Rocío Cervera Muñoz's Blog, page 8
October 15, 2019
Tarde con el Autor
Cambio de Fechas
Debido a temas ajenos a mí y a la librería, ha habido un cambio de fecha, pero de todas maneras sigue adelante la cita de Autora-Librera:
El día 15 de Noviembre de 2019 estaré en La Casa del Libro con mi ejemplar de “Ciudad del Norte”, para que podáis comprarlo, os lo pueda firmar y saber un poco más de mí y del libro.
Será en Paseo de Gracia 62, en Barcelona, de 17h a 20h.
Os espero por allí y a ver si ésta es la primera de otras muchas presentaciones en público.
¡Saludos y leed mucho!
September 24, 2019
Tarde con el Autor
Tengo una noticia, que ya he anunciado hace unos pocos días, pero que dejo reseña aquí también.
El día 18 de Octubre de 2019 estaré en La Casa del Libro con mi ejemplar de “Ciudad del Norte”, para que podáis comprarlo, os lo pueda firmar y saber un poco más de mí y del libro.
Será en Paseo de Gracia 62, en Barcelona, de 17h a 20h.
Os espero por allí y a ver si ésta es la primera de otras muchas presentaciones en público.
¡Saludos y leed mucho!
September 19, 2019
La Casa del Libro
Buenos días, hace tiempo que no escribo por aquí porque esperaba tener algún tipo de noticia importante para añadirla. Como no ha sido así, pues me he limitado a hacer mis comentarios en Facebook e Instagram; para los que me seguís por ahí, ya sabréis que la actividad es más fluida.
De todas maneras, voy a añadir este comentario sobre La Casa del Libro.
Ya os dije que el libro “Ciudad del Norte” estaba a la venta en diferentes puntos, no sólo en internet, si no en tiendas especializadas, papelerías, etc… Pero no todos los lugares parecen dispuestos a invertir un poco de su tiempo laboral en algo que no está delante de sus narices y deben rebuscar un poco más. Por el contrario, hay otros, como La Casa del Libro, en los cuales, no sólo saben de qué les hablas si no que hacen todo lo posible por ayudarte y ofrecerte un buen servicio.
Si alguien quiere comprar el libro en físico y no pedirlo por internet, ésta es una muy buena opción. Te lo llevan a la tienda, en un plazo razonable y te tratan super bien, además de que aplican algún tipo de descuento si eres socio.
También hay papelerías y librerías de barrio o de pueblo que, si les dices qué libro es y Editorial, lo buscan encantados y te lo traen. Todo es encontrar a laguien con ganas de hacer su trabajo, difícil, puede, imposible, no.
Saludos a todos y espero tener novedades para añadir por aquí en breve.
May 31, 2019
Nuevos puntos de Venta
Hola a todos,
Además de la página de la Editorial, “Ciudad del Norte” ya está disponible en tiendas. Puede que en alguna no haya llegado, pero estará de camino. Podéis preguntar en vuestra librería de confianza o ir a los grandes establecimientos.
Os paso listado de algunas:
Fnac
Corte Inglés
Casa del Libro
Librería Soriano
También on-line:
Ediciones Albores
Fnac
La Casa del Libro
Amazon
Read on Time
TodoeBook
May 28, 2019
El cómo de todo. Parte VI, final abierto
Podría acabar el relato en el punto anterior, en el momento en que “Ciudad del Norte” sale a la venta. Pero me gustaría hacer un poquito de final abierto, porque esto no acaba aquí, porque, como ya he dicho en varias ocasiones, “Ciudad del Norte” sólo es la primera parte de una saga, “Crónicas de Zézalo”, y, como tal, tiene otras precuelas. Si habéis leído todo, sabéis que, al menos, tiene una segunda parte, pero hay una tercera en proceso y proyecto de una cuarta.
Si os ha dado “buena onda”, como decía mi marido, y he conseguido que os enganche la historia y los personajes, lo que pasa después es mucho más amplio, puede que más complejo, pero bastante más completo. Las dudas de la primera parte se resuelven y aparecen otras que también tendrán su resolución o surgirán nuevas. Los personajes se profundizan, los escenarios se amplían y las historias nuevas y antiguas aparecen entre las tramas.
Ya conocéis las libretas y apuntes y, la tercera parte, no podía tener también su representación en este sentido.
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Pero como vivimos en un mundo tecnológico, lo que antes eran trocitos de papel aquí y allá, se convirtieron en notas de móvil y, lo que eran libretas, pasaron a ser ordenador portátil y, así, la tercera parte ha ido tomando forma sin ese recuerdo escrito a bolígrafo o a pluma. La verdad es que es más placentero ver ese progreso escrito de tu puño y letra, pero la facilidad y comodidad de la tecnología no tiene competencia.
De todas maneras, siempre se necesita algún apunte, no os mostraré el listado de nombres, ciudades, dioses o razas, ya que no quiero desvelar acontecimientos. Ni os enseñaré la guía de sucesión de hechos o de cosas que deben pasar sí o sí en algún punto, eso sería peor todavía. Pero sí os desvelo algunos de esos bocetos de localizaciones, que debía dibujar para saber si tenían coherencia real o sólo en mi mente.
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Y, por supuesto, el imprescindible mapa que tanto me ayuda a mí y, supongo que, a mis lectores; sí a vosotros, que espero que lo seáis por mucho tiempo.
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Con esto, finaliza esta historia, no sólo es la historia de mi libro, si no un poco de la historia de mi vida o, al menos, de mi vida adulta. Como mi vida sigue y la ilusión de escribir también, esto no será una historia cerrada, por ahora es una historia con final abierto y, en el momento en que acabe, porque todo debe acabar en algún punto, espero poder seguir con otras historias que formen parte de este nuevo enfoque de mi vida.
May 27, 2019
El cómo de todo. Parte V
En medio de toda esta vorágine de escribir, mi vida seguía su curso normal: trabajo, casa, familia, amigos… Y el trabajo se fue al garete y viví unos tres años de incertidumbre hasta que finalmente, en 2018, cerró la empresa definitivamente. Esto también es importante, porque ahí me surgió la idea de imprimir el libro y llevarlo a alguna imprenta para hacerlo en plan bonito y tenerlo guardado, como el proyecto final, en mi estantería. También quería regalar alguno a los amigos y familiares, una pequeña tirada. Y pensaba utilizar el dinero de la indemnización que me darían para tal fin, así es que, me tomé muy en serio que quedara todo bien escrito.
Cuando finalicé la segunda parte de la saga y retoqué la primera y luego la segunda de nuevo, volví a pasarla a esas amigas de hace veinte años que todavía conservaba, mi gran consejera Eli, se leyó “Ciudad del Norte” con una velocidad de infarto y me dio su opinión y su corrección en algunos temas y/o faltas de ortografía, cosas que me había olvidado y tal; por mucho que releía la obra, había elementos que pasaba por alto porque ya me la sabía de memoria y todo fluía sin darme cuenta y sin ver errores evidentes, la mente va sola y rellena espacios incorrectos sin querer.
También se la pasé a mi marido, gran lector, ahí me daba más miedito porque él, aunque le había dado la brasa con mi escritura constante, no había leído todavía nada y no sabía cuál sería su reacción. Tardó en hacerlo, demasiado ocupado y demasiado cansado, decía querer tener el tiempo adecuado para leerla bien y mirarlo todo y, al final, lo hizo en vacaciones y, entonces, me abandonó él a mí… inmerso en la lectura, no abandono real. Su opinión fue que le había dado muy buena onda y que le había gustado mucho.
Bueno, ahí, los que lo habían leído. Y luego, había otros tantos a los que intenté que me dieran su opinión y no lo conseguí: trabajo, niños, familia, otros menesteres, la inclinación de la luna en abril, la lluvia que gotea incesante, una nube que pasa, un perro que ladra… Vamos, que, cuando lo necesitas, no todo el mundo está dispuesto a leerse 150 páginas y, menos aún, las cientos más de la segunda parte…
El tiempo corría, el trabajo finalizaba tras 18 en la empresa y las ganas de echar el proyecto para delante se elevaban. ¿Qué hacer? Pasar de todos e imprimirlo igualmente con el beneplácito de mi persona que tanto le gustaba la historia, “mi persona es muy objetiva con este libro porque no hay nada personal en la ejecución”… Vamos, que hice caso omiso y, si a nadie más le gustaba más que a mí y a unos pocos amigos, pues bien estaba, para imprimir unas diez unidades o así, me sobraba.
Para poder hacer unos ejemplares en condiciones y a precio razonable, necesitaba unas portadas y ahí me lancé. Para “Ciudad del Norte” no me servía el formato utilizado porque lo hice en tapa dura y no pensé una portada general, así es que me puse a ello y después con la de la segunda parte. No lo desaproveché todo, ya tenía muchas ideas y dibujos.
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Compaginando portadas, con retoques en el escrito, con peticiones a amistades para que lo leyeran, con los líos del trabajo coleando, con abogados y administradores concursales… en mitad de todo, busqué información para imprimir mi libro. Empecé a leer comentarios de blogs para autores noveles y, claro, ahí vuelves a deprimirte, como cuando entré en Ilustración. Un mundo demasiado grande, demasiado cerrado para los principiantes y demasiado complicado. ¿Quería yo eso? ¿Quería ser escritora e ir puerta a puerta con ese libro que no sabía qué tal encajaba? No tenía opiniones de expertos y no sabía hasta qué punto quería pasar a aquel nivel, sólo quería imprimirlo y que quedara para la posteridad. Buscando, buscando, hallé blogs para esos principiantes que quieren imprimir a toda costa autoeditándolo, tu dinero, tu riesgo y algo de ayuda para ponerlo en plataformas digitales, ¿Por qué no? Era una opción. En vez de imprimirlo en la pequeña imprenta del barrio y quedármelo yo, pues hacía unos poquitos más y que estuvieran en Internet en formato e-book.
Me decidí por una, Ediciones Albores, y pedí presupuesto. Me dijeron que debían leerlo primero porque no aceptaban cualquier escrito y, tras darme el visto bueno, me pasaron presupuesto para Coeditar. ¿Coeditar? Yo quería Autoeditar algunos ejemplares para mí… La cosa iba a más y otras dudas surgieron. ¿Lo edito, lo lanzo al mercado y a ver qué pasa?
Al final, la decisión fue sacarlo a la venta y ahí tenéis el resultado de mi decisión. Tocaba que lo releyera la editorial y lo corrigiera, después yo, después la maqueta primera, aceptarla, la maqueta final, aceptarla, poner la portada y el dibujo interior, sinopsis, biografía y ya estaba listo.
“Ciudad del Norte” era ya una realidad y salía a la venta en mayo del 2019.
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May 24, 2019
El cómo de todo. Parte IV
Una vez hice el proyecto final de Ilustración, se podría pensar que eso ya estaba, que era el fin de aquello. Pero no, todavía había más.
Cuando fui con mi “book” a buscar trabajo, aunque ya tenía uno, pero quería ampliar horizontes, en una editorial me dijeron: “¿Vas a publicar el libro?”. En esos momentos, la respuesta era “No”, yo sólo iba a allí para ver si podía ser ilustradora de sus obras, pero cuando me fui, pensé “¿Publicar el libro?” … Bueno, la semillita se había plantado.
En realidad, antes de eso, antes de hacer el proyecto final, incluso de pensarlo, ya había empezado la segunda parte de aquella historia.
[image error]LA LIBRETA había aumentado de tamaño y, con ella, el volumen de lo que vendría después.
Pasó un tiempo y me olvidé de su existencia, pero siempre andaba por ahí revoloteando, en mi cabeza y en mi escritorio, así es que la retomé bastante más tarde… ¡casi diez años después!, en el siglo siguiente… en el milenio siguiente, que suena bastante perturbador.
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En ese punto, la cosa no está clara, sé que escribí bastante y sé que en el año 2017 la retomé en alguna parte con el claro interés de acabarla sí o sí. Escribía en cualquier lado, cualquier sitio era bueno para tener un momento creativo que debía plasmar sin poder remediarlo. Tenía muchas hojitas o libretitas o trozos de papel aquí y allá con partes que luego debía unir con coherencia. Escribía en el trabajo mientras esperaba que se guardara un archivo, escribía en el pueblo mientras mi familia veía la tele, escribía de viaje o tomando el sol en la playa…
Las libretas aumentaban inversamente proporcionales al tamaño de mi letra, ellas crecían y la caligrafía disminuía, por tanto, cada vez había más historia acumulada en las hojas de los cuadernos.
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Mi marido me decía que lo tenía abandonado y, en parte, tenía razón, pero cuando me daba, me daba y nada podía detener aquel fragmento de la historia que peleaba por salir y ser escrita.
Acabé la segunda parte en febrero del 2018 y la pasé a ordenador, retoqué cosas y la releí varias veces, cada vez había algo que cambiar, algo que mejorar, algo que no cuadraba o que no tenía sentido. Eso suponía que la primera parte, “Ciudad del Norte”, también tenía cosas que no encajaban con la precuela.
Entonces, releí la primera parte y “¡Oh! Sorpresa”, una obra con la otra se llevaba casi veinte años… ¿Qué suponía esto? Que, evidentemente, ni la mente, ni la experiencia, ni la forma de escribir son las mismas. Empecé con 19 años y acabé con 37 casi 38, ahí había algo que debía de ser modificado. La historia estaba, la esencia, los personajes, los paisajes y todo aquel mundo; faltaba pulirlo y encajarlo con los sucesos de después, había que explicar alguna cosa que te llevara a entender los hechos posteriores.
No quería cambiarla demasiado, ni ampliarla demasiado, ya que, como primera obra, debía ser corta y atraer a los lectores sin asustarlos con cientos de páginas. Después, si les quedaba buen sabor de boca, tal vez quisieran más y allí estaba la segunda parte, donde el “más” era “mucho más”.
May 23, 2019
El cómo de todo. Parte III
Como os dije anteriormente, mi decisión de repetir C.O.U. para mejorar nota de Selectividad, no me sirvió para nada, hice los exámenes y después la prueba de acceso a Bellas Artes, pero finalmente acabé decidiéndome por hacer Ilustración, que era lo que realmente me gustaba. Ya el profesor de Física y Química del segundo año de C.O.U. me dijo “¿Y qué haces estudiando Ciencias Mixtas si quieres dibujar?” y era verdad, qué hacía estudiando eso… La respuesta estaba en que yo quería ser dentista, sí, debería haberlo sido, porque ahora tendría más dineritos, pero al final opté por seguir mi sueño.
Mis padres me apoyaron, los convencí de que no viviría bajo un puente con mi decisión y me creyeron. Es algo así como decir “Papá quiero ser artista” jajajaja, pero con algo más de cabeza: “Papás, quiero ser Ilustradora” = “Papás, quiero ser una currante por cuenta ajena, explotada como cualquier otro trabajador para ganar un sueldo a fin de mes, dentro de la media, pero dibujando que es lo que me gusta”.
Así empezó mi etapa de estudiante de Grado Superior de Técnico en Ilustración, gran nombre, que queda muy bien en el currículum pero que luego no tiene el mismo efecto en el mundo laboral. Allí pasé unos buenos años y también aprendí que, en contra de lo que creía, no sabía dibujar… No tenía ni idea, había gente que me daba mil vueltas y saltaba sobre mí para hundirme en la más profunda de las depresiones creativas, había nivel y había auténticos artistas y auténticos chiflados. Pero también aprendí otra cosa, el trabajo y la perseverancia te hacían tirar para adelante, el buen hacer y el gusto por la técnica te hacían aposentarte en tu lugar y hacer difícil que alguien te sacara de allí. Porque sí, porque la Ilustración es un oficio y, como tal, no sólo requiere tener un don o querer ser artista, requiere entreno, trabajo y, aquello que pocos conocen en este sector, “pulcritud”. Y yo iba sobrada de eso, de pulcritud y de cabezonería.
Pues lo que empezó siendo una clase de cuarenta y pico personas, acabó siendo de seis y en esos seis estaba la menda, no por ser la mejor, si no por ser una hormiguita cabezona y trabajadora. Y ya me lo dijo otro profesor, “Tú no eres tan artista como otros, eres trabajadora y eso te hará llegar al final”. Y llegué y me tocó hacer el proyecto final y ahí retomamos el tema de esta página, el libro.
¿Qué podía hacer? El proyecto se realizaría durante un año y en qué momento de mi vida iba a poder dibujar mi libro si no era en ese momento. Pues ahí me lancé, a ilustrar y maquetar “Ciudad del Norte”.
Lo primero era pasarlo a ordenador y volver a releerlo y a arreglar cosas que, en su día, me parecieron bien, pero que después no tanto; la historia se mantenía, pero había que pulirla.
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Empecé prácticas en una pequeña empresa familiar en la que ejercía de dibujante y diseñadora gráfica y empecé a sacarme el carnet de conducir, además de hacer el proyecto, un año completo.
Dibujos, retoques, ortografía, páginas, maquetación… Más retoques… Aquí el ordenador ya corregía las faltas, pero, aun así, volví a pasárselo a amigas para que le echaran un vistazo. Meses y meses con aquello y finalmente lo presenté.
Contaba ya con 21 años y era verano del 2001.
¿Qué pasó?, poco, de nuevo seguía estando en ese universo del limbo en el que ni sí ni no, ni adelante ni atrás, ni bien ni mal, ni fu ni fa… Pues vale, así me quedé.
¿Aprobé? Sí ¿Me deprimí? También. Ahí está la cosa, los amigos y familiares te quieren y te apoyan y todo está bien para ellos; luego están los demás, los de las críticas constructivas y los de las destructivas, los que no tienen ni idea y los que saben demasiado pero no saben trasmitírtelo. Y, no nos engañemos, es un trocito de ti, es como si hurgaran en tu interior, te sacaran lo que hay y lo despanzurraran en medio de la calle o, en realidad, lo que hicieron fue mirarlo y decir “Bien, dentro de la media”.
Pero, renaciendo de mi pesimismo, pensé “Lo hice, quería hacerlo y lo hice. Ya está, decorará la estantería de mi casa como algo importante”. Y la ha decorado durante muchos años.
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El cómo de todo. Parte II
Tras LA LIBRETA del primer borrador, surgieron las dudas: ¿Se lo enseño a alguien? ¿Se reirán de mí? ¿Es suficientemente interesante?… Pero para eso están las amigas, para leerse cualquier tontería que hayas escrito, si se leían las notitas de clase, por qué no esto…
Las amigas lo leyeron y, claro, qué iban a decir, que estaba muy “guay”. Ahí tuve mi primer momento de motivación, pero después pensé que eran mis amigas y no querían herir mis sentimientos y, entonces, pasé a un nivel Pro, pasarlo a máquina de escribir.
Sí, lo sé, algunos diréis ¿Qué es eso? ¿Máquina de escribir? Y es que nos estamos remontando a tiempos pasados, a tiempos jurásicos, a cuando aún me tintaba el pelo por gusto y no por necesidad, a cuando me hice mi piercing en la ceja y casi me lanzan mis padres volando por la ventana, a cuando los pantalones caídos te arrastraban por el suelo un palmo… a esos tiempos en los que, el que tenía en casa una máquina de escribir eléctrica era el master y, en mi casa, había una y ¡borraba automáticamente!
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Como podéis comprobar, vivió tiempos mejores y su nombre no era el mismo, ya que la saga la nombré “Mundo Zélidox”, pero ya iba por buen camino y el título del volumen, “Ciudad del Norte”, ya sería su seña de identidad.
Este escrito pasó a manos de gente más Pro, como el formato en sí, a la hermana mayor de mi amiga… El nivel iba “in crescendo” y los analistas de la obra también. Ella lo leyó y lo corrigió, todas esas faltas que ahora hace el ordenador en automático, las revisó ella en persona con paciencia infinita y me dijo que le había gustado… bueno, tenía que creerla.
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Así es que, a los 19 años, ya tenía la versión mejorada de la obra y ya podía pasar al siguiente nivel, el ordenador. Pero, para eso, aún tuvieron que pasar un par de años más.
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