Por estas razones, cuando aparece un joven que no va a deber su fama a la fácil y bastarda literatura de un articulón, sino al cultivo de las letras en todos sus ramos legítimos, nos congratulamos vivamente; y la sociedad, acostumbrada ya al zumbido odioso del moscardón político, recibe con menos estrépito, pero con íntimo gozo, al que viene a compensarle ciertos desengaños.