—Nuestras cicatrices nos definen —dijo la mujer en voz baja mientras acariciaba las tres líneas con la punta de un dedo—. Cuentan una historia de valor y supervivencia. Dicen quiénes somos en lo más hondo, narran los retos a los que nos hemos enfrentado y superado. —Le dio una palmadita en la mano y susurró—: No todas las cicatrices son tan visibles como esta. Me atrevería a decir que tienes más por dentro. Pero no te olvides de que cada cicatriz es hermosa. Y nunca, nunca deberías avergonzarte de ellas.