tanta sangre y suciedad que ni se veían. Y cuando se dieron cuenta las otras presas, todas rameras, alcahuetas y hechiceras, todas deformes y monstruosas de tanto hedor y tanta oscuridad y tantas maldades cometidas, todas asesinas de sus propios hijos y de sus propios padres y de sus maridos, la ayudaron.

