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Desde la época de la colonia, en América Latina ha habido una alianza cómplice entre literatura y política,
El Arcano de la Filantropía, dirigida por Antonio Nariño en Santafé de Bogotá, en un lugar que bautizaron como El Santuario. De esas tertulias nacieron aguerridos combatientes, como el mismo Nariño, o a ellas llegaron poetas que habían sido obligados a combatir desde su adolescencia, como Jorge Isaacs.
Dos hombres que habían transitado ya por la política y las armas y se habían decidido por las letras participaron a fines del siglo XIX en el grupo El Mosaico, dirigido por José María Vergara y Vergara: Eugenio Díaz Castro y Jorge Isaacs.
De Jorge Isaacs (1837-1895) escribió Jorge Luis Borges el 7 de mayo de 1937, en la revista El Hogar, el artículo titulado “Vindicación de María de Jorge Isaacs”, en el que afirmaba que el escritor colombiano fue “un hombre que tal vez no rehúsa, pero que tampoco exige la definición de ‘romántico’. Un hombre, en suma, que no se lleva mal con la realidad. Su obra –he aquí lo capital– confirma ese fallo”.
Mientras en Bogotá se reunían prosistas –como Díaz Castro e Isaacs– con poetas –como José Asunción Silva–, la tertulia El Casino Literario servía en Medellín de abono para otro gran escritor colombiano: Tomás Carrasquilla quien, tutelado por José Félix Restrepo, cuestionó que las obras hasta entonces publicadas fueran auténticamente colombianas, en la medida en que partían de modelos y estereotipos europeos y no nacionales, por lo que Carrasquilla se vio obligado a comprometerse ante sus contertulios a escribir la que algunos críticos consideran la primera novela nacional, Frutos de mi tierra
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La novela María (1867) transcurre en la hacienda El Paraíso, en Cerrito, sureño departamento del Valle del Cauca, donde vivió Jorge Isaacs, nacido en el seno del matrimonio entre el acaudalado súbdito inglés George Henry Isaacs, quien debió abjurar del judaísmo para casarse con la colombiana Manuela Ferrer Scarpetta, de ascendencia catalana.
Jorge pasó su adolescencia, hasta cuando debió enrolarse en el ejército, a los 16 años de edad. Dos años después contrajo matrimonio con Felisa González Umaña, de 14, coetáneos de María y Efraín, los protagonistas de la tragedia.
es la esclavitud, precisamente, uno de los cinco grandes temas que aborda Jorge Isaacs en María. Los otros son la lealtad, el paisaje, el amor y la muerte. En torno al primero, el autor expresa su rechazo a esta práctica inhumana, muy común en las haciendas cañeras del Valle del Cauca.
El amor –idealizado e incluso presentado como un arquetipo– es tema obligado en una novela catalogada desde su publicación como romántica. Eros (dios griego del amor) se opone a Thanatos (la muerte), pero tienen, según Sigmund Freud, una pugna indisoluble. Y no cabe duda de que en María esa pugna es permanente, y se expresa de manera simbólica con la recurrente aparición de una alegórica ave negra.
Tomás Carrasquilla se comprometió a escribir una obra netamente colombiana, que se opusiera a aquellas con influencia extranjera, en especial de Europa. Tal vez eso motivó a que 55 años después de la aparición de María publicara Ligia Cruz (1922), una parodia no menos dramática que la primera.
María es quizás la primera novela que desde Colombia se proyecta al exterior, y les abona el terreno a decenas de escritores que, como Eugenio Díaz Castro, José Eustasio Rivera, Tomás Carrasquilla, Héctor Rojas Herazo, Alba Lucía Ángel, Gabriel García Márquez, Germán Espinosa, Manuel Zapata Olivella, Luis Fayad, Laura Restrepo, Héctor Abad Faciolince, Juan Gabriel Vásquez y muchos más, escogieron el camino de las letras y no de la política o, al menos, no el de la guerra.
Por estas razones, cuando aparece un joven que no va a deber su fama a la fácil y bastarda literatura de un articulón, sino al cultivo de las letras en todos sus ramos legítimos, nos congratulamos vivamente; y la sociedad, acostumbrada ya al zumbido odioso del moscardón político, recibe con menos estrépito, pero con íntimo gozo, al que viene a compensarle ciertos desengaños.
En este caso está especialmente el autor de María. Hace cuatro años que era completamente desconocido; hace tres que se presentó en Bogotá con un volumen de versos que fueron recibidos con raro entusiasmo; y hace pocos días que ha dado un nuevo volumen en prosa, conteniendo una novela bien elaborada, bien escrita, bien sentida. Regalos como este no se hacen todos los días a la sociedad; y el regalo es doble, y doblemente precioso, porque si el libro vale mucho, el autor vale más.
La larga y sangrienta guerra del Cauca, desde 1860 hasta 1863, acabó la obra comenzada por la desgracia, y los hijos de Isaacs, huérfanos hoy de padre y madre, han tenido que buscar otros hogares y decir adiós al que fue el asilo de su infancia.
Disputándose en él las que son propias de las tres razas de que desciende: era su padre inglés de nacimiento, pero de raza judía; el amor lo inclinó a la religión de Jesucristo y le dio otra patria, la nuestra, donde se estableció casándose con la hija de un capitán español. Así es que Jorge tiene en su apostura y en sus arranques, en sus ideas y en su pluma, reminiscencias hebráicas, españolas e inglesas. No es un tipo: es un original.
De la misma manera su autor es un ser indefinible; en poesía no es un Quintana, ni un Byron, ni un David; sino un David inglés hablando en castellano.
María es la narración de los amores de dos jóvenes, rodeados de muchas personas, viviendo en una misma casa y profundamente enamorados. Por lo tanto, la pintura de su amor es más fecunda, más interesante, pero más delicada por más peligrosa. Y sin embargo es tan casta, que así como los dos amantes no se dijeron una sola palabra que no pudieran oir sus padres, así en el libro no hay una página que no pueda leer una madre de familia.
María hará largos viajes por el mundo, no solo en las valijas del correo, sino en las manos de la mujeres, que son las que popularizan los libros bellos. Las mujeres la han recibido con emoción profunda, han llorado sobre sus páginas, y el llanto de la mujer es verdaderamente el laurel de la gloria.
es de advertir que el autor de las poesías que se imprimieron hace dos años y de María, es también autor dramático, y tiene escritos cuatro dramas que han sido juzgados muy favorablemente por las personas que los han leído.
dejan vaticinar una carrera llena y... desgraciada tal vez, porque no hay ejemplo de que los hombres de genio hayan vivido felices. El privilegio de conmover los corazones se compra muy caro: el precio del propio corazón.
He aquí, caros amigos míos, la historia de la adolescencia de aquel a quien tanto amásteis y que ya no existe. Mucho tiempo os he hecho esperar estas páginas. Después de escritas me han parecido pálidas e indignas de ser ofrecidas como un testimonio de mi gratitud y de mi afecto. Vosotros no ignoráis las palabras que pronunció aquella noche terrible, al poner en mis manos el libro de sus recuerdos: “Lo que ahí falta tú lo sabes; podrás leer hasta lo que mis lágrimas han borrado”. ¡Dulce y triste misión! Leedlas, pues, y si suspendéis la lectura para llorar, ese llanto me probará que la he
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