No me daba cuenta de que el sargento Jack no era ningún Trunnis. Era mi señor Miyagi. No en el sentido de que cada tarea viniera acompañada con aprendizajes específicos, ni de que esos aprendizajes después se manifestaran en habilidades que consiguieran la victoria de un torneo de karate. Él nunca me dijo la frase, “Te estoy enseñando cómo ser un joven responsable”. Sin embargo, aprendí de él valiosas lecciones de vida.