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Necesitamos poder decir «tú manda en tu vida, que en la mía mando yo» sin ningún tipo de culpa ni remordimiento, sino como regla básica de respeto hacia el otro y hacia uno mismo.
Para poder aceptar sanamente las críticas, hay dos elementos clave: criterio propio y autoconfianza.
Esta técnica consiste en reconocer con serenidad la posibilidad de que haya algo o mucho de cierto en lo que nos dicen, pero sin ceder a cambiar nuestra conducta u opinión
Una primera estrategia sencilla es simplemente mostrarnos serios ante el comentario: no reírse con la broma y mantener contacto ocular con la persona.
Una cosa es empatizar con alguien y otra bien diferente, eximirle de la responsabilidad de sus acciones.
Todos somos responsables de nuestros actos, de trabajar en aquellos aspectos que se nos atraviesan y de pedir ayuda profesional si es necesario,
Asumir nuestro pasado y trabajar en las heridas emocionales que nos haya causado, sin cargar a otros por ello, forma parte de nuestras responsabilidades como personas adultas.
Haciendo que justifique su respuesta y abriendo debate
Evidenciando su manipulación
Defendiendo nuestro comportamiento y poniendo fin a la conversación
Cuando somos capaces de comprender que podemos querer mucho a alguien, pero ser incompatible con esa persona, empezamos a aceptar que distanciarse es la mejor forma de quererla y de querernos.
Darnos amor significa cuidarnos, respetarnos y protegernos de todo mal, y eso implica muchas veces enviar a la mierda.
A la mierda las apariencias, a la mierda el «qué dirán», a la mierda la diplomacia, a la mierda la vergüenza, a la mierda la cobardía, a la mierda los chantajes, a la mierda las expectativas de los demás, a la mierda la discreción, a la mierda los buenos modales, a la mierda las imposiciones, a la mierda la manipulación, a la mierda la sutileza y a la mierda con la gente de mierda. A la mierda, sí, a la mierda.