Cómo mandar a la mierda de forma educada
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Read between June 25 - June 26, 2025
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En consecuencia, solemos callar lo que nos gustaría decir porque no encontramos una manera asertiva de hacerlo. Nos decimos «no tiene importancia» o «no quiero causar un conflicto» o «no me gustaría hacer enfadar a la otra persona», es decir, nos autorreprimimos.
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La felicidad no tiene nada que ver con el nivel económico, los estudios cursados, el lugar en el que vivimos o la comida que comemos. Lo que determina nuestra felicidad es la calidad de nuestras relaciones más cercanas.
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Lo esencial es invisible a los ojos. ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
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vivimos en una sociedad que da más importancia a la calidad de lo que compra que a la calidad de sus vínculos porque le da más valor a sus bienes materiales que a las personas de las que se rodea.
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Nuestra cultura judeocristiana es, como vemos, uno de los principales factores que nos ha obstaculizado a la hora de aprender a poner límites de forma asertiva y sin sentir culpa.
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Las personas que, además de a través de la cultura, han recibido este tipo de educación por parte de familiares y educadores, desde la infancia van forjando muy paulatinamente cuatro principales creencias limitantes y dañinas para sí mismas: 1. que el cómo se sientan los demás es más importante que cómo se sientan ellas mismas; 2. que pensar en su propio bienestar las convierte en personas malas y egoístas; 3. que negarse a lo que otros les piden las convierte en no merecedoras de ser amadas, y 4. que el amor real es incondicional.