F. Maradei's Blog: Cuentos maradei, page 9

August 28, 2020

08. El Bosque de Xhube (El Colibrí de Plata)

Por A. Maradei
Golpeó con fuerza su puño sobre la mesa donde se encontraban sentadas. La madera crujió y el jarrón que estaba en el centro se tambaleó amenazando con caerse. Maimará lo detuvo con la mano para que dejara de bailar y miró a su amiga fijamente. Siempre que estaba alterada tenía que manifestarlo destruyendo lo que tenía enfrente de ella.Xhube se puso de pie, estaba molesta y salió del lugar dejándola sola. Ella se levantó para seguirla porque sentía que debía apoyarla. No era una persona dinámica, más bien su carácter era reflexivo y de corazón noble. Tal vez, esa era la razón par la cual ella era su única amiga.­            – No deberías molestarte tanto, tu sigues siendo la mejor – le dijo cuando la alcanzó.Xhube no le contestó, caminaba con paso acelerado en dirección del bosque. Era allí donde siempre desahogaba su mal humor cuando las cosas no salían como ella las quería.Maimará sabía que no era una persona fácil de llevar, pero sus familias eran muy unidas. Aunque habían crecido juntas, eran totalmente diferentes tanto física como mentalmente; su amiga era esbelta, bella y excelente para cualquier cosa que se propusiera. Podía tener el mundo en sus manos si así lo quisiera, pero no tenía amigos a causa de su temperamento. En cambio, ella no se consideraba hermosa y de seguro no era delgada, pero se llevaba bien con todos, conocía muchísimas personas y era la mejor cuando se trataba de lazar una flecha con un arco.Sentada en la sombra al abrigo de un árbol, contempla cómo Xhube sacaba a los demonios que llevaba por dentro golpeando con fuerza un tronco. Su estado de histeria era debido a que no la habían elegido para ser guardián del Sol. Cuando por fin se calmó y Maimará estuvo segura de que la ira había cesado, se acercó.– Siento mucho que no hubiera salido como lo querías – le dijo y la abrazó.– Gracias, pero … – le respondió y miró al cielo. – Solo Xué sabe lo mucho que significaba ese puesto para mí. Llevo entrenando más de un año y ahora resulta que no soy lo suficientemente buena.– Sabes que si lo eres.– ¿Entonces, por qué no me escogieron?Maimará se encogió de hombros, cualquier cosa que dijera podía ser un motivo para desatar nuevamente su ira. Así que prefirió callar.
Cuando la luz del día comenzó a dejarlas, se acercó nuevamente.– Debemos irnos, está oscureciendo – mencionó al escuchar el ulular de un búho que las miraba desde una rama.– Déjalo que venga, él tal vez si me quiera – respondió Xhube mirando hacia la profundidad del bosque, no se refería al ave y la expresión de su rostro cambió. Ahora había ansiedad y sus ojos brillaban.Su amiga la tomó de la mano y la jaló con fuerza para que se alejaran de allí. Se decía que el bosque estaba maldito y todos sabían que no era buena idea estar en él cuando la noche llegaba.– Solo son cuentos para asustar a los niños – le dijo a Maimará entre susurros y se dejó llevar sin oponer resistencia.Aunque en el fondo, sabía que Xhube podía tener razón, no quería ser ella quien lo demostrara.Después de aquella noche, su amiga se obsesionó tanto con pertenecer a los guardianes del Sol, que comenzaron a distanciarse. Siempre estaba ocupada y con el tiempo dejaron de verse todos los días. Los rumores en el pueblo decían que la veían rondar por el bosque en las horas del día y solo regresaba pasada la medianoche. Así que Maimará se preocupó, trató de buscarla para hablar con ella, pero todo fue en vano y nunca lo consiguió.Así, los meses transcurrieron sin parar y las dos amigas se separaron. 
Esa mañana, Maimará se había despertado temprano para salir a cazar. Buscó durante varias horas la mejor presa para llevar. Encontrar al mejor animal era una tarea seria, para su pueblo el equilibrio del bosque era una cuestión imperante.Caminaba con paso lento y pausado, siempre evitando hacer ruido para no perturbar la vida en el lugar. Ella sabía que allí era una intrusa y su sola presencia afectaba la vida de las demás criaturas. El sol avanzaba a través de la bóveda celeste, dibujando sombras en la medida en que recorría cada uno de los rincones de la arboleda.Comenzó a preocuparse, el sol se marchaba y pronto sería la hora de regresar, pero aún no encontraba lo que estaba buscando. Así que decidió esperar un poco más hasta que la oportunidad apareció. Un venado de cola blanca pastaba a pocos metros. Por el tamaño de sus cuernos se podía decir que era un macho adulto.Maimará sacó su arco y apuntó. Respiraba lentamente manteniendo sus ojos fijos en su presa, una gota de sudor se deslizó de forma perezosa por su nariz, pero ella se mantuvo estática. La claridad se estaba perdiendo, pero los últimos rayos de luz eran suficientes para atinar sin fallar. Todo lo tenía bajo control y cuando estaba a punto de disparar, algo apareció entre la maleza y atacó primero.El horror de lo que estaba viendo la congeló por unos segundos, un ser oscuro que llevaba una daga en su mano había arremetido sobre el venado. Ella seguía con su mirada lo que estaba ocurriendo, había sido como una ráfaga de imágenes que pasaron por su mente mostrando la forma brutal del ataque. Ahora, se encontraba de cuclillas utilizando el filo de su arma para abrirlo y sacar el corazón. 
Maimará no había dejado de apuntar y su arco aún estaba tenso listo para despedir a toda carrera una de sus flechas, fue en ese momento en que la criatura giró su cabeza para mirarla y luego se irguió.– ¿Vas a matarme?No era capaz de responder, ni siquiera de pensar, solo podía mirarla. Enfrente tenía una mujer de cabello blanco como la plata, tan largo que caía más allá de su cintura. Sus ojos negros eran grandes como los de una muñeca y destellaban con un ligero tono rojizo. Era una mujer extraordinariamente bella, tan hermosa que parecía surreal, nada podía ser tan perfecto.– ¿No me reconoces Maimará?Su voz también era extraña, parecía que silbaba mientras pronunciaba cada una de las palabras. El chiflido que salía de la boca era doloroso, pero al mismo tiempo embriagante, hipnotizador. Ella la observaba detalladamente, pero era imposible saber de quién se trataba.La figura comenzó a reírse mientras sostenía con sus manos el corazón del venado, la sangre se escurría por entre los dedos y caía en finos hilos hasta el suelo, fue cuando la reconoció.– ¿Cómo es posible? – pronunció en un suspiro.– Ahora protejo a la Luna, Chía es mi diosa – respondió, pero al ver la cara de asombro de Maimará, sonrió con malicia. – Lo he encontrado … lo que se esconde en el bosque y me ha dado mucho poder.– ¿Brujería?Aquello pareció molestarla. Dibujó una línea fina en su rostro, no era una sonrisa y mucho menos felicidad. Apretó la boca y retiró su cara para dejar de mirarla. Guardó la daga untada de sangre en uno de los bolsillos de su túnica negra y comenzó a marcharse.– ¡Espera!Pero Xhube no se detuvo. Maimará impotente, observaba como su amiga se marchaba mientras una neblina negra la cubría. Los matorrales se cerraban en la medida en que ella los atravesaba hasta que la engulleron completamente.Fue la última vez que la vio. Nunca más se supo qué había pasado con Xhube. Las historias de lo sucedido se transmitieron de persona en persona, de pueblo en pueblo. Se decía que su poder era tan grande que podía convertirse en lechuza y ver en la oscuridad. Su belleza se convirtió en una leyenda, la utilizaba para seducir a los hombres y someterlos, luego los llevaba al interior de la tierra donde permanecería por toda la eternidad.


Copyright © 2020 Fernanda Maradei. Todos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Cuento relacionado con el libro EL COLIBRÍ DE PLATA


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Published on August 28, 2020 14:41

August 21, 2020

07. La Esmeralda Roja (El Colibrí de Plata)

Por A. Maradei
– ¿Qué haces? estás apagando la lámpara.– Lo siento es que no puedo dejar de temblar.– Dame eso – le dijo Iska arrebatándole el farol de aceite que llevaba en las manos. – ¿No sé para qué viniste si sabías que era peligroso?– No tienes opción, somos un equipo.Iska puso sus ojos en blanco y se giró para seguir avanzando a través de la isla. Lipak era su hermano menor, su mejor amigo y por tanto su cómplice en todas sus travesuras. Aunque a veces le costaba reconocerlo, la verdad era que lo necesitaba, de no ser por él habría tenido más accidentes que aventuras. Su hermano era como el hilo de una cometa, era su polo a tierra.Habían desembarcado en una de las islas del gran lago, el lugar donde se escondía Guahaioke; el gran dragón negro que dominaba la oscuridad. Aunque solo podía verse de noche, el monstruo se había convertido en una leyenda. Las aguas estaban encantadas y ningún mortal se atrevía a navegarlas en la oscuridad. Pero los hermanos no se consideraban del montón, ellos eran los hijos del gran guerrero Ataw, el vencedor de mil guerras.Su padre tenía el honor de ser el hermano de uno de los ayudantes de los sacerdotes del templo del Sol, donde el gran Mohan hablaba directamente con el Cacique. Pese a que nunca habían podido relacionarse con su tío, o con uno de los sacerdotes del templo y menos aún con el Cacique, Iska y Lipak se consideraban mejores que los demás y por eso estaban allí. Querían demostrarle al pueblo que el dragón no existía y que solo eran cuentos para asustar a los más pequeños. Era común escuchar historias sobre niños menores de doce años que desaparecían cerca del lago y la creencia popular culpaba al dragón, aunque nadie tuviera prueba de ello.Avanzaban en la oscuridad por entre la vegetación de la isla, pisando con cuidado para no hacer ruido y manteniéndose alerta con las macanas en las manos por si escuchaban cualquier cosa. No al dragón, claro que no, porque no existía, pero sí podía haber otros animales salvajes. Desde la orilla habían vislumbrado una pequeña colina en el fondo, así que era allí donde se dirigían con paso lento.– ¡Cuidado! – dijo Iska tratando de mantener un tono bajo de voz y ambos se tumbaron al suelo, una lechuza pasó volando, rozando sus cabezas. Los había atacado con sus garras abiertas como si ellos fueran una simple presa, un ratón.– Creo que ya demostramos que no hay nada aquí – susurró Lipak mientras se colocaba de pie quitándose la tierra que reposaba en sus rodillas – ¿no te parece? – dijo y tomó su macana del suelo. Aquella arma de guerra; una maza corta que en el extremo podía tener decoraciones filosas.Su hermano mayor miraba en dirección de la playa mientras apretaba la boca.– Ya recorrimos varios kilómetros y no hemos visto sino un búho – contestó Iska.– Ni siquiera hemos visto animales terrestres.– Exacto, tienes razón – se convencía. – Como siempre lo he dicho, aquí no hay nada.El rugido de un animal en dirección de la colina hizo que movieran con brusquedad la lámpara y ésta se apagó haciendo que la oscuridad los engullera inmediatamente. No supieron quién fue el primero en salir corriendo, pero los dos descendían como liebres en medio de la arboleda, saltando y esquivando cualquier obstáculo que entre la penumbra pudiera atravesarse. Solo les faltaban un par de arbustos para llegar a la orilla y cuando lo lograron, Iska se quedó estático mirando en dirección de la playa. Lipak llegó detrás de él y lo tumbó al tratar de esquivarlo. Ambos cayeron en la arena dando vueltas.El bramido que salía de un inmenso hocico hizo que se levantaran como resortes del suelo y sin quedarse a mirar de qué se trataba, echaron a volar internándose entre la vegetación. Corrían como almas que lleva el diablo sin rumbo fijo y en la completa oscuridad.– POR AQUÍ – gritó Lipak que entre temblores miraba a su hermano con los ojos desorbitados por el miedo que en ese momento estaba sintiendo.Entraron a través de una grieta angosta que encontraron, con certeza aquella criatura no los seguiría por allí. Por varios minutos caminaron con la respiración agitada entre las paredes de las rocas. Era tan estrecho el pasadizo, que por momentos parecía que la montaña los quería estrangular y tanto la lámpara como las macanas que aún llevaban en las manos, les estorbaban. Salieron a un espacio más abierto, donde la negrura era total y mientras avanzaban comenzaron a escuchar como se quebraba algo que se encontraba en el suelo. Iska con sus manos temblorosas, encendió la lámpara.– ¡Es cierto! – exclamó Lipak retrocediendo para evitar seguir pisando los miles de huesos que se encontraban esparcidos por doquier.– ¡Quédate quieto! – lo regañó su hermano y puso su dedo en la boca para indicarle que hicieran silencio.La tímida luz de la lámpara era suficiente para detallar dónde se encontraban. El techo de la cueva era tan bajo, que con solo levantar las manos podían tocarlo. Había dos salidas, la grieta por donde habían llegado y una abertura mucho más grande enfrente de ellos. Iska avanzó hasta la entrada.– ¡Detente! – exclamó su hermano menor con un hilito de voz quebrado por el terror que sentía en esos momentos. – ¿Qué pretendes hacer?– Explorar – contestó con una mirada maliciosa en su rostro. – ¿Vienes?Pero no dejó que Lipak contestara y se internó en el pasadizo llevándose la luz con él. Un minuto después sintió los pasos de su cómplice y sonrió para sí mismo. En la medida en que avanzaban, la cueva comenzaba a ser menos oscura, así que después de varios metros la lámpara dejó de ser útil y la apagaron. Frente a ellos había una gran cueva con una bóveda como techo desde donde se podía ver la luna llena.– Este debe ser el lugar donde se esconde – dijo Iska emocionado.– Listo, ya lo vimos … ¿podemos irnos antes de que llegue y nos devore? – Lipak no se había alejado de la entrada. Estaba tan asustado que no solo temblaba, respiraba de forma entrecortada y hablaba como si estuviera llorando.Cuando su hermano mayor se giró para contestarle y de paso tratar de calmarlo, le pareció vislumbrar algo a lo lejos y se detuvo expectante, hipnotizado mirando entre las sombras, detallando cada piedra, cada esquina de aquel lugar.– ¿Los escuchas?Lipak lo conocía tan bien que intuyó en sus gestos lo que estaba pensando. Su actitud temeraria a veces llegaba a exasperarlo, como en esos momentos.– Ni lo pienses – le dijo cogiéndolo con fuerza de la mano.– No podemos dejarlos allí, hay que sacarlos.Se soltó tirando con un movimiento brusco y comenzó a descender en dirección de los gritos de los niños que levantaban sus brazos para que los dos jóvenes los pudieran ver. Lipak suspiró, pero siguió a su hermano mayor, adentrándose poco a poco en la guarida de Guahaioke. Casi habían llegado cuando sintieron ingresar al dragón, sus pisadas hacían temblar toda la cueva. Los jóvenes se ocultaron rápidamente entre las sombras con los pequeños detrás de ellos.Iska trataba de encontrar una salida, pero la bestia bloqueaba el trayecto por el que habían llegado. El dragón rugió buscando su cena y comenzó a olisquear el aire. Tenía una cabeza amplia con cachos, se apoyaba en cuatro patas y no tenía alas porque era un animal acuático regido por Chía la diosa de la Luna. Era negro como la oscuridad, pero los destellos de luz que llegaba de la parte superior de la bóveda hacían brillar sus escamas, con tonos rojizos que se intensificaban cerca de su cuello. Mientras el dragón se movía con desespero, los jóvenes junto con los pequeños se mantenían estáticos, tan quietos como podían, rezando porque el animal no los encontrara, pero lejos de eso, el hocico halló el rastro y dirigió su enorme cabeza hacia ellos. Iska inmediatamente levantó su macana.– Yo lo distraeré y tú, sácalos de aquí.Lipak quiso contradecirlo, su hermano ya se abalanzaba sobre la bestia haciendo todo el ruido que le era posible para que se alejara de los demás, y lo consiguió. Así que, mientras Iska se escurría como una hormiga para evitar ser aplastado por las garras del dragón, el hermano menor subía la cuesta con los pequeños para lograr escapar por donde habían entrado.Amanecía cuando salieron de la roca, pero no se detuvieron. Corrían sin mirar atrás, escuchando los rugidos que salían de la colina y retumbaban por toda la isla. No había tiempo para descansar, solo para huir y evitar ser devorados por aquel demonio. Los niños junto con Lipak subieron en el bote listos para partir, pero él no se atrevía a hacerlo. Sus ojos estaban clavados en la colina que apenas se vislumbraba en el horizonte, deseando que ocurriera un milagro y viera a su hermano aparecer entre la vegetación.Un quejido de dolor que venía de la cueva detuvo su corazón y la esperanza se perdió completamente. Así que, mirando al mayor de los niños le entregó la pala y la responsabilidad de llegar a tierra sanos y salvos. Él regresaría por su hermano, no lo dejaría morir solo, pero cuando iba a poner uno de sus pies en la arena para poder descender, vio una figura que corría a trompicones hacia ellos.– ¡VAMONOS! – gritó con desesperó y de un brinco se subió arrebatándole los remos al pequeño.La embarcación avanzaba rápidamente porque Iska no dejaba de impulsarla con sus potentes brazos. Nunca dejó de mirar en dirección de la isla y solo hasta que la noche se despidió completamente, se pudo relajar. Todos en el pueblo sabían que el Sol lastimaba a Guahaioke.Cuando Iska cedió el remo al mayor de los niños, Lipak se dio cuenta que su hermano mayor estaba herido y corrió a socorrerlo. Tenía varias escamas rojizas del dragón incrustadas en su dorso derecho.– No te preocupes es solo un rasguño – le había dicho Iska, su expresión había cambiado y ya no había pánico en ella, ahora sus ojos brillaban de emoción. – ¡Ha sido una de mis mejores aventuras!Ahora, después de años de lo ocurrido, Lipak recordaba aquella historia en el entierro de su hermano. Después de esa noche, ellos habían sido elevados a la categoría de héroes y reverenciados por todos los habitantes. Su hermano había llegado a ser uno de los mejores guerreros del pueblo y él, un poco menos intrépido, se había convertido en Mohan al servicio de su Cacique. Ahora junto a la tumba, sostenía con su mano derecha la macana de Iska, decorada en su cabeza con una extraña piedra que fue llamada la esmeralda roja, su filo fue temido por los enemigos del imperio, capaz de cortar hasta el más duro de los metales. Sin embargo, su escudo construido con el resto de las escamas reposaba junto con él. Aquellos objetos eran las únicas pruebas de que Guahaioke, el monstruo del lago realmente existía.


Copyright © 2020 Fernanda Maradei. Todos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Cuento relacionado con el libro EL COLIBRÍ DE PLATA

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Published on August 21, 2020 15:37

August 15, 2020

06. Shayna y La Estirpe Oscura (Plumas de Cuervo)


Por A. Maradei
Cayó sobre el piso levantando una estela de polvo. El caballo que montaba huía abandonándola en medio de la confrontación. Estaban en uno de los pueblos del sur, aldeas con pequeñas casas donde vivía gente humilde. Detuvo con su espada el ataque del mismo hombre que la había tumbado antes. Su contrincante arremetía con fuerza y podía escucharse el sonido del metal cuando las dos armas se encontraban. La joven de unos quince años, pateó con fuerza directamente a su rodilla y el hombre se quejó de dolor, soltando la espada para tomar con sus manos el lugar donde había sido golpeado. Zua se colocó de pie inmediatamente para atacar, pero el gemido de unas vocecitas llamaron su atención. Un grupo de pequeños se empujaban, arrinconados sobre una pared que sostenía milagrosamente el techo que ardía en llamas. Corrió hasta allá mientras se defendía de los ataques. Los pobladores trataban de impedir que se acercara, pero era imposible.– ¡DETENTE! ­– le gritó una chica de piel morena que sostenía una pequeña daga en sus manos.Temblaba y Zua se dio cuenta, así que sin prestar atención a la amenaza que tenía enfrente de ella, avanzó pasando por su lado. La chica levantó su pequeño puñal para atacar, pero la guerrera con un movimiento que parecía un juego de niños la desarmó.– No estás ayudando, solo estorbas ­– le soltó Zua de forma severa con una mirada clavada en los ojos café oscuros de la joven.– No permitiré que les hagas daño ­– sentenció Zhayna aún temblando.Sabía que no tenía ninguna forma de vencerla. Ella era solo una pueblerina sin contacto con la guerra, en cambio la joven intrusa que tenía enfrente, aunque parecía tener la misma edad, demostraba ser una guerrera adiestrada para pelear.Zua no la escuchaba y avanzó hacia los pequeños que se escondían como ratones asustados.            – Por aquí ­– les dijo con voz suave. ­–¡Síganme! Los sacaré de este infierno ­– y tomó la mano de la más pequeña consiguiendo que los demás, en su afán de protegerla comenzaran a seguirla. Rápidamente los llevó al bosque, internándose en él con la joven morena siguiéndole el paso.– Ahora sácalos de aquí, desde este momento quedas a cargo y eres responsable de que sobrevivan – su expresión ahora era serena y sin esperar réplica alguna, se retiró para internarse nuevamente en la batalla.____
– ¿Quién es ella? – preguntó Zhayna a uno de los compañeros que tenía al lado.Después del ataque que su pueblo había sufrido, muchos de los jóvenes habían sido secuestrados por la Estirpe Oscura y llevados al Bosque Sombrío para ser entrenados como guerreros. A ella por desgracia, la habían capturado y ahora se encontraba en ese lugar con diez más de sus amigos de infancia. Los habían marcado con hierro y ahora en su antebrazo derecho lucía la marca de los cuervos.– Dicen que es capitán, se llama Zua y parece que es una de las guerreras de mayor confianza del líder – contestó.Zhayna la observaba, la joven caminaba entre los demás con una expresión seria y muchos se retiraban para cederle el paso. A ella le pareció ver a otra persona muy diferente a la que había salvado a los niños hacía unos días.– Pues lo que tiene de temida lo tiene de hermosa – dijo otro que estaba un poco más retirado.Zhayna siguió mirándola, era cierto, la chica tenía un cabello color avellana, de facciones suaves, piel trigueña y cuerpo esbelto, pero su actitud era seria y al parecer no hablaba con nadie. Sintió pena por ella, percibía que había mucha soledad a su alrededor.Durante los siguientes días, la joven siguió a la capitán insistentemente. Había notado que a diferencia de los nuevos reclutas como ella, Zua podía salir del campamento. A veces duraba varias días por fuera y generalmente cuando regresaba se dirigía inmediatamente al comandante Odoultsa, el líder de allí. Un hombre alto de contextura gruesa y corpulenta que tenía la cara manchada por el sol. Sus ojos eran negros sin pupilas, propios de los devotos de las tierras del norte.Esa mañana las nubes negras que acompañaban constantemente al Bosque Sombrío, oscurecían aún más el cielo. Zhayna salió del cuarto que debía compartir con otros diez guerreros porque había mucha algarabía, así que se acercó con curiosidad para ver de qué se trataba. Era una chica delgada y de baja estatura, así que se escabulló por entre sus compañeros para observar en primera fila lo que ocurría.Una cría de un animal que nunca había visto, gemía asustado como un chiquillo acorralado. La criatura tenía dos grandes colmillos en el frente y su cuerpo estaba cubierto de un pelo duro y áspero que lo hacía ver desprolijio. El comandante ya había llegado y se dirigió a los cuervos que habían traído al animal.– ¿Por qué hay un Ugal en mi campamento? – dijo con voz gruesa y Zahyna pudo ver una bruma oscura que aparecía en sus manos sutilmente. Se decía que los comandantes como él estaban poseídos por la Sombra que habitaba en el norte y la obedecían ciegamente.Mientras el joven le contestaba a su comandante, Zhayna se dio cuenta que Zua estaba mirando a la criatura, su cara había cambiado y ahora se parecía más a la guerrera que conoció en su pueblo, el día del ataque.– Zua – dijo de repente Odoultsa sorprendiéndola, quien cambió la expresión de su rostro y alzó la vista, ahora miraba de forma inexpresiva. – Mátalo.La joven lo miró sin responder y se mordió el labio. Luego como si algo la hubiera hecho reaccionar, desenfundó su espada y se acercó a la criatura indefensa. El corte había sido limpio, como lo haría un experto cazador para evitar que su presa sufriera, pero nadie se dio cuenta de eso, solo Zhayna que conocía el arte de la caza.– Termina con los demás y acaba también con la madre, no quiero animales aquí – le ordenó aquel hombre con soberbia y se retiró del lugar.Zua enfundó su espada después de limpiarla y luego partió.____
La guerrera contemplaba la entrada de la cueva donde se suponía estarían las criaturas que debía eliminar.  Shayna la observaba entre la vegetación, la había seguido desde el campamento sin que nadie se hubiera dado cuenta.Zua entró y unos minutos después Shayna. La encontró junto a la cría que aún quedaba en el lugar. No había rastros de la madre, así que la levantó del suelo y la cargó entre sus brazos.– ¿Por qué me sigues? – hablaba con un tono neutral y solo después de terminar de formular su pregunta, se giró para observarla. – llevas días haciéndolo … ¿qué buscas?Aquella pregunta sorprendió aún más a Shayna, porque una de las cosas por las cuales su padre siempre había estado orgulloso de ella, era por su destreza para rastrear sin hacer ruido.– Q-quiero ser tu amiga – titubeó.– Los cuervos no conocen esa palabra.– Tu me ayudaste a salvar a los pequeños de mi pueblo ¿recuerdas?– Si, lo sé – respondió. – Regresa al campamento.– Sé que no eres esa persona que quieres mostrar a los demás o de lo contrario por qué estás tratando de salvar al cachorro cuando te ordenaron matarlo.– REGRESA, es una orden.Del exterior llegó el rugido de un Ugal que se acercaba y las dos jóvenes dirigieron la mirada hacia la puerta de la cueva.– Vete de aquí rápido – le dijo Zua. – Yo me encargaré de sacarlos del bosque – y sin esperar su respuesta, se perdió rápidamente con la cría entre sus brazos.Cuando Zhayna salió de la cueva, la guerrera corría a través del bosque con la mamá siguiéndola de cerca. Miró en dirección del campamento, pero sabía que los gruñidos del animal estaban cargados de ira.“No importa dónde estés, siempre debes hacer lo que consideres correcto” vino a la mente de Zhayna las palabras que siempre repetía su padre y apretó la boca con fuerza. – ¡Rayos! – exclamó entre murmullos._____
Respiraba con dificultad, el trayecto había sido largo. Además, el bosque en esa parte era denso y más oscuro que el resto, así que tropezó un sin fin de veces mientras lo atravesaba. Los árboles se alzaban como monstruos gigantescos que la retenían. Por momentos, sentía que el oxígeno se agotaba y la oscuridad era total, pero su padre le había enseñado bien, así que nunca perdió el rastro y después de varios minutos, que a ella le parecieron horas, llegó al borde de un río poco profundo. El rugido del Ugal, hizo que pudiera ubicar con rapidez dónde se encontraba Zua y corrió hasta allá.La guerrera estaba al otro lado de la orilla de un pequeño riachuelo, mientras que la mamá caminaba a través del lecho con ansiedad en busca de su hijo. Zua dejó la cría sobre el suelo y retrocedió levantando las manos, pero la bestia estaba furiosa y después de revisar que el pequeño estuviera bien, comenzó a avanzar hacia ella.– Vamos ya tienes al pequeño – le decía la guerrera con la voz tensa mientras tomaba una daga de su bota. – No me hagas hacerlo, no quiero lastimarte. – retrocedía, pero el animal avanzaba y Zua sujetaba con fuerza el arma en sus manos.De pronto, una piedra lanzada desde el otro lado golpeó el lomo del Ugal, eso la aturdió por un minuto. Zhayna aprovechó y lanzó otra más con una honda que sostenía en su mano. Desde que su padre se la regaló cuando cumplió diez, siempre la llevaba consigo. La joven tenía una excelente puntería, y la roca cayó nuevamente sobre el cuerpo del animal. Este giró en redondo y emitió un gruñido potente en su dirección que duró varios segundos.El pequeño se acercó a su madre y le tocó la pierna con el hocico, así que lo miró y después de responder las caricias de su cría, comenzó a marcharse en dirección de las tierras del norte, alejándose del Bosque Sombrío.– Gracias – le dijo solemnemente Zua al acercarse a ella, su expresión era diferente, volvía a ser dulce.– No podía dejarte, tengo una deuda contigo – contestó Zhayna – y me gustaría ser tu amiga … los amigos se protegen – le guiñó el ojo.– Pues te lo agradezco, había olvidado lo que se sentía tener un amigo – sonrió por primera vez después de años de estar en aquel bosque, a las órdenes del comandante Odoultsa.Zhayna se convirtió en su mejor amiga, su única amiga en aquel lugar. Siempre se mantuvieron juntas protegiéndose día tras día, hasta que llegó el momento de escapar del Bosque Sombrío.

Copyright © 2020 Fernanda Maradei. Todos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Historia relacionada con el libro PLUMAS DE CUERVO de la saga LA ESTIRPE DORADA
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Published on August 15, 2020 13:38

August 11, 2020

05. El Aliento de Fuego (Garras de Dragón)


Por A. Maradei
Era una de las peores tormentas en las que Ynti había estado. La fuerza del viento inclinaba los arbustos que crecían alrededor de su casa, los forzaba a reverenciar a la lluvia como viles vasallos que besaban una y otra vez el inmundo suelo. Los rayos se manifestaban como seres inmensos cargados de energía, que centelleaban formando líneas retorcidas en la oscuridad sin fondo.Llevaban siglos invadidos por una bruma negra que cubría sin piedad todo el territorio, la luz que alguna vez había creado tan magníficas tierras parecía haberlos abandonado. Así que aquella tormenta era solo un episodio más en aquella tierra sometida por la penumbra.Un rugido de dolor llamó su atención y buscó desesperadamente la fuente de aquel sonido. Una gran masa difusa entre la estela de agua y nubes caía libremente estrellándose en la mitad del bosque. El ruido ensordecedor de los árboles quebrándose en mil pedazos, seguido del golpe secó con el piso hizo que el corazón de Ynti se detuviera por unos segundos. Las paredes de su humilde morada se estremecieron a causa de la onda explosiva.Tomó su arco y su carcaj, y salió curioso a internarse en el bosque. Poco antes del amanecer encontró lo que andaba buscando. La luz de un rayo mostró a un dragón que yacía inerte con un huevo entre sus garras. Este brillaba con pequeños relámpagos que lo envolvían. Se encontraban entre miles de ramas completamente solos. Ynti se acercó con cautela, porque tal vez otros podrían estar cerca, pero no había nadie.__
Un mes después, un pequeño dragón azul asomaba su cuerpecito con torpeza a través de la cáscara resquebrajada. Los destellos de energía que antes envolvían el huevo ahora recorrían su piel, pero parecían no lastimarlo, al contrario, para ser solo un crío era fuerte.Ynti había querido partir hacia el Aliento de Fuego, donde vivían todos los dragones, pero cuando se dispuso a hacerlo, la Sombra cubrió con mayor intensidad el territorio trayendo consigo animales que nadie conocía. El pueblo se refugió en sus bohíos temerosos de lo que veían a través de las ventanas, seres malignos se movían incesantes como si buscaran algo. El joven temió por el dragón, famosos por su energía pura y lo resguardó ferozmente en su casa. La vida de todos cambió y el bosque se convirtió en un lugar peligroso para los lugareños.El tiempo transcurrió lentamente y mientras los días pasaban, Raner su compañero había crecido y ahora era un joven dragón más alto y fuerte que él. Cada vez era más difícil mantenerlo en las cuatro paredes del bohío y una tarde oscura porque el cielo cargado de nubes impedían que entrara la luz del sol, la puerta se abrió y de ella se asomó un hocico que expedía efímeras estelas de humo.Ynti se apresuró a detenerlo, pero ya era demasiado tarde y Raner pisaba el barro a sus pies y olisqueaba todo a su alrededor. Era su primera vez en el bosque y los rayos de luz que lo envolvían continuamente contrastaban con aquel paisaje malsano. La bruma que yacía en el suelo comenzó a envolver sus piernas y el joven dragón retrocedió asustado, pero enseguida se dio cuenta que ésta al tocarlo retrocedía. Parecía que huía de él. Así que en pocos minutos toda la neblina que cubría la casa se retiró.– ¡Espera! ¿a dónde vas? – el dijo Ynti y trató de detenerlo.Sus esfuerzos fueron en vano y mientras el joven guerrero corría nervioso tras de aquella mole de más de quinientos kilos, éste jugueteaba con la neblina que retrocedía incesantemente.Aquel ruido alborotó a todos los habitantes que miraban incrédulos a través de sus ventanas. Nadie había visto un dragón en su vida y menos uno en su territorio. La gente comenzó a salir de sus casas.Ynti y Raner llegaron a un claro donde se erguía uno de los árboles más viejos del bosque. El guerrero sudaba copiosamente tratando de detener a Raner que aún continuaba jugando. De pronto, el cielo se tornó oscuro y la bruma comenzó a elevarse por encima de sus cabezas amenazante.– Ya jugaste bastante – lo regañó y el dragón lo miró con sorpresa porque nunca le había hablado en aquel tono de voz. Sin embargo, aunque quería parecer severo, el joven temblaba al ver la Sombra que comenzaba a mostrarse como una serpiente, se movía ondulando su cuerpo. – Vamos Raner – estiró su mano para que su amigo se acercara. – tenemos que alejarnos de aquí, es peligroso – la bruma se acercó a él. – ¡VAMOS! – gritó con desespero, pero la Sombra tomó uno sus pies, haciéndolo perder el equilibrio.Cayó de bruces sobre el lodo que inundaba el lugar. La serpiente etérea comenzó a arrastrarlo para llevarlo hacia él mientras se dirigía al dragón.– Tee hee buscadoo por muchoo tiempoo – aunque hablaba entre murmullos, los oídos dolían con cada sílaba que pronunciaba. – Ya noo necesitaas a estee humanoo … veen conmigoo y seraás maás fuertee, seraás invensiblee …– ¡RANER CORRE … CORRE AMIGO!Pero el dragón estaba concentrado mirando los ojos que se habían formado en el rostro gaseoso y oscuro. No le tenía miedo y los destellos de luz que recorrían sus escamas se intensificaron alumbrando todo el claro donde se encontraban.La Sombra retrocedió por una milésima de segundo al ver que las nubes del cielo se reunían, esta vez no a su favor sino convocadas por Raner. Así que dejó caer a Ynti al suelo, quien retrocedió con rapidez para protegerse.Comenzó a llover de un momento a otro, acompañado de relámpagos ensordecedores.El dragón y la figura etérea se observaban fijamente como en un duelo, expectantes al movimiento del otro. Los rayos se volvieron truenos y la energía que fluía entre las escamas azules de Raner brillaban a su máximo resplandor.Las pequeñas cabezas de los campesinos que habían salido de sus casas a contemplar lo que sucedía, se asomaban nerviosas entre los troncos de los árboles que rodeaban el claro.Solo bastó un ligero movimiento de la Sombra para que el infierno se desatara en aquel lugar. La energía contenida en el cuerpo de Rarner salió disparada como un rayo de formas retorcidas que impactaron sobre la bruma oscura que comenzó a retroceder. Con cada golpe que el dragón le propinaba, un sonido parecido a gemidos se escuchaba a través de los árboles. Los relámpagos del cielo eran absorbidos por el joven dragón, atraídos hacia él. El huevo ahora convertido en un poderoso animal de sangre pura, como todos los de su especie, se erguía con poder sobre su presa, sometiéndolo una y otra vez sin tregua alguna, hasta que la bruma se dispersó.La lluvia humedeció la vegetación, y el fuego se extinguió por completo. Las nubes se dispersaron y la luz del sol invadió todo el claro, devolviendo los tonos verdes, marrones y ocres ya olvidados por el bosque.El dragón rugió satisfecho y se sentó en sus cuartos traseros buscando con ansiedad a su amigo. Ynti se abalanzó sobre él para abrazar su cuello, mientras los lugareños salían de sus escondites para vitorear que la Sombra se había ido gracias al gran dragón azul.Fue en ese momento cuando se dieron cuenta que el viejo árbol que se erguía en el centro del claro, ahora brillaba, resplandeciendo como un faro que podía verse en todo el territorio. Fue llamado el Árbol de Fuego y selló el lazo de unión entre los dragones y los hombres por siglos.La historia de lo que había sucedido se extendió por todas las tierras del sur y cuando Raner fue llevado por su mejor amigo hasta su hogar, en el Aliento de Fuego a miles de kilómetros de distancia, su familia recibió con honores al Gran Dragón Azul.
Copyright © 2020 Fernanda Maradei. Todos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Historia relacionada con el libro GARRAS DE DRAGÓN de la saga LA ESTIRPE DORADA
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Published on August 11, 2020 15:34

August 7, 2020

04. La Traición de Niku (Piel de Serpiente)

Por A. Maradei
– ¿Por qué pones esa cara?– Me haces falta cuando no estás – murmuró.Niku se acercó y movió con delicadeza uno de los mechones que tapaba su cara, necesitaba ver esos ojos negros como la obsidiana que hacía que su mirada fuera dulce. La besó suavemente. Kaysa puso su cabeza sobre su pecho y cerró los ojos.Sentía su respiración pausada mientras acariciaba su cabello. Era una mujer hermosa y a veces no entendía cómo alguien como ella se había dejado seducir por una persona como él. No se consideraba feo, pero tampoco atractivo, o bueno no tanto como para que una chica de su talla llegara a amarlo.“Sí supieras” suspiró. – Solo serán dos meses y regresaré a tu lado.La joven no contestó, la miró y se dio cuenta de que ya se había quedado dormida. Así que comenzó a observar el paisaje a través de la ventana. Al día siguiente tenía que regresar a su tierra, cada vez era más difícil hacerlo, pero tenía un compromiso con su pueblo. Además, si lograba conseguir lo que había prometido, se convertiría en el guerrero más famoso de toda Isla Dragón, para eso había venido.----
– Siempre es bueno verte de nuevo – lo saludó Tanok con un fuerte abrazo.– Lo mismo digo – descendía del barco y se dirigían al puerto mientras hablaban.– Están ansiosos de saber si pudiste lograrlo.Niku le dibujó una amplia sonrisa a su mejor amigo. De no ser por él, nunca hubiera tenido esta oportunidad para sobresalir.– Es tan ingenia la pobre … no te preocupes, no sospecha nada y en pocos meses tendremos nuestro envase.– Siempre fuiste un osado con las mujeres – le contestó con una carcajada.Ambos se rieron y caminaron en dirección del pueblo de Isla Dragón.Niku siembre había sido un joven de carácter difícil y voluntarioso. Deseaba por encima de cualquier cosa resaltar. Llegar a ser el mejor guerrero que existía. Ese era su máximo sueño.Había heredado de su padre tres excelentes cualidades que lo hacían indispensable para el pueblo Draco. Podía comunicarse con el dragón de la familia, no todos podían hacer eso y no todas las familias tenían uno. Tenía el don del fuego que podía crear a voluntad con sus manos, y el más sorprendente de todos era el del camuflaje, es decir convertirse en cualquier persona que él quisiera y así engañar a los demás.Con apenas dieciséis años, los guerreros de la Estirpe Draco lo invitaron a ser parte de su gran ejército, convirtiéndose en el orgullo de sus padres. Pero al pasar los meses, Niku sentía que era solo uno más en aquel montón. Aquello no era suficiente y deseaba tener más.“No llegaré a ningún lugar si sigo así” pensaba y apretaba su boca imaginando cómo podía escalar posiciones.En su búsqueda, el joven guerrero se unió a un grupo que le prometía ascender y lograr el éxito en corto tiempo. Niku sabía que sus cualidades eran envidiadas por muchos y por eso no se sorprendió cuando a las pocas semanas de vincularse, le asignaron una importante misión fuera de Isla Dragón.Si lograba culminar el cometido, los Draco se convertirían en los guerreros más poderosos de todas las tierras del sur. Así que el joven ambicioso tomó la decisión de partir sin ni siquiera pestañear.– Tráenos el envase que servirá para albergar a Maya. Cuando lo tengamos nadie podrá presentarnos batalla – le habían dicho. – Tu misión es secreta, así que tendrás que ir como espía.Aquello le emocionaba aún más. Poder utilizar sus dones para una misión secreta y además ser espía era lo máximo para aquel joven que aún no cumplía los veinte años.Niku hizo todo lo que le pidieron internándose en el Bosque Dorado, aquel pueblo al lado del gran lago que había convivido con ellos siglos antes. También conoció el Árbol de Fuego; el primero que los Draco habían creado con ayuda de los dragones para proteger las tierras del sur.De tanto en tanto, regresaba a su hogar para dar reportes sobre el avance de su misión.Así, los meses transcurrieron con lentitud y los ideales que lo impulsaron a tomar una de las misiones más importantes de la hermandad a la que pertenecía, se fueron confundiendo con un sentimiento que florecía en su corazón y que por momentos no lo dejaba pensar con claridad. Era como si aquello por lo que siempre había deseado, ya no fuera tan importante.– ¿Cómo va todo? – le preguntó Tanok la última vez que había regresado, pero al ver la expresión contraída de Niku siguió indagando. – ¿Qué sucede?– No estoy seguro – le respondió.– ¿Estás dudando? – hablaba con voz gruesa y se erguía en el asiento en el que se encontraban al lado del muelle.Tanok era temperamental, por lo que su amigo decidió callar la verdad. Él nunca entendería lo que estaba sintiendo en esos momentos, ni siquiera él mismo comprendía lo que estaba sucediendo en su interior.– No he dicho eso – contestó rápidamente. – No me dejas terminar de hablar, lo que trato de decir …– Esa joven es solo el medio que nos permitirá obtener el mayor poder de todos los tiempos. Deberías tenerlo claro – le recriminó. – Necesitamos que centres toda tu atención en lo que se te ordenó hacer – sus ojos brillaban de rabia.– Lo sé – fue su respuesta y después de aquel día, Niku nunca más trató el tema con nadie.Su vida se convirtió en un ir y venir, donde debía traer información sobre el progreso de su misión en las tierras del sur.----
El día llegó, había sido uno de los más cálidos de los últimos meses, pero aún así era hermoso. El sol brillaba intensamente en un cielo azul sin nubes, haciendo que el agua del lago brillara como si miles de estrellas reposaran sobre su superficie. Atardecía cuando Kaysa comenzó a sentir los primeros dolores y el corazón del joven Niku empezó a martillar con fuerza. Podía sentir la sangre en sus venas como un torbellino impetuoso lleno de fuerza y rebeldía. Y después de unas horas, el envase nació.Una pequeña criatura que lloraba con soberbia al sentirse inquieta en un nuevo mundo. Tenía su mismo color de ojos y de piel.– ¡Irradia luz! – exclamó su madre que para un guerrero del Bosque Dorado, aquello no era normal.Pero para Niku era maravilloso porque no todos los niños del pueblo Draco nacían brillando, solo aquellos donde la energía que corría por sus venas era fuerte y pura. Así que sonrió mientras la tomaba con sus brazos para acunarla en su pecho sin dejar de mirarla. Nunca había visto una criatura tan hermosa como ella en toda su vida.­            – Qori – murmuró.– ¿Qori? – repitió Kaysa.– Si, mira como brilla igual que el oro – respondió y le dio un beso suave en la frente, temía que si lo hacia con fuerza le haría daño. Era tan frágil, que la postura que Niku asumía mientras la alzaba era rígida para evitar que se le cayera.La pequeña abrió sus ojos y lo miró fijamente. Una sensación que le oprimía el pecho se manifestó en él, era un sentimiento nuevo que sobrepasaba con creces cualquier que hubiera tenido antes. Aquel ser inocente era su hija y su responsabilidad.Qori bostezó con pereza, dejando ver una pequeña boca sin dientes y Niku suspiró, sabía que el lazo de unión que se había creado era tan fuerte que nunca podrían romperlo. En ese momento juró que mantendría el secreto de su existencia y la protegería para siempre. Nadie en Isla Dragón o en el Bosque Dorado podrían hacerle daño.
Copyright © 2020 Fernanda Maradei. Todos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Historia relacionada con el libro PIEL DE SERPIENTE de la saga LA ESTIRPE DORADA

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Published on August 07, 2020 06:41

August 4, 2020

03. La protectora de Sia (El Colibrí de Plata)

Por A. Maradei
Una pequeña estrella brillaba en el cielo. Sia como la llamaban sus hermanas y hermanos, tenía un vestido azul con destellos plateados que la envolvían cálidamente. En su familia, todos eran de diferentes colores; algunos de un intenso amarillo, otros naranjas y la más viejita de todas, destellaba con un color rojo profundo.Vivían en aquel espacio infinito, pero Sia era muy pequeña para entender cómo funcionaba el universo. Por tanto, se aburría con el pasar de los días, años y milenios.Un día, encontró un pequeño planeta que vestía del mismo color que ella y sintió curiosidad. Desde ese momento, Sia fisgoneaba lo que ocurría sobre su superficie. Encontró que había criaturas que lo habitaban y que se movían a lo largo y ancho del territorio.– ¿Has visto lo que hay en el interior de ese planeta? – le había preguntado la pequeña estrella a una de sus hermanas mayores.– Son solo humanos y otros animales – le contestó con aire de suficiencia, sin darle mayor importancia.Pero para Sia su vida de aburrimiento cambió, porque su curiosidad hacía que la pequeña estrella observara con detenimiento lo que ocurría allá abajo todos los días. Detallaba cada una de las cosas que ese planeta contenía y que hasta ahora eran extrañas para ella. En su mundo solo había gases, polvo estelar y más estrellas, pero en la tierra había cosas que nunca había visto.Miraba con asombro el tamaño de las montañas que se esparcían por doquier, así como los diferentes tipos que había, algunos incluso expulsaban fuego a través de sus bocas y destruía los lugares donde los humanos y animales vivían.También se dio cuenta de dónde provenía aquel color azul que combinaba con su vestido y que hacía que aquel mundo fuera tan diferente a los demás. Estaba maravillada por comprender que el agua ocupaba gran parte de aquel planeta y que podía cambiar con mil formas diferentes; desde una pequeña gota suspendida en el aire sin obedecer a la gravedad, hasta convertirse en un océano completo con una fuerza tan extraordinaria que podía destruir a mil ejércitos completos.– Gracias a nosotros, ellos tienen ese líquido que te parece tan preciado – le dijo uno de sus hermanos mayores al ver que la pequeña Sia llevaba días embebida con aquel tema.Durante toda la semana había estado preguntando sin parar a toda aquella estrella que se le cruzaba por el camino. Quería comprender todo lo relacionado con aquel líquido maravilloso.– ¿Por qué te gusta tanto? – le preguntó otra con curiosidad.– Porque se parece a mí.Sus hermanos la miraron sin comprender lo que estaba diciendo, así que Sia aclaró su garganta y trató de explicarse mejor.– Primero que todo es de color azul – dijo con voz dulce. – Pero también porque es delicada y suave, y al mismo tiempo fuerte y potente, como nuestra luz.– Estás creciendo Sia – dijo con una sonrisa su hermano mayor. – Veo que ahora empiezas a comprender el universo. ¿Si quieres protegerla puedo ayudarte a hacerlo?Estaba tan emocionada que su rostro brilló tanto que su hermano tuvo que cerrar sus ojos para que no lo deslumbrara.Y fue así, como en una mañana tranquila y nublada, la tierra saludaba un nuevo día. Poco a poco el ambiente se calentaba con los rayos de luz que atravesaban la atmósfera y se colaban por entre las ramas del denso bosque. Las pequeñas gotas de agua, vestigio de la neblina de la noche anterior brillaban al ser tocados por la gran estrella que los humanos llamaban Xué. Pero esa mañana no era como las demás y el enorme astro que se levantaba imponente sobre la bóveda celeste, venía acompañado de una pequeña estrella azul que lo seguía.– ¿Estás lista? – susurró su hermano mientras dibujaba una expresión de complacencia en su rostro.La pequeña asintió.– Bien, entonces hazlo como lo practicamos.Sia se concentró y proyectó con fuerza uno de sus haces de luz azul con destellos plateados, impactando sobre una de las gotas de rocío que yacían sobre los pétalos de una campanilla violeta que crecía al lado de un riachuelo. El brillo cegó a todos los animales que se encontraban alrededor y todo quedó en silencio por unos segundos.De pronto, de la luz apareció una pequeña niña de cabello y ojos cafés. Estaba recostada sobre la yerba y abrió sus ojos para mirar al cielo. Así que la estrellita, empujada por su hermano mayor comenzó a hablarle.– No debes temer porque siempre te cuidaré. Puedes llamarme Sia, la diosa del agua y tú serás mi elegida. Todos te llamarán mi protectora.
Copyright © 2020 Fernanda MaradeiTodos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Historia asociada al libro El Colibrí de Plata de A. Maradei. 
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Published on August 04, 2020 10:46

August 1, 2020

01. La Madre Luz (Saga La Estirpe Dorada)

Por A. Maradei 
Los ancianos del Bosque Dorado cuentan que este mundo se creó de luz no de oscuridad. Ella deambuló sola por mucho tiempo. Nadie sabe cómo apareció, pero gracias a ella el universo creció expandiéndose por todos los confines. Con el tiempo, descubrió que una pequeña la seguía para todos lados, la tomó y la protegió en su regazo para que pudiera crecer fuerte. La Sombra nació de la Luz, era su hija. Al principio, vagaron juntas como dos opuestos que se atraen, pero la pequeña creció y al entender el poder que tenía su madre, la envidió. Las discordias aumentaron porque la joven deseaba cubrir a su madre y extinguirla, de esta forma ella sería la más poderosa de todas. Así que la Luz la rechazó, apartándola de su lado. La joven Sombra recorrió las tierras, arrastrándose como un reptil para evitar que su madre la tocara con su brillo y desapareciera. Deambuló por las tierras, por el sur, por el este, por el oeste y finalmente fue el norte quien la adoptó. Durante siglos ha vivido sola, atormentada por los fantasmas de su pasado y el resentimiento hacia su madre por haberla abandonado crece día tras día. Con el pasar de los tiempos, adoptó la forma humana con el único propósito de extenderse y dominar todas las tierras. Desde entonces, la batalla por preservar la Luz en la tierras del sur continúa. Siempre esperando que llegue a su fin.

Copyright © 2020 Fernanda MaradeiTodos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Historia relacionada en los libros Xué Poniente y Plumas de Cuervo.Si te gusta la magia y las aventuras puedes encontrar mucho más. Puedes tener una muestra gratuita para comenzar a leer.
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Published on August 01, 2020 07:07

July 30, 2020

02. La Leyenda de las Dos Lunas (El colibrí de Plata)

Por A. Maradei
Una hermosa mujer había traído al mundo a dos pequeñas que brillaban intensamente desde el mismo momento en que nacieron. Las niñas eran hijas de Xué, el dios Sol. Los habitantes de los pueblos cercanos llegaron a conocerlas y la noticia se esparció por todos los rincones de aquel vasto territorio. La curiosidad de muchos hizo que la gente se acercara y se asentaran en las tierras fértiles para estar cerca de ellas. Pero en la medida en que la niñas crecían, la hermosura de sus rostros producía discordias en los pueblos debido a querían poseerlas. Al morir su madre, las hermanas tuvieron que huir. Su travesía duró varios días hasta que fueron alcanzadas por hombres ambiciosos que querían absorber su poder, el poder del dios Sol. Al sentirse acorraladas dentro de una cueva, sin posibilidad de escapatoria. Imploraron a su padre por ayuda, miraba a través del único agujero por donde se colaban los rayos de luz en el techo de aquel lugar de paredes de roca. Atardecía y la luz se diluía poco a poco, pero él escuchó sus ruegos, así que la mayor cerró sus ojos mientras oían los gritos de las personas que comenzaban a ingresar. Se diluyó en el aire antes de que la atraparan y subió para colocarse en el cielo que ahora era oscuro sin la presencia de Xué. La menor al sentirse sola y acorralada, estiró su mano para alcanzar a su hermana mayor y cuando sus dedos se tocaron a través de los haces de luz que descendían, ella también subió para acompañarla. Desde ese momento, la noche no es tan oscura y de tanto en tanto las hermanas se unen en una especie de abrazo fraternal para reforzar su eterna unión.

Copyright © 2020 Fernanda MaradeiTodos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.
La encuentras en el libro Colibrí de Plata.
Si te gusta la magia y las aventuras puedes encontrar mucho más.  Puedes leer con la versión gratuita.










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Published on July 30, 2020 17:34

Cuentos maradei

F. Maradei
Por el placer de LEER y de escribir. Cuentos
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