Nadie te enseña cómo pensar, actuar y moverte cuando la decepción, las malas noticias, los errores y el desastre inevitablemente atacan. Todos los consejos llegan como una inundación cuando ya estamos noqueados sobre la lona. Lo cual quiere decir que depende de ti cultivar tu propia estrategia y tener la disciplina para ponerla en práctica.