—Pasaré toda mi vida amándote, Jack Currer —prometió. Pasó la mano entre los barrotes para apoyarle la palma en el corazón y notó la costura que ella misma le había practicado en el centro del pecho. —Mi corazón te pertenece, Hazel Sinnett —dijo Jack—. Por siempre. Tanto si late como si no. —Tanto si late como si no —repitió ella.