In this funny spoof on religion, morals and manners in the town of Tuluá, Colombian novelist Gardeazábal (the mayor of Tuluá) presents a world where sinners are blessed with divine restorative powers while zealous adherents suffer the torments of hell. Through a twist of fate Tuluá's most shunned resident, Marcianita, the illegitimate daughter of a parish priest, becomes a celebrity after she marries a respectable engineer and bears two sons who, though idiots, are "super-endowed" with sexual potency. Marcianita's sons use their "curative prowess" to make a crippled beauty queen walk, and word of this and other "miracles" spreads. Soon pilgrims visit the town, followed by journalists and entrepreneurs with plans to capitalize on Tuluá's new tourist attraction. Gardeazábal's first book to be translated into English takes the shape of a series of related fables with their own mythical reality and bizarre characters, among them a priest who hypnotizes poisonous spiders until one sinks its barb in him and puts him in a cataleptic coma. Though powerful in its criticism of religious and social repression, the book's humor packs the biggest punch.
¿Qué puedo decir? Es un libro que me deja sin palabras. Cuenta la historia de un personaje real, León María Lozano alias "El Cóndor", jefe de un grupo armado en Tuluá (Valle del Cauca) llamado "Los Pájaros", responsable en la década de los 50 de la muerte de más o menos 4.000 personas. Con saber esto ya quedé helado cuando empecé a leerlo. La época de La Violencia parece lejana y fácil de olvidar. Este libro escrito en los 70 le sirve a todos los colombianos de recordatorio.
El autor creció precisamente en Tuluá cuando Los Pájaros estaban apoderados de la zona. Esta cercanía a los hechos y una labor de investigación juiciosa que se nota en el relato le permitieron escribir un libro magistral, que vale tanto como trabajo historiográfico que como novela corta. Podría decir muchas cosas sobre el libro, sobre la historia política de Colombia, sobre mi propia área de experiencia como abogado, pues muchas de las realidades que se muestran en la historia han seguido pasando desde entonces, como si no hubiéramos avanzado nada. Pero me siento tan conmovido y angustiado precisamente por la comprobación de esta realidad, que prefiero no agregar nada más.
Sólo puedo decir, para concluir, que este libro merece conservarse fresco en la memoria de los colombianos, especialmente en estos últimos años en los que llevamos una racha de masacres en aumento que nos devuelven a los peores días de La Violencia, como si El Cóndor sanguinario todavía campara a sus anchas regando la muerte por las calles. Que pare ya la guerra, por favor.
75 años después seguimos en las mismas, aún diciendo que es "cuestión de principios". Este libro debería ser de obligatoria lectura en clases de Historia de los colegios colombianos.
De verdad este libro es una locura, una joya, un MUST para todo colombiano. Por un lado, es profundo el sentimiento de tristeza y terror que deja por lo que ha pasado en Colombia: aunque solamente se enfoca en La Violencia en Tuluá, definitivamente da una visión profunda de lo que pasó en este país durante los años del enfrentamiento bipartidista y que, de forma diferente, sigue sucediendo hoy en día. Por otro lado, el hilo narrativo, el estilo del autor, la presentación de los personajes... ¡son tan envolventes! Uno queda extasiado, con ganas de seguir leyendo a este autor así sea para consumir otra historia desgarradora. Literalmente devoré cada página porque está escrito casi como un viejo contaría una historia a sus nietos, hilando unos recuerdos con otros y dando los detalles de una historia muchas horas (páginas) después de haber mencionado el hecho. ¡Muy recomendada!
Me sorprendió la capacidad narrativa del viejo desocupado de Gardeazábal. Su capacidad para ser chismoso, porque la historia se cuenta juntando los chismes de Tuluá. Es un retrato conciso de un país violento.
Pienso que es un libro de tres estrellas pero le pongo dos porque odié la forma como está escrito, sin pausas, como si alguien hablara y hablara sin respirar o como un párrafo sin puntos ni comas. Ello hace su lectura extenuante y difícil de interrumpir y de retomar (no se sabe en que punto termina una idea o un suceso y cuando reanudaba la lectura, siempre quedaba perdida).
Está muy bien para conocer la historia del paramilitarismo en Colombia y sobre todo entender cómo surge, cómo se mantiene y cómo se perpetúa. León María demuestra que el "malo" no nace malo, que la vileza y la rectitud coexisten y que incluso el mayor grado de maldad posible está regido por principios que limpian la conciencia y enaltecen a quién la lleva a cabo.
Leí hace poco los dos tomos de La violencia en Colombia de Monseñor Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña, donde exponen con perfecta suficiencia académica, los principales elementos sociales, estadísticos, económicos, legales y especialmente sociológicos de la época denominada en nuestro país como LA VIOLENCIA.
Esta obra del escritor vallecaucano Gustavo Álvarez Gardeazábal nos trae uno de los ejemplos más sanguinarios de esa terrible época: La de León María Lozano (1899-1956), temible jefe de los pájaros y que azotó de violencia con su grupo paramilitar el departamento del Valle del Cauca, patrocinado y alentado por el Partido Conservador.
El Condor, como se le denominó a Lozano, fue un hombre de pueblo, católico y fiel a su partido político, que como tantos otros fue victima del bipartismo de nuestro país, en el que al pueblo, moviéndole trapos rojos y azules, lo pusieron a matarse entre sí, mientras las elites de los dos partidos celebraban enrumbadas en la capital de la república la división del presupuesto público y de las rentas monopólicas.
Yo había tenido la oportunidad de ver la adaptación cinematográfica de 1984, con la increíble actuación de Frank Ramírez como León María Lozano y me había sacudido enormemente la obra, por su importancia en el acontecer político de nuestro país, y por el simbolismo de estos hechos en lo que ha sido uno de los episodios más oscuros de nuestra historia republicana. Sin embargo, me faltaba la obra literaria, de una enorme carga dramática y que representa mucho mejor displicencia del miedo que rodeó la violencia política en aquella época. Una displicencia ante la muerte que aun hoy, recorre nuestras calles.
Cóndores no entierran todos los días is a short book about the period in Colombia's history known as "The Violence" and in particular about a band called "Los Pájaros" lead by Leon Maria Lozano (eventually known as The Condor) in Tulúa, Valle del Cauca.
There isn't a shortage of literary output about this period, which so deeply affected the rural zones in the country and exposed the dangers of bipartidism and the blind faith existing between liberals and conservatives. But focusing on how the actions caused by "Los Pájaros" affected the citizens in Valle del Cauca regardless of the party they belonged in and how circumstances turn Leon Maria Lozano from a respectable citizen, devoted catholic, conservative party follower and even a local hero (after a particular event in the days of Bogotazo) into a violent band leader spreading terror on the whole department makes Gardeazábal's work a truly interesting read, that clearly exposes the most important aspects of this terrible period.
Born in Tulúa and with close experience of these kind of events during his youth, his subtle denounce about centralization and his lament about how quickly Tulúa forgets its own history are sadly still relevant enough even today, for the whole country.
No tenía idea de que "El cóndor" fuera un personaje real. Eso hace tétrica no solo la novela sino el pasado, presente y futuro de este país. Nuestro personaje principal es un don nadie, un don nadie con poder, característica en muchos casos común entre todos los hombres que han sembrado terror en Colombia. Son don nadies que se alimentan de la ignorancia y primordialmente de la fe. Y no hablo de la fe en un dios únicamente, de la fé ciega al partido, a la causa, a su ira y deseo de venganza. Son don nadies que crecen sin tenerlo todo y no tienen reparo en arrebatárselo a cualquiera. Las causas siempre han sido el cáncer de esta nación. Cómo siempre, Gardeazabal nos sitúa en Tuluá. Una ciudad que para ser tan pequeña suma los mismos años de historia y tragedia que las cunas de la civilización. Tuluá vive de los tocadores de campanas, de los bobos y de la gente que dispara. Este autor tiene una prosa encadenante, que fluye al rededor de la vida de personajes ilustres de su tierra natal. Las imagenes son crudas y conmovedoras pero no necesariamente esteticamente altas. Creo que el ejercicio del vallecaucano tiene que ver con narrar, narrar el acontecer. Super recomendada para tardear.
3.5 en realidad. La historia es increíblemente triste y lo más doloroso real. Sigue y seguirá pasando en nuestro país sin memoria. afortunadamente existen libros para contarla. Es un libro difícil de soltar. Me gustó como escribe Gardeazabal pero confieso que me dió trabajo, demasiados nombres, demasiados chismes, párrafos extensos y tuve problemas con la puntuación. No se si sería por la Editorial Oveja negra pero me costó. La película, dicen, es un obligado que veré ahora que terminé el libro.
Cóndores no entierran todos los días es una novela imperdible para todo aquel que quiera profundizar más sobre la época de La Violencia y sobre la propia historia de Colombia. Como colombiana, es imposible no sentir un poco de desasogiego después de leer este relato que nos recuerda que pocas cosas han cambiado y que nuestro país sigue sumergido en un círculo vicioso lleno de odio y violencia desde los años 50s. Sin duda alguna, es un clásico a tener muy presente en cualquier época, ya que nos demuestra que seguir optando por el camino de la radicalización, los apasionamientos políticos y la intolerancia es seguir sumiendo a nuestro país en un reinado de terror. “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”
Otro libro que trata sobre el época de la violencia bipartidista pero a diferencia de Viento Seco nuestro protagonista hace parte del partido conservador, él es un hombre reconocido en su pueblo y hasta cierto punto respetado, pero sus acciones van mostrando una cara negativa de este hombre. No le importa pasar por encima del que sea con tal de cumplir su objetivo. Es un hombre celoso al extremo, además un hombre apasionado por su partido y que se encarga de ser el ejecutor y de inflingir el temor en el pueblo. Un libro interesante que nos muestra saltos temporales entre diferentes pasados y el presente.
Si bien la forma en la que está escrita hace la lectura un poco tediosa y difícil de seguir a ratos , me parece extremadamente interesante la crudeza con la que cuenta toda esa violencia que muchas veces es mermada como la mayoría de la historia de este país, que es contada a medias y manipulada con fines propios. Si esta novela se enfoca en su mayoría en el efecto que tuvieron los hechos del 9 de abril en una región , no me alcanzo a imaginar la respuesta del resto del país.
Colombia, como siempre ha sido y como siempre será.
¡Mataron a Gaitán! Se escuchó ese grito estrepitoso que se sintió en ciudades, pueblos y campos y que estremeció al país. Ese grito con que se incendiaría aún más esa violencia política. Liberales y conservadores enfrentándose por dos colores, matándose de todas la formas por ser de uno u otro bando, por nada. Y esa violencia política bipartidista sigue existiendo y parece ser el destino de esta necrópolis llamada Colombia.
León María Lozano, personaje oscuro y siniestro de la historia política provincial vallecaucana, líder y matón a sueldo del partido conservador y quien aún aparece como glorioso redentor del partido. Asesino que manchó con sangre los campos del Valle del Cauca y que por el decreto número 1.453 del gobierno nacional condecoró con la Orden de San Carlos, como gestor de muchas lides cívicas y patrocinador indiscutible del bien público. Un asesino en un altar patriótico.
En lo literario la prosa de Gustavo Álvarez Gardeazábal no es que me guste mucho. Es más, escribe maluco, con esa prosa ensanchada que se enreda. Pero la importancia de esta novela sí que no tiene discusión. Tan vigente como el día de hoy.
Más de 70 años y sigue pasando exactamente lo mismo, lo cuál vuelve más aterrador este libro. Todo se sigue repitiendo al pie de la letra, con nuevos nombres y nuevas víctimas.
Una historia precedida por la fama de su autor, los premios y la excelente película basada en su historia. El autor se concentra en exceso en listar personajes reales y ficticios, y se pierde la fuerza dramática de un personaje tan complejo como León María Lozano. No fue una lectura tan apasionante como se esperaba.
El libro de Álvarez Gardeazábal fue recomendado por un gran amigo que me ha acercado a la literatura colombiana. "Para que conozcas un poco más acerca de La Violencia", me dijo. Efectivamente, puedo decir que el libro es un muy buen acercamiento a este periodo
Partiendo desde una perspectiva típica de la segunda mitad del siglo XX, la novela -que, más que novela, parece una crónica extensa, más aún cuando se conoce la vinculación del autor con el lugar donde suceden los hechos, Tuluá- nos acerca no al mundo urbano y "civilizado" sino más bien a los márgenes de Colombia, allí donde el Estado no está del todo presente y son más bien las agrupaciones político-sociales quienes "viven" la política en el día a día. A partir del acontecimiento del 9 de abril -el "Bogotazo", es decir, el asesinato de Gaitán-, la obra de Álvarez Gardeazábal nos sumerge en la espiral de violencia que escalará muy rápido en un pueblo en el que, si bien se mantenía una rivalidad entre liberales y conservadores, esta no llegó a escalar más que riñas ocasionales para, tras la intensificación de la misma, resultar en más de 4mil muertos.
La novela/crónica narra el ascenso de León María Lozano, un militante conservador con un trabajo cualquiera en Tuluá, dirigido por un gobierno liberal. Tras el "Bogotazo" y una fallida represalia de los liberales frente a los conservadores acusados del asesinato de Gaitán, León María se da cuenta de las oportunidades que tiene él de influir en el curso del gobierno de la ciudad. Así, sin necesidad de participar directamente en la política a través de elecciones y demás, él comienza a organizar una serie de asesinatos como respuesta al avance de los liberales. Poco a poco, la violencia desatada comenzará a no diferenciar entre liberales y conservadores sino que se priorizará el uso del terror como arma política que no distinguirá por razones políticas e, incluso, a "víctimas inocentes" como mujeres, niños y animales. Frente a esta situación, ¿quién diría que la decencia estaría en manos de una mujer anciana conservadora, la única que le hará el pare a "El Cóndor", líder de ese grupo paramilitar conocidos como "los pájaros", causantes de dicha situación?
A nivel técnico, la obra se caracteriza por tener una estructura un tanto desordenada, sin separación de capítulos ni diálogos directos; a su vez, hay varios errores ortográficos y de puntuación que dificultan una lectura fluida del texto. Sin embargo, al ser redactada como crónica político-criminal -se me viene a la mente "Crónica de una muerte anunciada", de Gabriel García Márquez, la cual, a pesar de ser escrita más de una década después, es una referencia con la que es difícil no comparar-, la lectura es atrapante e invita al lector a imaginar cada uno de los lugares, hechos, pareceres y dichos que suceden en Tuluá. Asimismo, la primera parte de la obra, si bien comienza un poco lenta, toma ritmo hacia el momento en que comienza la violencia en la misma Tuluá (quienes han leído la obra saben a qué momento me refiero) y no reduce su intensidad en ningún momento. La descripción de la violencia, los contextos en que se suceden las muertes, y la incertidumbre del pueblo y de sus actores frente a los acontecimientos políticos -locales y nacionales- que van ocurriendo son muy ilustrativos como para dejar pasar el objetivo político del autor al denunciar este ciclo de violencia producto de las divisiones políticas históricas en Colombia desde el siglo XIX.
Finalmente, si bien he dicho que, a nivel técnico, me recordó a la "Crónica", de Gabo, a nivel de narrativa no puedo sino pensar inmediatamente en "Redoble por Rancas", de Manuel Scorza, obra que leí hace unos meses y cuya trama, si bien difiere en cuanto a trama, tiene el mismo tema de fondo: una denuncia hacia la escalada de violencia que desprecia al ser humano y disgrega los lazos sociales locales. Es cierto: no hablamos de un enfrentamiento entre comunidad vs empresas extranjeras sino de un conflicto armado de tinte político entre compadres de una misma comunidad, pero la representación de ese momento de eliminación de quien ya no es considerado humano es muy similar, así como la profundización acerca de las dinámicas locales con las que sus miembros entienden el desarrollo "normal" -o "anormal", en la escalada de violencia a otro nivel nunca antes visto hasta entonces- de la resolución de conflictos sociales.
Contexto histórico: La Violencia fue el periodo de la historia de Colombia comprendido entre 1948 a 1958. En este, la sociedad colombiana había llegado al máximo punto de polarización entre dos corrientes políticas: los liberales y los conservadores. Cuando los liberales pierden el poder en 1946, empiezan a armarse y a susurrar sobre revoluciones. Se empieza a crear mucha tensión, que estalla cuando en 1948 matan a Jorge Eliécer Gaitán, representante importante del partido liberal. A partir de ese momento, una guerra civil no declarada empieza en Colombia. Vecinos empiezan a matar vecinos solo porque piensan distintos, principalmente en el campo. Ahí se siembran las bases para 70 años de brutalidad que ha empapado la historia colombiana.
Crítica: Dicen que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. Aunque no sea colombiano, siento que esto es un capítulo necesario en la historia de Latinoamérica, sino del mundo entero. Este libro es particularmente importante cuando vemos que todo el mundo está tendiendo a la polarización. Es el caso de Europa vs. Medio Oriente, Demócratas vs. Republicanos, de LGTBQ vs. Religión. Solo por eso vale la pena leer este libro, como una gran advertencia de que pasa cuando dejamos de ver al otro como una persona y lo empezamos a ver solo como una ideología. En el marco literario, vale decir que tiene un estilo de prosa muy particular. Claramente esta hecho para evocar la forma en la que se cuentan relatos entre vecinos, en un parque, en un bar, en un puesto de mercado. Esto le da mucho contraste a las escenas de violencia, sin que estas sean particularmente gráficas.
Este libro narra la historia del infame León María Lozano, Cóndor, jefe de un grupo armado, los pájaros, en el Valle del Cauca por la década de los 50. Esta historia de matanzas y terror de la Colombia de la época de la violencia es narrada pulcramente por Gustavo Álvarez quien fuera niño en el lugar de los hechos y que pudo dar su testimonio de todo lo que vio y se informó posteriormente en su vida adulta. El libro narra la matanza de casi cuatro mil personas que se enfrentaron a este hombre por sus ideales políticos opuestos al suyo y que llevó la desgracia a sus familias y a toda la población en general. El título detalla el sentimiento popular con la caída y muerte de este dirigente peligroso después de casi salir impune de sus fechorías. Puntos importantes que toca, fueron los inicios de su poder donde pasó de un vendedor de quesos al jefe de una banda de hombres armados muy peligrosos. Cómo la sociedad conservadora lo protegía de los liberales y cómo se vengaba periódicamente de todos aquellos que se le enfrentaban o pretendían denunciarlo. También vemos el comienzo de la peregrinación de las familias del interior del país hacia la capital huyendo de este terror que los acechaba constantemente y cómo los pueblos terminan siendo desiertos por la ola de violencia. Se denuncia también la poca ayuda del Gobierno ineficaz para contralar esta situación y que solo enviaba una ayuda insuficiente cuando las noticias de las matanzas se salían de control y la cantidad de muertes se volvía agobiante. Solo para replegarse fuera luego de unos días decidiendo que como no se había efectuado más ataques en los pocos días que estuvieron ahí, estos ya no se realizarían. Lectura indispensable para conocer los conflictos internos de Colombia y para rememorar los errores del pasado y cómo prevenirlos en el futuro.
Cóndores no se entierran todos los días es una extrapolación perfecta de las vivencias de un pueblo durante el período de la Violencia en Colombia (1948-1958). Muestra, a través de una magnífica prosa, todos los acontecimientos que sucedieron en Tuluá desde que empezó la Violencia hasta que terminó. Claro, todo esto desde la perspectiva de León María Lozano ‘El Cóndor’, el ciudadano común y corriente que es convertido en el terror de todo el Valle del Cauca cuando es fichado por su adorado partido conservador para “preservar el orden” en Tuluá y liderar la banda de los pájaros. En un examen muy minucioso se puede notar como el status quo, tanto del ambiente político como social en Colombia, siempre ha sido, o a desembocado, en la violencia. Y es que la paz y el orden sólo ha existido en la percepción de los habitantes de Tuluá. «Tuluá jamás ha podido darse cuenta de cuándo comenzó todo». Claro, era muy fácil ignorar simplemente lo que pasaba de lejos, lo que hasta aquel momento no les llegaba a afectar. Y sólo cuando, lentamente, ahora la masacre y los asesinatos llegan hasta ellos, se preocupan y preguntan por las razones de esa barbarie, de esa intolerancia, de esa violencia; o de si por sí, las matanzas y el odio ya se habían convertido (en contra de sus voluntades) en un destino tanto social como cultural. En una insignia más de la patria que será muy difícil de quitar, así como la historia de olvidar.
Somos un país sin memoria. Ese es mi veredicto al terminar esta lectura. Lo digo porque yo pensé que los personajes en este libro eran de ficción y cuál no sería mi sorpresa al enterarme de que León María Lozano sí existió y sí fue el jefe de esa terrible banda criminal llamada Los Pájaros y que sí mataron a todas esas personas durante la época de La Violencia. ¿Por qué no sabía esto? Porque la historia de Colombia no se enseña en los colegios. Nos quedamos en la Conquista y la Colonia de América y luego volvemos a Europa para aprender sobre sus grandes guerras. ¿Y dónde queda el conflicto colombiano? Solo en la memoria de quienes lo sufrieron en carne propia. Me gustó mucho este libro, aprendí mucho sobre mi propio país y me duele el sufrimiento de mis compatriotas por la violencia bipartidista y cómo, aún ahora, no ha cesado por completo en los pueblos y veredas. La narración se me hizo un poco pesada porque no estaba dividida en capítulos ni tenía diálogos, por lo que es una lectura que no da pausas, pero sí creo que es un libro que todos los colombianos deberíamos leer, para conocer un poco más de nuestro pasado y no olvidar que somos un país construido con la guerra, pero que busca la paz.
Sinopsis: En Colombia, desde la segunda mitad del siglo diecinueve, los dos partidos políticos tradicionales, el liberal y el conservador, se enfrentaron en una serie de guerras civiles que durante cerca de cien años ensangrentaron al país. La última de estas, conocida como “La Violencia”, se recrudeció a raíz del asesinato del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Ese día se marca como el inicio de una época tenebrosa que habría de durar más de una década y en la cual cumplieron un papel muy importante los asesinos a sueldo, los llamados “pájaros”, como León María Lozano, “El Cóndor”.
Buen libro para entender una parte de la historia Colombiana, en especial la época bipartidista después de la muerte de Jorge Eliécer. Su lectura es rápida ya que maneja un lenguaje coloquial y su estructura es como un informe periodístico.
El personaje es un ferviente seguidor del bando conservador perteneciente a los "pájaros" que su amor por la patria se desarrollo en las calles de su barrio este personaje cruzaría desiertos con tal de acabar su cometido.
Al principio no me gustó como estaba escrito incluso aunque el autor le dice a uno en el prólogo que así va a ser, pero cuando uno se acostumbra es muy difícil dejarlo. No tiene diálogos ni capítulos, se acerca a una crónica, supongo. Eso sí, la historia es muy buena, quizá porque el man simplemente le está contando algo a uno: "esto pasó y esto pasó y esta persona dijo eso esa mañana cosa que luego pasó", uno se puede imaginar los lugares aunque no estén descritos extensivamente, igual creo que el enfoque del libro no son ese tipo de tecnicismos sino la transmisión. Honestamente, parece una historia verdadera y aunque algo o mucho de cierto si debe tener, eso le da puntos. Me pareció super relevante (tristemente), todavía en el 2018, y por eso tiene mis cinco estrellas, aunque se las doy muy fácilmente a los libros que no usan una forma de narrar más común (pero a este se las di por más razones aparte de esa).
JOYA. Palabra perfecta para definir este libro que nos cuenta de manera cruda la época de la violencia vivida en Colombia. Retratando a un personaje histórico como León María Lozano, vamos recorriendo en sus páginas no solo su historia sino la del pueblo de Tuluá de aquella época y como fue bañado de sangre por el afán partidario. Entre la realidad y la ficción porque llegamos a un punto de tanta realidad que se es imposible cree todas las atrocidades que se cometieron en nombre de un partido político. Aunque al principio el libro puede llegar a ser un poco enredado con tantos personajes que nos presenta Gardeazábal por el transcurrir de las páginas se va vislumbrando la maravillosa prosa del autor y en un relato corrido de 175 páginas, va enganchando por querer saber más de los sucesos protagonizados por León María. Una lectura obligada para entender la historia colombiana de la época de la violencia entre 1948 a 1958.
Para mi es una crónica novelizada, con una estructura algo parecida a Crónica de una muerte anunciada de GGM, pero esta historia si esta basada en hechos reales, en una época de violencia partidista que se propago por toda Colombia después del asesinado del líder político liberal Jorge Eliecer Gaitán; en la novela nos ubicamos en el municipio de Tuluá, donde el conflicto estalló generando masacres campesinas sin precedentes, donde los mismo campesinos se alzan en armas contra sus vecinos, y todo por el partidismo político, tantas muertes y tanta crueldad de los vecinos de toda la vida, el silencio y la inexistencia del estado en estas regiones, dejando la ley en manos de León Maria Lozano, un conservador y ferviente católico, que decide convertirse en ejecutor, en verdugo y asesino de liberales, una historia de dolor, terror, maldad, política, religión, abandono, desidia, fanatismo y cargado de las supersticiones que son muy propias de pueblos o ciudades pequeñas.
Bueno, aunque sé que es un libro con un valor y componente histórico muy importante, tengo que ser honesto en cuanto mi experiencia leyéndolo. Creo que tiene puntos positivos como el hecho de mencionar a Tuluá como un personaje más, debo decir que eso en un libro me maravilla, y que me parece de total importancia que existan libros que estén dispuestos a contarnos nuestra historia aunque pueda parecer tedioso leer sobre tantísimos asesinatos y creo que uno de mis problemas con la lectura fue la manera en que se cuenta., no tienes un descanso, sentí como si me empezaran a contar una historia que iba poniéndose aburridora porque ya sabía para dónde iba. Aún así agradezco inmensamente este tipo de libros y considero que pude llegar a entender más la época bipartidista y esa guerra civil terrible en Colombia en los 50. También me gustó mucho el epílogo del autor, aún así por lo tedioso que fué para mí leer el libro, creo que le daría un 2.5, no me atrapó tanto su narrativa.
Sabiendo absolutamente nada del periodo en la historia de Colombia conocida como “La Violencia”, me fue posible empezar este libro sin ningún contexto histórico. Álvarez Gardeazábal fomenta esta lectura de su novela con los pocos detalles que él provee al lector hasta casi la mitad de la novela. Esta decisión le permite al lector ver la transformación de un pueblo típico, con sus habladurías y rivalidades, en el centro de una matanza horripilante. Que el lector vaya descubriendo poco a poco que estos hechos no son licencias novelísticas, pero descripciones casi periodísticas de lo que aconteció vuelve los horrores narrados incluso más espeluznantes. De esta forma Álvarez Gardeazábal logra no solo narrar la historia de una masacre, pero también logra analizar la ubiquidad de la maldad que permite que estos horrores se desarrollen en cualquier lugar.
No sé cómo no había leído antes este libro, siendo yo oriundo de Tuluá. La forma en que Gárdeazabal relata la historia de Los Pájaros parece como cuando te sientas a escuchar las historias de tu abuelo. Con un lenguaje altamente entendible el autor hace que sientas suspenso, tristeza, decepción. Me sentí en la Tuluá de ese entonces.
Este libro es una radiografía de la Colombia de los finales del 40 y principios de los 50, aunque el escenario sea Tuluá. Voy a seguir luego con otras novelas del autor, sin duda me ha dejado un buen sabor.
Deberíamos leer este libro para darnos una idea de esa época, quien no conoce la historia está condenado a repetirla.Cóndores no entierran todos los días.
La primera vez que este libro llegó a mi vida fue cuando estaba en el colegio, aunque no recuerdo exactamente en qué curso estaba. Sin embargo, lo que si permanece en mi memoria es haber leído 10 minutos y pensar "no entiendo nada" y "que aburrido". Hoy, varios años después, puedo entender porque mi profesor nos dijo "esta obra es literatura obligada para todo aquel que haya nacido en Colombia". Lo que vivió Tuluá es, lastimosamente, un episodio más de la violencia que desde siempre ha teñido de rojo nuestro suelo. En el país hay más cóndores que héroes. Conocer nuestra historia podría ser un método para que en el futuro rompamos esa cadena de odio que ha hecho tanto daño a innumerables personas.