Narrada desde una singular y desgarradora voz en primera persona, La mala costumbre recorre la adolescencia de una niña atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, que intenta comprenderse a sí misma y al mundo en el que vive, desde su infancia en una familia de clase obrera en el barrio de San Blas, arrasado por la heroína en los años ochenta, hasta las noches clandestinas en el centro de Madrid de los noventa. Como en una versión bastarda del viaje del héroe, yonquis, divas pop y ángeles caídos la acompañan en un viaje vital en el que, al final, serán otras mujeres quienes le ayuden a superar la violencia que encuentra a cada paso.
La mala costumbre es una novela cruda y feroz, pero también poética y conmovedora, en la que los extremos se tocan para mostrarnos por qué el resentimiento y la rabia contra el sistema son completamente válidos para sobrevivir en una sociedad que no acepta a los que son diferentes.
Alana S. Portero (Madrid, 1978) es una escritora, poeta, dramaturga y directora escénica española que escribe sobre cultura, feminismo y activismo LGTB con un enfoque concreto en la realidad de las mujeres trans.
Nació y se crio en el barrio de San Blas en Madrid, y se licenció en Historia, especializándose en Historia Medieval, por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Es escritora, dramaturga y directora escénica.
Es cofundadora de la compañía de teatro STRIGA, que dirigía y en la que actuaba. Escribe sobre cultura, feminismo y activismo LGTB para varios medios, como la revista Agente Provocador, ElDiario.es, El Salto, SModa y Vogue España, además de en su propio Patreon.
Portero ha escrito diversos libros de poemas: La habitación de las ahogadas (2017); La próxima tormenta (2014); Irredento (2011); Fantasmas (2010). También es suya la obra de teatro Música silenciosa (2008). Además, ha colaborado asimismo en numerosas antologías como La revuelta del pueblo cucaracha (2013), El descrédito (2013), Mundo Subterráneo (2015), Alcasseriana (2016), Vidas Trans (2019) o Asalto a Oz (2019).
La mala costumbre es su primera novela, que narra en primera persona la experiencia de una niña trans atrapada en un cuerpo que no sabe habitar. Presentada con gran éxito en la Feria del Libro de Fráncfort de 2022, se ha traducido a diversos idiomas, incluidos el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el neerlandés.
«Esto es lo nunca visto». Ese es el primer pensamiento que se me vino a la mente una vez leídas las primeras páginas de esta novela. El resto del libro me confirmó que mi primera impresión era acertada. Esta novela es lo nunca visto (porque pocas veces he leído textos tan bien enhebrados, tan afilados, tan acogedores) y, por lo que habla, podríamos decir que trata de lo nunca visto (porque sus personajes, sus marginalidades, sus vivencias y sencillas aspiraciones no son casi nunca protagonistas de la gran literatura). Mil, dos mil páginas habría leído de esta novela que me he tenido que dosificar (solo dos capítulos por sesión de lectura y solo los días en los que tenía los sentidos al 100%) por ser consciente de que solo una vez la podría leer por primera vez.
A modo de constelaciones familiares de gente que no se toca nada pero que ha vivido lo mismo, Alana Portero cuenta una historia de clase social, adolescencia y descubrimiento de la propia identidad de género en el Madrid de los años 80. Y lo hace de una manera única: convirtiendo lo más ordinario, lo más prosaico, lo más gris... en único, extraordinario, legendario. Una chica trans va creciendo y asumiendo quien es y, en su camino, como en una novela de caballerías, como en un folletín de aventuras, se encuentra con personajes que le susurran verdades, que le muestran el futuro, que le enseñan el camino. «La mala costumbre» es una novela eminentemente social, en la que la clase y la cuna son las canalizadoras de casi todo lo que pasa, pero es también, de alguna forma, un relato mitológico. Un aire de leyenda le da vida al gris escenario en el que nos hemos criado todas las personas de clase trabajadora y hace que la barriada se convierta en un escenario mítico. Porque cualquier lugar es Delfos cuando está habitado por hechiceras.
En «La mala costumbre» está Allen Ginsberg y Capote y Camila Sosa y Lemebel, sobre todo Lemebel. Porque Alana nos ha regalado a una nueva Loca del frente: tan frágil y decidida, tan lúcida y desastrosa, tan valiente y asustada. Portero ha hecho historia. Su libro se va a convertir en el éxito internacional que merece ser. Y ella está a punto de entrar al Olimpo de quienes escriben algo que cambia un poquito el mundo.
Me he quedado colgadísimo de este libro y de su autora. Se pueden decir tantas cosas de él que no sé bien por dónde empezar, así que solo señalar que fue una compra impulsiva tras escuchar en algún lado que era bueno, leer un par de páginas de las que se ofrecen de muestra para testarlo y recibir un puñetazo de los gordos en todos los sentidos. No es que el libro fuera bueno, es que era buenísimo. Excepcional. Y pensé: bueno, son solo unas paginas de vértigo, después bajará a la biblioteca de los libros mortales, como los demás. Pues no. La novela no se cae del paraíso y encima no te empacha.
Adelanto que no sabía cuál era la temática y mejor, porque habría pensado que era una novela de moda y oportunista y habría pasado. Es un libro excepcional y delicioso y muchas cosas más que mejor que el lector descubra por sí mismo, que no soy yo de spoilers.
"La mala costumbre es una novela cruda y feroz, pero también poética y conmovedora, en la que los extremos se tocan para mostrarnos por qué el resentimiento y la rabia contra el sistema son completamente válidos para sobrevivir en una sociedad que no acepta a los que son diferentes".
Dura, desgarradora, tierna y conmovedora.
¿Qué me ha gustado del libro?
Nos dice Alana S. Portero : "No dejaré que le pongan la etiqueta LGTB a mi novela para hacerla pequeña, porque no lo es" , y lleva razón, porque es una gran novela.
La autora nos narra lo que fue crecer en San Blas, un barrio obrero de la periferia de Madrid, considerado conflictivo, en los años ochenta y noventa del pasado siglo. Viviendas humildes, falta de infraestructuras y el azote de la heroína que acabó con toda una generación. En este contexto, transcurre la infancia y adolescencia de la protagonista, una niña trans, que no se atreve a decir que lo es. Alana S. Portero hila ambos temas de maravilla, lo que es la vida cotidiana en el barrio y los sentimientos de una niña de ese barrio atrapada en un cuerpo que no sabe habitar.
El libro está escrito en una primera persona muy potente. Nos transmite la dureza de las situaciones que describe, pero también emotividad y ternura. Es una novela que narra y es una novela de retratos.
El retrato del San Blas de aquellos años es impecable. El barrio y sus gentes, un microcosmos en sí mismo. Como ya he comentado, Alana, lo describe con crudeza y cariño a un tiempo. Gente obrera, como los padres de la protagonista, que trabajaba de sol a sol para sacar adelante a su familia. Gente diversa, aceptada por unos y señalada por otros. Y mala gente, maltratadores y abusadores a los que la cultura patriarcal imperante dentro y fuera del barrio dejaba campar a sus anchas.
Igualmente bueno, el retrato del Madrid de los ochenta y los noventa. La estampa que nos dibuja es realista, describe Madrid como era, como es, con su grandeza y sus debilidades, y lo hace desde su sentimiento de ser madrileña. El amor de la autora por su ciudad es innegable y contagioso. Me quedo con su descripción del Chueca aperturista naciente y sobre todo con los paseos de vuelta a casa de la protagonista que recorría a pie el camino que la separaba del centro hasta su barrio.
El retrato de la infancia y la adolescencia de la protagonista, cuando todavía no tenía un nombre con el que identificarse. Me deja una infinita sensación de tristeza la soledad con la que creció. La protagonista sabe del rechazo que suscitan y la violencia a la que se exponen los que no encajan en la categoría de binario y heterosexual. Durante muchos años opta por no hablar de ello con su familia, por no salir del armario. Lleva una doble vida, la de quien habita un cuerpo que no comprende de día y la de la noche cuando se transmuta en quien quiere ser. Esa doble vida la desgarra y, desde su adolescencia, le repercutirá a nivel escolar, laboral y de salud mental.
El retrato de los personajes secundarios, Margarita, Eugenia, Jay, Antonio. Esa otra familia que sabe quién es ella, con la que sí puede hablar.
El final. El retrato de una catarsis.
En conclusión. Una novela dura y conmovedora, que me ha tocado la fibra y me ha gustado más de lo que esperaba cuando la compré. Recomendable.
Personalmente diría que leer algunos libros en concreto tienen el potencial de hacerte mejor persona si te abres y consigues conectar con lo que te cuenta la historia. Y este es uno de ellos.
No sé muy bien qué decir de este libro que me ha emocionado en muchas de sus partes, me ha hecho ver la vida de otras formas que me eran ajenas, me ha hecho sufrir con las injusticias que en él aparecen, me ha hecho desear con todas mis fuerzas un mundo mejor para todas las personas que habitamos en él.
Cómo una persona puede contar semejante sufrimiento con una sensibilidad y un cariño hacia todo lo que representa la vida y la libertad como lo hace la autora. Cómo se puede mantener viva la llama de la esperanza en un mundo tan hostil. Cómo puede hacer que se te caigan las lágrimas no sabes muy bien si por tristeza, rabia o belleza, o todo a la vez. Cómo puedes salir de esta historia indemne.
Imposible mirar para otro lado después de leer esta novela. Imposible negar lo que es tan real.
Obra maestra, si pudiera le pondría 10 estrellas. Qué manera de escribir tiene Alana, qué manera predicas y filosa de hacernos llorar con una niña que no quiere ser niño. Es una novela de desarrollo, acompañamos a nuestra protagonista durante todo el dolor y silencio que tiene que vivir por nacer en el cuerpo equivocado. Ojalá pudiera desleerla para volver a leerla.
Partamos de la base de que este libro trasciende lo literario. Es un libro pertinente y necesario en los tiempos que vivimos, un libro que se adentra en lo confesional y lo confesional no puede ser evaluado en términos habituales. ¿Cómo voy a juzgar yo si las experiencias de alguien no son valiosas?¿Cómo decir que lo que alguien quiere decir es malo o feo?
Ahora bien, si nos centramos en lo literario este libro me parece bastante limitado. Por momentos incluso mal escrito, con expresiones manidas, incluso con errores de expresión, con redundancias... me sorprendió que un editor no propusiera modificar determinados fragmentos que, bueno, no serían aceptables en cursos de escritura. Por ejemplo, esa visita de la protagonista al café de Chueca con su primer amante. No puedo plasmar lo poco que me gustó ese momento. O, y esto ya quizá es personal, que en un libro de diga "es bajo de estatura" ya me saca por completo. ¿De qué va a ser bajo en una descripción física?¿De batería?
Otro error desde mi punto de vista es que la protagonista siente mucho, sí, pero me lo explica. Me dice cómo se siente con muchas palabras, le da vueltas, lo adorna... pero yo de una novela espero que me lo muestren y no me lo expliquen. Además, tengo problemas con la voz en primera persona, sobre todo cuando narra la infancia (que por otro lado es lo mejor de la novela con diferencia). No me queda claro si me lo cuenta el yo niña o el yo adulta, y hay momentos en los que la niña tiene pensamientos y reflexiones que no son propios de una niña. (Qué difícil es escribir con la voz de un niño/a, en cualquier historia)
También me ha parecido que los personajes que rodean a la protagonista son bastante planos, unidimensionales, son malos malísimos o buenos buenísimos sin apenas entender sus motivaciones. Lo del Marrano, por ejemplo, parece una caricatura sin más. La Moraíta es retratada casi como una santa, una hagiografía. Los padres sí que me parecen unos personajes bien plasmados, sobre todo porque me muestra cómo son con actos y palabras sin tener que abusar de la explicación.
En el lado positivo tengo que decir que me alegra que se cuenten historias dentro del colectivo LGBT+ que no se centren en la oscuridad, que tengan golpes de luz, algo de optimismo. Y sobre todo que sean voces autorizadas por su experiencia vital.
No te atrevas si: para ti lo literario debe prevalecer sobre lo testimonial o confesional y no te gusta que te digan obviedades Te gustará si: (esto cogedlo con pinzas, porque no estoy seguro) vibraste con la serie Veneno o Las malas, de Camila Sosa (aunque cualquiera de las dos es mucho mejor)
El mayor alivio de una mujer que se está descubriendo sea quizá el saberse acompañada por otras que ya se han descubierto antes.
La historia, sencilla de leer, seguro no fue ni la mitad de sencilla de vivir, y es por eso que puntuar este libro sería un acto de frialdad que no me atrevo a cometer.
Alana, qué alegría verte tan arriba ahora. Espero que por dentro te sientas igual <3
ay, chicas. no tengo palabras. qué regalo de libro.
me lo he terminado leyendo por la calle mientras lloviznaba porque mi bus se había estropeado, y ha sido catártico y precioso y triste y todo a la vez.
ojalá fuese más largo porque me habría leído mil páginas escritas por alana, es mi única queja 💔
No hay mayor talento para alguien que cuenta historias que ser capaz de explicar lo que no se puede explicar, de permitir a los que no podemos imaginar ciertas experiencias que nos acerquemos a ellas y, quizá, poder entender un poco, iluminar un poco lo oscuras que nos resultan. Creo que Alana podría explicar el color verde a un ciego de nacimiento.
Esta breve novela es y no es autobiografía, cuánto de cada no lo puedo saber. Nos narra lo que fue nacer mujer trans en un barrio obrero de Madrid en los 80 y 90, desde el darse cuenta de que eras distinta a lo que todos pensaban, hasta el día de la aceptación y empezar a vivir quién eres de verdad. No es una vida completa, es una etapa, pero es mucho.
Nos contamos historias en parte para entender lo que es ser humanos. Alana nos abre una puerta a una parte de la diversidad humana que muchos no podríamos ni concebir por lo lejano de nuestra experiencia, y por eso le estoy agradecido. Le pondría seis estrellas pero no puedo. Gracias, Alana.
Una prosa afilada como una lanza. Como un cuchillo. Como un estilete que entra hasta el fondo de nuestro ❤️. Y duele. Pero sigues leyendo hasta el final y sientes que se quedará para siempre.
“La mala costumbre” narra la vida de una niña trans desde su más tierna infancia hasta que alcanza la madurez, plasmando el proceso que conlleva sentirse atrapada en un cuerpo que no siente que le pertenezca, rodeada del desprecio de los demás hacia la existencia de otras mujeres como ella. Esta niña crecerá en los años 80 en un pequeño barrio obrero asolado por la heroína. Una época de cambios pero aún llena de prejuicios, no tan alejada aún de la dictadura y de la represión que esta produjo, y que sigue teniendo consecuencias a día de hoy.
Me va a costar explicar lo especial que me ha parecido este libro. Alana maneja la palabra como pocas veces he visto, su escritura te absorbe completamente, te lleva de la mano por todas sus páginas, estrujándote el corazón a cada momento. Hace magia con cada palabra, con cada frase, con cada párrafo. Sumergirme en su escritura ha sido toda una experiencia, todo un revoltijo de emociones, te lleva de la felicidad a la tristeza, de la ternura a la impotencia, de la ilusión al dolor. Me alucinan esos autores que son capaces de provocar en el lector tantas emociones a la vez.
Me he sentido completamente comprendido por las reflexiones que compartía la autora a través de su protagonista. De alguna manera he encontrado respuesta a las ideas y las reflexiones que el Jesús niño se hacía sobre muchos temas, especialmente en relación a como las personas te tratan cuando te sienten diferente, lo vulnerables que son los niños ante muchos de los comentarios y actitudes de los adultos, ya que estos pueden llegar a destruir la confianza y la seguridad de una mente que aún está formándose, que aún está buscando encontrarse, descubrirse.
El libro ha conseguido emocionarme en cada capítulo y no han sido pocas las lágrimas que me ha sacado. A través de las páginas, conoceremos a diferentes personas que influyeron en la vida de esta niña de alguna manera u otra, y, en especial, se centrará en varias mujeres en las que nuestra protagonista encuentra un espejo donde mirarse. Parecerse a estas mujeres primero la asusta, ya que ve como la sociedad las trata, pero pronto se convierten en su aliento, en su refugio. A través de ellas va aprendiendo a conocerse, a aceptarse. El libro desprende sororidad a raudales, mostrando de una manera increíblemente dulce como se apoyan y quieren estas mujeres las unas a las otras.
Es un historia muy dura, escrita con una prosa muy bella, pero muy cruda, que resulta de vital importancia en la actualidad. Pese a que a veces no lo parezca, por la barbaridad de cosas que aún tiene que aguantar la comunidad LGTBIQ+, es cierto que se ha conseguido mucho, pese a que la amenaza de tiempos más oscuros siempre aparezca por el horizonte. Por eso, libros como “La mala costumbre” son tan necesarios, porque consiguen mostrar a la perfección todo lo que podemos perder, a donde podemos volver. Es imposible no empatizar con nuestra protagonista, con esa voz que quiere vivir con ilusión, pero siente que se la tratan de quitar a cada paso que da. Sin embargo, sigue avanzado, como ha visto hacer a muchas otras mujeres. Porque si algo define a la comunidad LGTBIQ+ es la resiliencia, esa capacidad de seguir, de sobreponerse, y la autora expresa esto muy bien.
Solo me queda ya recomendarlo encarecidamente a todo el mundo. Se lo recomendaría a todo el que viva la lucha en sus propias carnes y a todo al que la comprenda y la apoye, pero también se lo recomendaría a todo aquel al que la empatía se le resiste, al que todavía no lo entiende o no quiere entenderlo. Si ni siquiera se curan de la falta de empatía con la prosa de Alana, con su habilidad para darle sentido y significado a todo lo que muchos hemos sentido o pensado mientras crecíamos, es que no tienen remedio. Leed este libro, por favor, leedlo.
No hay palabras suficientes para describir el viaje por el que esta lectura me hizo vivir.
En un principio sentí que estaba leyendo relatos organizados cronológicamente, cuyo propósito era contar los episodios claves en el crecimiento de una niña y cómo ciertos acontecimientos terminan formando a un ser humano. Sin embargo, a medio camino me di cuenta que este era un libro cuya historia iba más allá. Hay un punto sin retorno, en donde la infancia se desvanece hacia una dolorosa adolescencia, y sin darte cuenta te encuentras leyendo el escondite de los sentimientos y miedos íntimos de una chica reprimida.
Me vi conmovida por cómo una persona expresa sin tapujos su necesidad incipiente por pertenecer y ser amada, aunque eso implique ser infeliz. Me vi conmovida por una historia de la que, aunque no fuera escrita para mí (una chica normativa más), me llenaba el corazón que fuera para todas aquellas chicas cuyas historias son olvidadas o invisibilizadas. Me gustaría destacar, personalmente, todas esas referencias mitológicas que servirían como parta aguas e incluso de presagio, de lo que algunos personajes tendrán que pasar. Fue un detalle que me encantó leer y que le otorgaría un toque místico a la narración, casi como si se tratara de una leyendo solemne. Muy bello de leer.
Una vez estas dentro del contexto social, el libro te come. Está tan bien situado y descrito que te sientes dentro de él. Las calles de Madrid se vuelven protagonistas, más allá de ser el escenario en que el se desarrolla esta historia, para darle forma a una protagonista formidable, sensible y compleja, una cuya fuente de aprendizaje son las personas que va conociendo por el camino y que se vuelven fundamentales para descubrirse así misma. Son las calles quienes la forman, le dan un lugar seguro e incluso son testigos de sus más dolorosos golpes.
Esta es una novela atronadora, que una vez la terminas se queda contigo días. No podría recomendarla más, yendo directamente a mis mejores lecturas del año.
llevo un rato dudando en si ponerle 4 o 5 estrellas😭… así que lo dejo en 4,5 :) me encanta cómo está escrito, es precioso y me parece una lectura imprescindible por ponerle alguna pega, el final me ha gustado mucho pero me ha sabido a poco🥺 me hubiera gustado saber un poquito más, siento como que me ha dejado un poco a medias.. por lo demás 10/10, me lo he bebido literalmente en 1 día qué maravilla!! ❤️🩹
El comienzo es prometedor y lo he disfrutado. Buena ambientación y recreación de la época, presentación de personajes, voz emotiva en primera persona y ese encanto que suelen tener las vivencias infantiles de un protagonista que rememora desde la madurez. Pero hasta ahí. Una vez recorrido este primer tercio de la novela, se acabó la magia. Lo que quedará entonces será un abuso disperso de vivencias y personajes que entran y salen, con poca continuidad narrativa y un exceso de petulancia literaria cargadita de metáforas preciosistas, referencias mitológicas y filosóficas, y una búsqueda demasiado forzada de la frase exquisita. Y eso, sin entrar claro está, en el maniqueísmo y uso de clichés desmedido, propios de la temática que aborda la novela. 2.5, que hoy toca redondear a 3, porque es corta y esto le beneficia.
Me ha impresionado muchísimo esta novela. Es verdaderamente desgarradora. Alana, te felicito por poner en palabras todo este chorro de sentimientos y hacer ver lo que le ocurre a mucha gente. No sé si esta novela es autobiográfica, pero tanto si lo es como si no, has expresado lo que quieres contar de una manera absolutamente impresionante y conmovedora. Un diez sobre diez, no sólo por el contenido, sino también por tu talento como escritora. Alex nos cuenta en primera persona su sufrimiento por haber nacido como hombre, cuando su alma es la de una mujer. Su vida fingida de cara a su familia y amigos, en un barrio de Madrid, en los 80-90, escondiendo sus sentimientos, atrapado y camuflado en un mundo que no es el suyo. Atrapada y doblegada, con una soledad interior abrumadora y una desesperanza absoluta. Quiero pensar que el final de la novela es un resurgir de la protagonista.
Estoy ante una novela que desde el primer capítulo, me agarró fuerte y me llevó directa a una España de los ochenta y noventa donde crecer como persona trans era como vivir en un campo de batalla. Mientras leía recorrí un barrio obrero lleno de esquinas grises, donde la protagonista intenta encontrarse mientras el entorno se empeñaba en aplastarla. Alana logra retratar ese contexto con crudeza y una sinceridad brutal, mostrándonos de primera mano el odio, la incomprensión y la violencia a la que se enfrentaba alguien que se salía de la norma de la época. Alana tiene una forma de escribir que va directa al grano, sin maquillar el sufrimiento ni endulzar la realidad. Lo que ella plasma es tan visceral y tangible que a veces quería cerrar el libro y tomar aire, pero al mismo tiempo no podia dejar de leer. La protagonista va navegando entre el rechazo de su propia familia, la dureza del barrio y el desprecio de una sociedad que no sabe aceptar la diferencia. No es una historia para quienes busquen un relato optimista o fácil; es un golpe en el estómago y, a la vez, una invitación a mirar de frente una realidad incómoda. Pero no todo es sufrimiento en esta historia y ahí está lo que la hace tan especial. Entre tanto dolor y enfrentamientos, aparecen lazos humanos que sostienen a la protagonista. Son esos momentos de amistad y apoyo mutuo los que me aliviaron la lectura y le dieron un toque esperanzador, porque, al final, la novela trata también de la resiliencia y del poder de las relaciones que uno elige. Alana nos muestra que, aunque el entorno sea hostil, uno puede construir una familia de quienes eligen quedarse y compartir la carga. La mala costumbre es una novela que vale la pena leer si uno está dispuesto a exponerse a una historia dura, a momentos tristes, pero profundamente real. Es una mirada directa a una experiencia que pocas veces se retrata en la literatura con esta franqueza. Puede que no sea una novela cómoda, pero es una lectura necesaria, que deja pensando y con una empatía renovada.
No lo olvidaré en la vida. Lo tengo todo subrayado. No hay ni una reflexión sobre clase, trabajo, deseo, género, familia o amor que se le escape a Alana S. Portero. Hay quorum en que es una novela magnífica, consciente, situada y con golpes de realidad y no falta razón. Pero, sobre todo, es una novela que está llena de vida, genealogía y fantasía. Porque, como dice la protagonista, las vidas trans, maricas, bolleras, bi, asex, interesex, queer también son gloriosas.
We have the right to a glorious life, that our hardships are imposed upon us, not something we're born with like a witch's mark
This is an achingly tender story, structured like a memoir, of a trans woman's coming of age. Set in a working class area of Madrid in the 1980s forwards, this has something of the vibe of My Brilliant Friend with added queerness.
The writing is frequently gorgeous, the voice alternates between the sassy and the oppressed, and characters are delineated with impressive vividness, even when they are only sketched in like a bar owner, Antonio, in the gay district with his photos of all his beloved friends lost to, it's implied, AIDS/HIV.
There's so much pain, confusion and anguish in this book but the suffering is offset by the love of the narrator's parents, her brother, and her own joy in beauty. Margarita is a standout character whose own tragic constraints serve as both conduit for the narrator's healing compassion and catalyst for her own final embracing of herself.
Lyrical, big-hearted without being sentimental, and involving, this feels like a breakthrough voice that we don't often hear in mainstream literature.
Many thanks to 4th Estate for an ARC via NetGalley.
Mi mejor lectura en lo que va de año. La manera de escribir de Alana, cruda pero poética; directa pero alegórica; me ha cautivado; y la historia que cuenta, prácticamente autobiográfica, tiene la capacidad de conmover y de interpelar directamente al lector, aunque sus vivencias y circunstancias no coincidan exactamente con las de la autora. Y es que hay algo universal que se entreve en todas las historias de desarrollo que se centran en los detalles más mundanos (el barrio, la familia, los vecinos, el primer amor...). De esta historia se pueden extraer muchas lecturas pero quizá una de las más importantes es la de darnos cuenta de que todos somos muy similares, que nuestros miedos, anhelos, necesidades no distan tanto unos de otros, que sin referentes no somos apenas nada, y que solo siendo nosotros mismos podemos aspirar a vivir de verdad. Por favor, no os la perdáis. Hay libros que hay que leer, aunque duelan.
«Adorei tudo, e gostei especialmente da forma como termina — é quase que o fechar de um ciclo que nos permite imaginar as coisas boas que aconteceram depois. Recomendo imenso este livro, ficará certamente como um dos meus favoritos deste ano e como uma recomendação que farei várias vezes, a vários tipos de leitores diferentes.»
*Alana Portero nos entrega una novela que es, a mi gusto, necesaria -acaso no obligatoria- y absolutamente inolvidable. Nos relata la infancia y adolescencia de una niña trans que crece en los márgenes de un barrio obrero madrileño en los años ochenta y noventa. Desde muy pequeña, la protagonista reconoce en secreto lo que es y lo que desea ser, mientras aprende a sobrevivir en un entorno hostil donde la droga, la violencia, la precariedad y la ignorancia se mezclan con la ternura y los destellos de una belleza que muchas veces se pasan por alto al deber sobrevivir entre tantas otras cosas malas que la opacan. La narración nos encamina hacia la vida de nuestra protagonista en un relato íntimo, un recorrido por los espacios que a través de los años la marcan y que forman parte de su exploración y auto descubrimiento: la casa familiar, los bares, las diversas calles de Madrid -entre ellas, la avenida donde se refugian los rechazados y marginados, las disidencias, todos aquellos no pueden ser ellos mismos mientras el sol está alto aún. Alana se encarga de contarnos una historia particular, y a través de ella cuenta la de tantas otras personas que por el solo hecho de existir y ser alguien que incomoda al resto, tienen que dar explicaciones, justificarse y casi pedir permiso para el solo hecho de tener un lugar en el mundo. El tono de la narración se mueve entre la crudeza y la delicadeza: la autora no endulza el dolor ni la exclusión, pero tampoco renuncia a rescatar los momentos de amor, deseo y complicidad que hacen posible resistir y dejar de justificar el simple existir frente a otras personas. El tránsito hacia la adolescencia se convierte en una búsqueda de dignidad y en un gesto de afirmación contra la mirada que la sociedad intenta imponerle. La mala costumbre es una novela que inicia y avanza en un camino muy poco alentador, con pobreza, vicios, hambre y marginalidad. Sus páginas están repletas de la descripción de cuerpos como personajes que acompañan y enriquecen el auto descubrimiento de la protagonista. Cuerpos que a la vista de otros son feos, incómodos de ver, que se escapan de lo tolerable porque visten ropa femenina o lucen maquillaje. Es un color gris que mancha la historia y la vida de personajes entrañables y hermosos a los que uno como lector solo quiere darles la mano mientras los acompaña por las noches, para que se sientan al menos un poco más seguros mientras intentar ser ellos mismos. Son personas que se agarran con uñas y dientes del afecto que les da ese otro que los entiende porque viven y sobreviven lo mismo. La prosa es memoria herida, pero también celebración de la vida que se abre paso a pesar de todo, que deja de pedir permiso y comienza a exigir su lugar en el mundo después de vivir en silencio durante demasiado tiempo. La escritora hace resonar a través de sus páginas los ecos de una España que comenzaba a cambiar, pero que seguía cargando con viejos prejuicios contra los que lucha su personaje principal. Es un libro que duele, porque obliga a mirar lo que tantas veces se quiso -y todavía- se busca esconder. Pero también es un libro que abraza y que resulta un mimo, pues nos recuerda que la memoria personal es siempre memoria colectiva, que la supervivencia no es solo individual sino comunitaria, y que es muchas veces ese otro afecto que encontraste porque la vida te obligó a buscarlo fuera y de noche, el que termina salvándote. Solo quiero decirles a quienes se animen a leerlo, que no importa cuán difícil les resulte a ratos la lectura, por favor sigan leyendo. Mientras yo leía, me sentí muy triste y desesperanzada durante muchísimos pasajes del libro, y me hubiera gustado saber o tener un indicio de que en algún punto la narración dejaría de sentirse como un corte doloroso y pasaría a sentirse como un té calentito que te recorre el cuerpo frío o un abrazo de quien te quiere y acepta tal y como eres. Ese es el regalo que puedo entregar con esta reseña: Alana le hace sentir ese calor al lector.
"La mala costumbre" se trata de una enciclopedia de mujeres referentes, en concreto las de nuestra protagonista, con las que narra su historia de identidad dentro del contexto social del barrio obrero madrileño de los años 80 y 90. El mensaje es claro y cruento: no somos nadie, sin nadie. Y me ha resultado una lectura que va directa al corazón, que habla de (y desde) los fondos, de eso a los que los de arriba llaman el barro.
En líneas generales me ha gustado, pero me habían hablado tan bien de esta novela que no esperaba que me dejara así de frío. Me ha resultado poético pero a la vez con una forma de expresión bastante cansina.
Aún así, me parece una novela necesaria cuanto menos, sobre todo en este momento convulso que vive la comunidad trans en nuestro país.
Me sabe mal puntuar por la parte autobiográfica y las realidades que cuenta la autora (ya que en ese caso serían 5/5 ⭐⭐⭐⭐⭐), pero me voy a centrar más en mi sensación final con la lectura en sí. Sin duda el ejercicio personal de Alana para escribir lo que ha escrito, es de aplauso.
Em menos de quatro meses voltei a ler esta maravilha, desta feita, na edição portuguesa, com a cuidada tradução da Helena Pitta. Alana S. Portero escreve uma das mais potentes histórias que retrata, com complexidade e intersecionalidade, a história de uma pessoa trans e a história de um bairro operário na Madrid do final dos anos 80. Esse cruzar de mundos é uma das mais valias do livro. É um texto e uma narrativa perfeita que me encanta em cada detalhe de cada página.
De lectura obligatoria. Una historia dura y sincera que atrapa desde las primeras líneas y no te dejan hasta el final. Narrada en los años ochenta, pero hay cosas que no parecen avanzar por muy liberales que aparentamos ser. Pondría está lectura en institutos. Para remover consciencias. Todo mi apoyo a una causa que aún no a conseguido liberar sus cadenas. Gracias Alana S. Portero, gracias a Peluca, Margarita, Estrella, las Moiras (Eugenia, Raquel, Paula).
Descobre-se que se acabará sendo mulher através dos exemplos que estão mais perto, da sede de referências, da necessidade de se participar da herança que as mulheres deixam umas às outras e que é alheia aos homens.
“Maus Hábitos” é uma obra de formação contada com muita alma e muita entrega, por vezes a resvalar para o preciosismo na linguagem, de onde sobressai o que mais importa: um elo invisível e intergeracional entre mulheres, quer sejam cis ou trans, e uma família unida que, sem reconhecer formalmente a diferença do seu elemento mais novo, o aceita e acarinha. É num bairro operário, habitado também por mulheres que não se enquadram nos estereótipos, que cresce a protagonista, uma menina que não sente que o corpo de rapaz que habita seja o seu e que, nos momentos de disforia, dança ao som de Madonna e Irene Cara, fazendo ao espelho as poses do filme “A Mulher de Vermelho”, numa súmula gloriosa de referências aos anos 80.
Não sabemos o que é dançar com um desespero adolescente até o fazermos ao som de ‘Papa Don’t Preach’ no volume máximo, ou a sensação de fuga que provoca correr com ‘Cemetery Gates’ dos Smiths no walkman. (…) Os Depeche Mode também me levavam longe e The Cure e Elton John faziam-me chorar como quando me via ao espelho tentando encontrar alguma coisa para amar.
Assistimos ao seu crescimento, à descoberta da sexualidade e às primeiras tentativas tímidas de procurar a sua própria comunidade e de se assumir como quem é, embatendo de frente com a intolerância, o que traz escoriações físicas e mentais.
Estava vazia, para lá do medo, submetida. Era uma mulher e isso não se extraía como se fosse um tumor, mas podia inibir-se, caso se aplicasse pressão suficiente. E isso eu própria fazia. Aplicar pressão e fechar a minha cela por dentro. A questão é que as mulheres são tenazes e, de vez em quando, arrancava as paredes do meu cárcere, dava pontapés nas paredes, gritava e arrepelava-me como uma bacante.
No final, de volta ao bairro e às figuras da sua infância, dá-se a catarse.
Não tinha nome, mas existia. Habitava a minha própria lenda; não tinha nome, mas era Hécuba triunfante, Cassandra, Carmilla, Lá-Fora-No-Telheiro, a madrasta da Branca de Neve, a Bikina, a Llorona, a Dama do Lago, Afrodite, Cristina Ortiz, Roberta Marrero, sóror Juana Inés e a Rainha de Maio. Era todas as mulheres.
Menudo viaje. Qué libro, que bendito don de palabra. Que tristeza tengo guardaita en el pecho y qué cobijo cada página. Alana ha hecho que necesite un huequito en las entrañas ajenas para usarlas de trinchera, al menos, hasta que las carnes (también la mía) sirvan de barricada.
una cosa l'Alana Portero és conscient q ella i la Rosalia son les dues úniques entitats al món que estan a la mateixa distància de la Dua Lipa i la Belén Esteban? quant al llibre: 😭😭😭😭❤️🩹😭😭🥹🥹🥹🥹odm però quina preciositat de llibre!!!! Com m'encantaria traduir-lo al català!!! d'un relat duríssim n'ha fet una història súper bonica escrita amb un castellà total que juga amb argot i amb registres d'una forma que em sembla súper súper lloable!! amor infinit a aquesta senyora i a aquest llibre, ja friso per foter-me'n més coses pel trussy (començaré pel vídeo/entrevista/xarla de keridas/conveesa banc sabadell q van fer amb la Dua Lipa)
Tenía razón todo el mundo cuando decía que este es uno de los libros no ya del año sino de la década. El talento que tiene Alana con las palabras es una cosa insultante. Cómo maneja el lenguaje en cada capítulo es algo bellísimo ante lo único que puedo hacer es quitarme el sombrero. ¿Y qué decir de la historia que cuenta? Pues que es tan bonita como dura, triste y desgarradora. Su viaje es inolvidable. Y la gente de los barrios madrileños que la acompañan también. Hacía tiempo que no leía un libro que retratase tan bien la vida de barrio española de los años 90. Recomiendo muchísimo que os hagáis con una prueba gratuita de Pódimo o Audible para que podáis disfrutar el audiolibro, porque lo que vuelve a hacer Alana poniéndole voz a sus palabras escritas es algo mágico y conmovedor. No dejéis de leerla. O de escucharla, que es todavía mejor.