Y se hizo la luz en la sala. Como una bofetada. Era una luz sucia. Mentirosa. Amarilla. Un ultraje. La luz falsa se coló por debajo de la puerta y Margarida, que estaba sentada a oscuras al lado de Bernadeta, dando vueltas a los pulgares, pegó un bote en la silla como si la hubieran pinchado.

