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A mi esposa le encantaban los juegos, principalmente los juegos mentales, pero también los de verdad, los divertidos, y para nuestro aniversario siempre organizaba elaboradas cazas del tesoro en las que cada pista indicaba el escondite de la siguiente, y así sucesivas veces hasta llegar al final, que era mi regalo.
Su historia es absurda, pero no más absurda que la nuestra. Básicamente Amy está explotando la máxima más eficaz del sociópata.
Cuanto mayor la mentira, más fácil de creer.
la era del perdón ya pasó.
Tenía que ser yo quien la llevara allí. Era mi responsabilidad. Igual que Amy se otorgaba el crédito de haber sacado lo mejor de mí mismo, yo debía aceptar la responsabilidad por haber hecho florecer su locura.
Hombres capaces de mantenerla cuerda. La historia de Amy podría haber seguido un millón de caminos distintos, pero me conoció a mí y sucedieron cosas terribles. De modo que detenerla era mi responsabilidad.
¿Acaso no son eso todos los matrimonios, al fin y al cabo? ¿Simplemente un prolongado juego de «él dijo/ella dijo»? Bien, pues ella va a hablar y el mundo va a escuchar y Nick tendrá que sonreír y mostrarse de acuerdo.

