Como todo el mundo sabe, cuando el Príncipe Azul despertó a la Bella Durmiente, se casó con ella y se la llevó a su reino. Pero las historias no siempre acaban en el momento feliz, sino que la vida sigue y comienzan los problemas. Esta es la verdadera historia de cómo la Bella Durmiente se encuentra con la vida real, una vida en la que su príncipe no es tan azul ni su reino tan maravilloso, y en la que además entra en juego un oscuro personaje: Selva, la temible Reina Madre.
(Barcelona, 1925-2014) Escritora española. Novelista destacada de la llamada generación de los "niños asombrados", su obra describe el ambiente de la posguerra civil. Ana María Matute se dio a conocer en la escena literaria española con Los Abel (1948), una novela inspirada en la historia bíblica de los hijos de Adán y Eva, en la cual reflejó la atmósfera española inmediatamente posterior a la contienda civil desde el punto de vista de la percepción infantil. Este enfoque se mantuvo constante a lo largo de su primera producción novelística y fue común a otros representantes de su generación. Las novelas de Ana María Matute no están exentas de compromiso social, si bien es cierto que no se adscriben explícitamente a ninguna ideología política. Partiendo de la visión realista imperante en la literatura de su tiempo, logró desarrollar un estilo personal que se adentró en lo imaginativo y configuró un mundo lírico y sensorial, emocional y delicado. Su obra resulta así ser una rara combinación de denuncia social y de mensaje poético, ambientada con frecuencia en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de la posguerra.
Ana María Matute fue galardonada con el premio Café Gijón por Fiesta al noroeste (1953) y con el premio Planeta por Pequeño teatro (1954), novela a la que siguió En esta tierra (1955). También recibió el premio de la Crítica y el Nacional de Literatura por Los hijos muertos (1958).
Más tarde escribió la trilogía Los mercaderes, integrada por Primera memoria (1959), Los soldados lloran de noche (1964) y La trampa (1969), que tuvieron un gran éxito. La torre vigía (1971) es la historia de un adolescente que debe iniciarse en las artes de la caballería; aunque sigue la línea de las anteriores, se da en ella un cambio histórico de ambientación hacia el período medieval, rasgo que se prolongó en las obras de su madurez, publicadas tras un dilatado período de silencio literario. Así, su novela Olvidado rey Gudú (1997) plantea una extensa y compleja trama de acontecimientos centrados en las disputas mantenidas en el transcurso de la décima centuria por el rey de Olar, Volodioso, y sus enemigos, el barón Ansélico y la hija de éste, Ardid. Asimismo, su novela Avanmarot (1999) tiene como escenario la época medieval.
Matute cultivó además la narración corta, reuniendo sus relatos en volúmenes como El tiempo (1956), Historias de la Artáila (1961), Algunos muchachos (1968) y La virgen de Antioquía y otros relatos (1990). Son notables sus dos libros autobiográficos A la mitad del camino (1961) y El río (1963), en los que evoca sus experiencias de la niñez en el ambiente rural y bucólico de Mansilla de la Sierra. Fiel a su fascinación por el mundo de la infancia, escribió también cuentos para niños, recogidos en su mayor parte en Los niños tontos (1956), Caballito loco (1982), Tres y un sueño (1961), Sólo un pie descalzo (1983) y Paulina (1984). Formó parte de la Real Academia Española desde 1996. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas; era la tercera mujer que recibía el galardón (Rosa Chacel lo obtuvo en 1987 y Carmen Martín Gaite en 1995). En 2010 vio reconocida su trayectoria con la concesión del Premio Cervantes.
Todos sabemos como acabó el cuento de la Bella Durmiente, ¿pero qué ocurrió después? ¿Qué pasó una vez que la princesa y el príncipe consiguieron su "felices para siempre"? Eso es lo que intenta descubrirnos la autora a través de este relato, donde justo después de casarse, los enamorados partirán hacia el lejano palacio del príncipe. Pero la felicidad inicial empezará a apagarse, ya que conforme se van acercando a dicho lugar, los bosques dejarán de ser bellos y frondosos, para parecer cada vez más tétricos. Cuando por fin logren llegar al destino, la princesa conocerá a su extraña suegra.
No ha sido una mala lectura, pero quizás esperaba que me aportara algo diferente. El tema de la madrastra, madre o, en este caso, suegra malvada ya estaba bastante extendido en disney y en los cuentos en general. Y más cuando la mala del cuento original también es una mujer. Me hubiera molado mucho más ver un giro y encontrar que el príncipe de pronto no es tan bueno, ni es tan azul, ni trata bien a la Bella Durmiente, y verla a ella defenderse y salvarse a sí misma. Pero bueno, siendo justos el libro es del 1995 y quizás no estaba tan en mente de todo el mundo que las heroínas de las historias también puedan ser ellas mismas.
Inicialmente dudé entre dejarle las 2,5 estrellas, porque realmente no me ha aportado mucho, pero se lee tan rápido, y está tan bien escrito que mínimo merece las 3. Además me ha gustado el estilo de la autora a la hora de ambientar. Me gustaría leer más cositas de ella, que es la primera toma de contacto que tengo con su obra.
Este cuento me ha gustado muchísimo. Me ha recordado un poco a las nuevas versiones de Disney que están haciendo ahora, pero más oscuro. Estaría bien que hiciesen una película de esta historia, aunque seguramente me daría un poquito de miedo.
Me gusta mucho como escribe Ana María Matute y estoy deseando leerme alguna novela suya.
Una continuación bastante oscura de la bella durmiente. La reina Selva....que buen personaje. Si algo no me gustó del todo fue la pasividad de la bella durmiente. En serio que pasaba todo eso y no le daba por irse,correr...
Újabb könyvét elolvasva, egyre kevésbé értem, miért csak a Paulina jelent meg Ana María Matutétől magyarul. Ez a mese ott kezdődik, ahol a Csipkerózsika befejeződött: az ifjú pár elindul a herceg kastélya felé. Ahogy persze várhatjuk, közös életük nem lesz zökkenőmentes, még meg kell küzdeniük a herceg családi hátterének sötét oldalával. Mivel ez egy mese, természetesen minden jó, ha a vége jó, de addig még számíthatunk némi izgalomra. Most sem csalódtam az írónő kitűnő atmoszféra-teremtő képességében, főleg a herceg kastélyához vezető út leírása tetszett. Megleptek viszont a narrátor néha elhangzó ironikus megjegyzései, mivel ilyennel az eddig olvasott műveiben nem találkoztam. Csak egyetlen dologba tudnék belekötni: a végén talán kicsit túl gyorsan (és egyszerűen) rendeződnek el a dolgok, szívesen olvastam volna még egy kicsit tovább.
Ana María Matute, novelista y académica de la lengua, ocupa un lugar preferente en la literatura infantil y juvenil española, además de haber obtenido una gran cantidad de premios literarios verdaderamente prestigiosos, tales como el Premio Café Gijón, el Premio Planeta, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio Nadal, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, etc. Sin embargo, de entre todas sus grandes obras, vamos a detenernos en El verdadero final de la Bella Durmiente (1995) con tal de analizarla.
El verdadero final de la Bella Durmiente se erige como una continuación del cuento de princesas de la infancia de muchos niños. Todos conocemos la historia de la Bella Durmiente, aquella princesa que fue víctima de una bruja malvada y que se mantuvo presa del sueño durante un siglo hasta el momento en el que el Príncipe Azul llegó para rescatarla. Como solía ocurrir en los cuentos que nos leían en la infancia, esta historia concluía de forma muy convencional: el Príncipe rescataba a la princesa y ambos fueron muy felices por siempre. Sin embargo, Ana María Matute, habituada a no conformarse con las explicaciones simples, se plantea en esta novela cómo pudo terminar realmente la aventura de estos protagonistas, de manera que, ha omitido esta fantástica historia popularmente conocida con la finalidad de hacer verdadero hincapié en el contenido nuevo:
La princesa Aurora, al despertar de su largo sueño, llega a palacio con su Príncipe Azul y, juntos, comienzan a llevar una vida aparentemente tranquila, hasta incluso, conciben dos hijos hermosos y sanos. Pero, poco tiempo después, reciben la noticia de que el padre del Príncipe ha muerto, y, en consecuencia, si el Príncipe quiere reinar, deberá cumplir una orden: matar a uno de los enemigos de su padre, Zozogrino.
Así, el príncipe, ajeno a todo lo que va a suceder en su marcha, emprende el viaje para enfrentarse a Zozogrino, dejando a Aurora y a sus dos hijos a merced de su madre, la Reina Selva, la cual irá dejando entrever su verdadera forma de ser y sus intenciones a raíz de marchar el Príncipe, pues es, en realidad, una “ogresa” que siente inclinación por la carne humana y que, tras muchos años de abstinencia, decide resarcirse devorando a la princesa y a los pequeños Día y Aurora.
Por lo que respecta a la interpretación de esta obra, y bajo mi punto de vista, considero que si bien es cierto que, a priori, puede parecer un cuento destinado a un público infantil, no lo es en absoluto, sino que puede ir, perfectamente, dirigido a un público juvenil e incluso adulto, en tanto que su autora, Ana María Matute, se vale de un cuento de tradición popular con el objetivo de mostrar el papel de la mujer en la época, sometida, ignorante y carente de decisión. En este sentido, cabe señalar que llama la atención que, en ningún momento vemos luchar a la princesa, ni preguntar, ni manifestarse por aquello con lo que no está de acuerdo, sino que, más bien al contrario, encontramos a una princesa que recibe las noticias y las acciones con pasividad, tal vez pueda no llamar la atención en gran medida, puesto que durante nuestra niñez nos han leído infinidad de cuentos de princesas en los que ellas no se manifestaban en contra de aquello que no consideraban lícito.
Asimismo, y aunque pueda sonar un tanto atrevido, me gustaría dar cuenta de que he encontrado en la obra ciertas referencias al realismo mágico, las cuales podrían verse, por ejemplo, en Cien años de soledad (1967). Estas podrían ser, la exactitud en la descripción realista aplicada a un asunto sobrenatural, en tanto que se narran acciones totalmente surrealistas, como el hecho de que la Reina Selva deseara comerse a sus nietos y a su nuera, sin embargo, esto se narra de tal forma que el lector, sin sorprenderse, lo ve como algo normal: “[…] Deseo que mañana por la noche me presentes, bien guisado, con nabos y berenjenas, en esa salsa de vino y comino que tú tan bien preparas, a mi nietecito […]” (Matute, 1995: 33)
“Quiero que mañana por la noche me sirvas en la cena, con salsa de setas, a mi nietecita Aurora. Si no cumples mis órdenes y sabes lo que os sucederá… a ti y a tu familia” (Matute, 1995: 53)
“Rago […] como las veces anteriores, cumplirás mis órdenes a rajatabla. De lo contrario, ya sabes lo que os espera a ti y a tu familia. En fin, no nos andemos con rodeos: mañana por la noche quiero que guises, con la mejor de tus salsa y aderezos, a mi nuera la Princesa” (Matute, 1995: 62-63)
Asimismo, muy vinculado con esta última idea, cabe señalar otro de los rasgos propios del realismo mágico y es que la autora se vale de lo grotesco y alarga la realidad hasta hacerla parecer caricaturesca, tal y como podemos observar en la descripción de la reina Selva al nacer: “La princesita ha nacido con toda la dentadura. Y, para más señas, es tan blanca y afilada que no se ha podido encontrar en todo el principado una nodriza capaz de amamantarla. […] Después de comprobar cómo la niñita rechaza con muestras de profundo asco cualquier clase de leche y papilla, fue alimentada con carne picada y casi cruda” (Matute, 1995: 41)
Por añadidura, y siempre en esta línea, cabe destacar la aceptación de lo insólito como parte integral de lo cotidiano y de lo normal, pues, por ejemplo, se narra como algo ordinario el hecho de que las plantas, el sol y los animales hablen con la princesa: “Una mañana, un rayo de sol más potente que los otros atravesó la yedra, y llegó hasta su lecho. Estaba allí, en la almohada, junto a su rostro, cuando la Bella Durmiente le oyó decir: -Baja al jardín, Princesa, y no tengas miedo, porque este verano guarda para ti una gran pena, pero también la más grande de las alegrías… Y la felicidad volverá a ti” (Matute, 1995: 61)
También cabría señalar las conversaciones entre el montero Silo y el joven Berro, las cuales se desarrollaban en un idioma que solo ellos entendían: “Silo procedía de lejanas tierras y, por tanto, hablaba una lengua desconocida para todos. Sin embargo, había algo que les llenaba de curiosidad: a veces hablaba con Berro, el hijo mayor de Rago, que solo tenía cinco años, pero que, al parecer, le entendía perfectamente” (Matute, 1995: 49)
En este sentido, en definitiva, tal y como sucede con el realismo mágico, los personajes y acciones funcionan siempre en un plano real, carente de juicios o criterios preestablecidos, de esta manera, todo aquello que hemos destacado como acontecimientos totalmente extraordinarios serían tratados en la obra como hechos propios de la cotidianeidad.
Una vez comentada la interpretación de El verdadero final de la Bella Durmiente, cabría realizar un breve análisis de los elementos paratextuales que subyacen a lo largo de esta obra. Así, por lo que respecta a las ilustraciones que se intercalan en sus páginas, llevadas a cabo por Teresa Ramos, convendría dar cuenta de que tienen el objetivo de hacer más amena la lectura, pues se conjuga tanto letra como imagen. En este sentido, es importante destacar que el total de ilustraciones que componen la obra no es excesivo, con lo cual, considero que, como mencionaba anteriormente, la lectura no es farragosa, en tanto que no abunda el texto escrito, ni tampoco demasiado pesada, debido a una cantidad ingente de imágenes intercaladas. Una vez más, Ana María Matute ha estado acertada tanto en estructura como en contenido.
A continuación, pasaremos a mencionar si estimamos que sea -o no- una buena opción para leer en clase como lectura obligatoria.
De nuevo, bajo mi punto de vista, considero que es una muy buena opción para recomendar a los alumnos como lectura obligatoria de la asignatura de Lengua y Literatura Castellana, en tanto que no requiere un gran esfuerzo de entendimiento, ya que es una lectura sencilla, es, además, una novela breve en cuanto a extensión, y esto es algo que agradecen enormemente los jóvenes estudiantes, como hemos mencionado, intercala letra e imagen, trayendo consigo una lectura más amena, y, por último, por el contenido que, por lo general, probablemente no tienda a disgustar a los alumnos. Asimismo, no considero que hubiese problema en enviar esta novela como lectura obligatoria para cursos como 1º de la ESO, pues el hecho de que la mujer siempre haya desempeñado un papel secundario en la vida cotidiana no es -o no debería ser- ninguna sorpresa para ellos. Sin embargo, quizá fuese mejor enviar esta lectura como obligatoria para cursos a partir de 2º de la ESO, puesto que ya han pasado la transición con respecto a la educación primaria y estarán más preparados para tratar temas controvertidos como este. Además de esto, considero que también podría tratarse en cursos posteriores, como 3º y 4º de la ESO, con el objetivo de, además de tratar el tema de la mujer, dar cuenta de la intertextualidad de Cien años de soledad en otras grandes obras de la literatura española de final de siglo XX.
En definitiva, y concluyo, podríamos afirmar que estamos ante una obra confeccionada con patrones tomados de la tradición fabulística europea, tales como, la suegra perversa, los protagonistas candorosos, el castillo opresor, el príncipe alejado, el ayudante arrepentido, etc., pero escrita con la brillantez que siempre caracterizó a la gran Ana María Matute. La cual, como se ha mencionado, por su forma y por su contenido, sería una lectura perfecta para tratar en las clases de la asignatura de Lengua y Literatura Castellana.
Bibliografía: Matute, A. M., (1995). El verdadero final de la Bella Durmiente. Barcelona, Editorial Lumen.
La bella durmiente se muda al reino del príncipe que la ha despertado. Pero el reino no es como la bella durmiente se lo había imaginado, es más triste. La madre del príncipe es una señora misteriosa con dientes largos y el padre está en guerra con otro rey. Cuando el rey se muere, el príncipe se tiene que ir a la guerra y la princesa se queda con sus hijos y la reina. Este libro es muy interesante, porque vas descubriendo la historia de ese reino. Además me parece chulo que la historia de la bella durmiente siga.
En la versión de Perrault, el cuento La bella durmiente no acaba donde lo hace la versión, más conocida, de Disney, sino que continúa cuando la protagonista, tras despertarse, se casa con el príncipe azul y conoce a su suegra, una mujer con un terrible secreto. Es este final el que Ana María Matute trae de vuelta con su maravilloso y particular estilo.
Bastante decepcionada con este libro. A ver... Se trata de la gran Ana María Matute, cuya novela "Paulina" fue de los libros que me hicieron ser lectora para siempre y, claro, las expectativas eran altas. 😕 Es un cuento clásico con muchos ingredientes de ese género y un toque siniestro, que podría ser el final de la bella durmiente o de cientos de cuentos más que acaban en "y vivieron felices y comieron perdices". Problemas: no le veo ni un atisbo de modernidad, ni de dar una vuelta de tuerca a estos finales de cuento, ni una idea realmente rompedora. Seguramente la autora se divirtió mucho escribiéndolo pero a mí no me dice gran cosa. Por cierto, ¿se publicó de forma póstuma? Por fechas, podría ser, pero no he podido encontrar el dato.
Matute nos presenta lo que sería la secuela de la Bella Durmiente, un cuento que inicia cuando el Príncipe Azul despierta a la Bella Durmiente y emprenden su viaje juntos hacia el reino del príncipe, donde serán felices y comerán perdices. Sin embargo pronto veremos que no todo es tan idílico como parece y que el nuevo reino alberga oscuros secretos pese a su prosperidad, personificados en la mismísima Reina Madre. Matute nos adentra así en un oscuro cuento de hadas al más puro estilo de los Hermanos Grimm, lejos de las edulcoradas versiones que Disney ha regalado a las últimas generaciones. Y es que, tal y como apunta Matute al final del cuento: "la Princesa nunca más sería tan cándida, ni el Príncipe tan Azul, ni los niños tan ignorantes e indefensos".
Interesante propuesta que recoge elementos ya conocidos para hacer una continuación del cuento de La Bella Durmiente. Hay una mezcla de elementos de otras narraciones. No es ya muy rompedora -se escribió en 1995-, pero se lee fácilmente y tiene la suficiente calidad literaria para hacer de ella una lectura agradable. Las ilustraciones de Albert Asensio son preciosas y ajustadas al relato de Ana Maria Matute. Son muy académicas, pero cuadran bien con el estilo de la autora.
No sé por qué tiene tan poca puntuación este libro, me parece admirable el trabajo de Matute: mantener el hilo de la Bella Durmiente, ese halo de fantasía y perfección que le rodea siendo poco a poco desgarrada por su giro inesperado de la novela narrada.
Este libro pasaría por "cuento real" de la Bella Durmiente, como hacían los hermanos Grimm.
Personalmente, me ha encantando. Este libro ha sido mi puerta para leer más de la autora.
Me ha encantado. He leído críticas malas, pero discrepo. No es un final alternativo ni una reinterpretación, es mas bien una continuación, lo que pasa después de ese "y viveron felices y comieron perdices". El lenguaje del libro, además, es muy apropiado para un cuento de hadas y sentí que me transportó a la niñez. Precioso.
Me gustó... no especialmente, pero me gustó. Es una buena historia, logra atrapar al lector. Si lo clasificamos como experiencia estética, vale decir que es una gran lectura de entretenimiento, hecha con maestría, sin ir más allá. Como para leerla en vacaciones o en un fin de semana.
Buen cuento, narrado con mucho gusto, con una historia diferente a la que estamos acostumbrados y con un buen final, no es un cuento solo para niños, lo recomiendo!!
Una historia que trata de explicar el final de la bella durmiente, la edición es preciosa con unas ilustraciones bellísimas, muy fácil de leer pero creoq me quedo a deber algo.
Creo que podrían gustarme otros libros de la autora porque su narrativa me ha gustado, pero el libro en si me parece completamente innecesario, nada novedoso la verdad.
Fue una lectura muy entretenida y atrapantedesde el inicio, aunque corto no deja sin sabores. El final aunque ciertamente predecible es muy disfrutable.
El libro escogido como objeto de esta reseña es El verdadero final de la bella durmiente (1995), de Ana María Matute. Para este periplo literario, se ha seleccionado la editorial Lumen (primera edición), ya que el texto aparece acompañado de páginas con bellas ilustraciones de Teresa Ramos.
Ana María Matute (Barcelona, 1925 - 2014), su autora, es uno de los grandes exponentes de la literatura infantil y juvenil española. Fue una escritora precoz y escribió cuentos desde niña. Pero fue el nacimiento de su hijo Juan Pablo el momento clave para dedicarse a la novela infantil y juvenil. En 1956, publicó su primer libro de cuentos, El país de la pizarra (1956), al que le sucederían Paulina (1960), El saltamontes verde (1961), El polizón de Ulises (1964) y Sólo un pie descalzo (1983), entre otros (Sáiz Ripoll, 1996: 9). A partir de aquí se introduciría en un mundo de fantasía y magia que culminaría, mucho después, con El verdadero final de la bella durmiente (1995).
En esta obra, se reescribe el final de la Bella Durmiente escrito por Perrault, pero desde una nueva visión, la visión femenina de Matute. Esta historia parte, pues, del beso entre el Príncipe Azul y la Princesa que rompe todo maleficio. Pero que, sin embargo, no entraña un final feliz de cuento como el que nos han hecho creer. La Princesa, tras casarse con el Príncipe, partirá al castillo de él junto a su Corte. Allí les esperará la misteriosa madre del Príncipe, Selva. Pronto el Príncipe partirá a la guerra tras la muerte de su padre y la Princesa se quedará en el castillo cuidando de sus hijos. Tras la sugerencia de la Reina Madre, abandonarán el castillo para trasladarse a la casa de campo. Será allí donde Selva mostrará su verdadera naturaleza: comer carne humana. La familia del cocinero real y el montero Milo (antiguo mano derecha de la reina) ayudarán a la princesa y a sus hijos a evitar ser devorados. Sin embargo, descubierto el ardid por parte de Selva, solamente el Príncipe podrá salvarlos de la ira de la Reina Madre Ogresa.
La trama anterior se divide en tres partes: «El príncipe y la princesa», «Historia de la Reina Madre y algunas cosas más» y «La madre y los niños». La primera narra la luna de miel de los príncipes y su llegada al castillo y, posteriormente, relata el traslado a la casa de campo y el canibalismo de Selva. En la segunda parte, se hace un flashback para contar el pasado de la Reina Madre. Finalmente, en la última parte, se desarrolla el regreso del Príncipe y la muerte de la reina.
Podríamos señalar que el principal paratexto de esta novela es el cuento de Perrault. Pues, a través de Matute, conocemos una parte desconocida del cuento original, que los Hermanos Grimm omitieron. Sin embargo, se observan diferencias que son, a nuestro modo de ver, un gran acierto por parte de la autora. Los personajes tienen un mayor desarrollo. Además, el protagonismo recae en la mujer, sobre todo, en los personajes de la Bella Durmiente, Selva e Irina.
El personaje de la Bella Durmiente se ve marcado en un inicio por la inocencia y la sumisión. Ha dormido durante cien años y el mundo es diferente a lo que conocía. Por ello, es prudente y, aunque siente inquietud al llegar al castillo y conocer a su suegra, lo achaca a su ignorancia: «Como desconocía tantas cosas, y era consciente de su ignorancia de cien años, no dijo nada» (Matute, 1995: 16). Esta inconsciencia es compartida con el príncipe y parece ser signo de juventud: «Ellos pensaban que ni la oscuridad, ni la perversidad que se ocultaba tras el tallo de cada hoja […] existían realmente. Claro que ninguno de los dos había alcanzado eso que las gentes llaman la edad de la razón» (Matute, 1995: 14). Sin embargo, poco a poco ella despertará a la realidad. De este modo, el despertar de la princesa supone su paso a la madurez, que se inicia con el beso, pero que se produce, realmente, a raíz del enfrentamiento con su suegra.
La Reina Madre sufre una transformación a lo largo de la historia, un retorno a su propia naturaleza salvaje. Como señala Torres (2014: 156), se produce una animalización física y psicológica del personaje: «Blanquísimos y relucientes colmillos que casi parecían más propios del jabalí que de una humana criatura» (Matute, 1995: 25) o «Lo primero que hizo fue aullar. Ningún lobo hubiera podido sobrepasar aquel largo aullido» (Matute, 1995: 76). En este sentido, la introducción de la parte segunda es esencial, pues al contar el origen de las extrañas costumbres de Selva, dota de pasado y de profundidad trágica al personaje.
El personaje de Irina cierra esta poderosa triada femenina. Ella es la mujer del cocinero, ejerce de apoyo moral para su marido y utiliza su inventiva para engañar a Selva y salvar a la Princesa. Otras diferencias con respecto a los cuentos clásicos es que, aunque la narración parezca sencilla, Matute nos proporciona descripciones detalladas. Incluso, los cambios que se producen en los espacios parecen influir en la historia. Asimismo, Matute añade comentarios que ayudan a establecer un vínculo con el lector, lo que era propio de la narración oral de los cuentos, y nos permite entender qué piensan y sienten los personajes.
La naturaleza caníbal de la Reina Madre Ogresa también nos introduce en otros cuentos clásicos: el de Hánsel y Gretel y el de Blancanieves. Por un lado, ejemplo del primero es la escena en que la reina observa cómo engordan sus nietos. Esto se refleja en sus palabras: «Estas caritas están pálidas, demasiado pálidas. Allí donde os llevaré […] crecer��n y se desarrollarán vuestros cuerpecitos, y la carne de vuestros…» (Matute 1995: 24), lo que se ve reforzado con la explicación de la narradora: «Y aquí enmudeció, porque su voz se había vuelto ronca, como ocurre con la de los que están dominados por la gula ante una buena empanada» (Matute, 1995: 24). Por otro lado, el relato de Blancanieves se encarna en el montero Silo, que, como el cazador, traiciona a la reina porque no desea matar a la Bella Durmiente y a sus hijos.
Por último, sobresale la presencia de las ilustraciones. En blanco y negro, recrean momentos de la historia y tienen una gran fuerza simbólica. En ocasiones, retratan personajes, como son las dedicadas a la Reina Madre. Sin duda, suponen un bello y valioso recurso que hacen más atractiva la lectura a los más jóvenes.
Tras los aspectos comentados, personalmente, recomendaría esta obra, especialmente, a 1º de ESO. En general, me parece una obra que presenta calidad literaria, corrección lingüística y personajes bien construidos. Además, la autora, Ana María Matute, es un referente en la Literatura infantil y juvenil. En cuanto a la forma, la obra no es difícil de leer y posee una extensión adecuada para el curso (setenta y siete páginas en nuestra edición). Por lo que respecta al contenido, la trama es interesante, versa sobre el paso a la madurez (momento en el que se encuentran los alumnos de estas edades) y bebe de otros cuentos, por lo que hay presencia de intertextualidad. Por tanto, su lectura está adaptada a la edad y es una propuesta interesante para iniciar el cultivo del intertexto del alumno.
En definitiva, llevar a cabo la lectura de esta obra ha sido placentero y enriquecedor. Nos ha dado a conocer una parte del cuento de la Bella Durmiente que desconocíamos y que formaba parte del ideario popular, pero, además, desde una visión femenina y actual. Por ello, creemos que son necesarias obras literarias juveniles, como esta, escritas por mujeres que rompan los estereotipos y reflejen el complejo mundo de lo femenino.
Bibliografía
TORRES BEGINES, C. (2014): «Escrituras y reescrituras de los cuentos tradicionales: Ana María Matute y El verdadero final de la Bella Durmiente». Estrategias de aprendizaje lingüístico y literario, coords. Eugenio Maqueda Cuenca Raúl Cremades García José Antonio Molero Benavides. Universidad de Málaga.
SÁIZ RIPOLL, A. (1996): «Ana M.ª Matute, la mágica realidad». Cuadernos de literatura infantil y juvenil. Núm. 84. Coord. Fabricio Caiviano. Editorial Torre de Papel, Barcelona.
MATUTE, A. M. (1995): El verdadero final de la Bella durmiente. Editorial Lumen, Barcelona.
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La presente reseña crítica tiene como objetivo el análisis de la obra El verdadero final de la Bella Durmiente de la escritora catalana Ana María Matute en 1995. Para realizar la reseña cabe hablar primero de la edición con la que se va a trabajar, esta sería la edición de 1995 de la editorial Lumen, S.A y cuenta con la colaboración de la ilustradora Teresa Ramos. Ana María Matute que nació en Barcelona en 1926 es una novelista y académica de las lenguas. Su carrera literaria destaca por su literatura infantil y juvenil española, pero también destaca por su literatura de postguerra. Con su obra Los Abel (1948), reflejo del ambiente español posterior a la contienda civil desde el punto de vista infantil, la autora se da a conocer en este ámbito literario. Matute escribió muchas obras con las que consiguió diversos premios notables como en 1952 por Fiesta al Noroeste que consiguió el premio Gijón o en 1958 que consiguió el premio de la Crítica y el Nacional de la Literatura con Los hijos muertos. Asimismo, la autora también ha publicados distintos relatos como “Historias de Artámila” o cuentos para niños como Caballito loco (1962), Paulina (1960) o la obra que nos atañe El verdadero final de la Bella Durmiente (1995). Ana María Matute murió en 2014 tras conseguir numerosos premios, llegar a ser miembro de la Real Academia Española y regalar a sus lectores grandes obras literarias que llegaron ser traducidas en más de 20 idiomas. Cabe hablar también de Teresa Ramos que nació en Tarragona el año 1948 y es la ilustradora de la obra. Ramos es licenciada en Música y Piano y con estudios de Dibujo, Pintura y diseño gráfico. Actualmente, se dedica a la ilustración de obras infantiles y al diseño y publicidad gráficos. Además, ha trabajado para periódicos como El País o El Mundo y revistas como Tretzevents. Centrándonos en el análisis de la obra, El verdadero final de la Bella Durmiente se divide en tres partes. La primera de ellas se llama “El príncipe y la princesa”, la segunda “Historias de la Reina Madre y algunas cosas más” y la tercera y última parte “La madre y los niños”. La obra no cuenta la historia de manera lineal, ya que en la segunda parte el narrador hace un paréntesis en el relato para contar la historia de la Reina Selva. En esta obra la Bella Durmiente despierta del hechizo gracias al beso del Príncipe Azul y ambos deciden ir su reino para comenzar una nueva vida. En este nuevo reino los príncipes tuvieron dos hijos, Día y Aurora, y convivían con la Reina Selva, la madre del príncipe, ya que el rey estaba fuera luchando en la guerra. La princesa desde que despertó del hechizo se siente desorientada, el mundo había cambiado mucho y el reino donde ahora vivía era lúgubre y triste, pero ella en todo momento intenta autoconvencerse de que aquello era normal. Con la persona que menos trato tenía era con su suegra, ya que esta permanecía la mayoría de veces alejada de la familia y no fue hasta que el príncipe tuvo que marcharse a la guerra cuando la Reina Madre decidió acercarse a sus nietos y a su nuera. La Reina Selva les invitó a pasar unos días a otro palacio que tenía lejos de allí donde el sol brillaba más y se fueron con ella sus nietos, la Bella Durmiente y el sequito de sirvientes de la Reina. Una vez allí la Reina Madre tenía una actitud distinta, se mostraba más cercana, comía con ellos y la Bella Durmiente se encontraba feliz en ese castillo. Sin embargo, todo cambió cuando se descubre la verdadera personalidad de la Reina Selva, era una ogresa y pretendía comerse a sus nietos, pero gracias a Rago, Erina, y Silo, lograron engañar a la Reina manteniendo ocultos a la Bella Durmiente y a sus hijos y evitando su muerte con piezas de caza hasta que volviera el Príncipe Azul de la guerra. Finalmente, la Reina Selva los descubre, pero justo en el último momento, cuando iba a matarlos a todos, apareció el príncipe y la Reina Selva aceptó su derrota lanzándose al caldero ella. Ana María Matute escribió esta obra para un público juvenil y utiliza la referencia del cuento clásico de La Bella Durmiente mezclando la historia de Perrault y el cuento popular que conocen los niños con versiones como la de Disney. Juega con este conocimiento de la historia, ya que en toda la obra hace constantes comentarios sobre esto: “Pero ésta es una historia de todos conocida, y no vamos a detenernos en ella.” (pág. 47). Por tanto, Matute busca con esta obra mostrarles un final alternativo al que normalmente están acostumbrados a ver los jóvenes, es decir, quiere enseñarles que no todos los finales son felices, que no todo es tan fácil como cuentan los cuentos populares y que si quieres conseguir realmente esa felicidad, has de luchar para alcanzarla. La Bella Durmiente y el Príncipe Azul en la historia tienen que lidiar con la Reina Selva, e incluso la misma Reina Selva tiene que lidiar con sus propios instintos al principio y la autora quiere destacar este aspecto, los jóvenes de hoy en día no deben conformarse, sino que tienen que enfrentarse a sus problemas. Otro de los temas a subrayar en esta historia es el papel de la Bella Durmiente. Es sabido que Ana María Matute era una gran defensora de los derechos de las mujeres, y en estos cánones de princesas siempre se muestra a la mujer como un personaje frágil que debe ser salvada por un príncipe. La autora critica esta pasividad de acción con la Bella Durmiente, ella ni lucha ni se enfrenta a los problemas que van surgiendo. La princesa en todo momento acepta los deseos de su esposo y de su suegra, nunca se revela. Sin embargo, el personaje de Erina muestra otro aspecto de los personajes femeninos, es Rago el que va a buscar la ayuda de Erina porque él solo se ve incapaz de ayudar a los nietos de la Reina Madre, Erina se muestra valiente y luchadora desde el principio. Del mismo modo, la Reina Selva en la segunda parte de la historia vemos como ella ha ido construyendo su vida sin necesitar a nadie, pese a sus instintos de ogresa, la Reina Selva quería a su hijo, pero al mismo tiempo era ambiciosa y quería su propia felicidad. Matute destaca a estos personajes femeninos, ya que tanto el Rey, que no aparece casi en la obra, como el príncipe, que aparece reflejado en pocas escenas, pasan a un segundo plano. La autora presenta esta imagen de mujer sumisa y dependiente para mostrarles a las jóvenes de hoy en día el tipo de mujer que no deben ser. En cuanto a las ilustraciones de la obra realizadas por Teresa Ramos, vemos que son grabados en blanco y negro mezclando diferentes texturas. En mi opinión, todas las ilustraciones, hasta la portada son muy acordes a la historia de Ana María Matute. Son 10 ilustraciones que ejemplifican perfectamente la personalidad de los personajes, por ejemplo en la portada se puede ver a la princesa en ese bosque lúgubre y su rostro refleja desconcierto y miedo. Así como, la ilustración de la página 15 donde se ve al príncipe y la princesa de camino al castillo y por detrás se ve la imagen de la Reina con colmillos y salivando, una imagen que causa miedo al lector y anticipa la verdadera identidad de la Reina Selva. A modo de conclusión, esta obra está destinada a jóvenes mayores de 12 años. Por tanto, veo una obra adecuada para trabajarla con alumnos de 1º o 2º de la ESO, ya que el vocabulario es bastante asequible para ellos, las ilustraciones les dan pistas para que sigan una lectura más profunda de la historia y la historia es bastante sencilla de entender. Además, Matute, como avanzábamos antes, apuesta por este conocimiento de la historia para mostrarle a los jóvenes una versión distinta a la que todos conocen. Esto es, invita a los jóvenes a recapacitar sobre lo que hasta ahora les habían contado, están entrando a la edad adulta y deben saber que no todas las historias tienen finales felices. Asimismo, les incita a afrontar los problemas que puedan presentarse en sus vidas y luchar por conseguir un verdadero final feliz.
La obra fue publicada en 1995 por la novelista española Ana María Matute (Barcelona, España, 1925 - 2014). Además de ser novelista, también ha publicado relatos cortos y varios cuentos para niños y pertenece a la generación conocida como “los jóvenes asombrados”, nombre que ella misma acuñó para referirse a los autores que reflejan la situación de la Guerra Civil en su infancia. Es necesario conocer la vida de la autora ya que su experiencia personal influye en su obra. La autora tenía solamente diez años cuando comenzó la Guerra Civil Española, y fue la miseria y la angustia de la guerra lo que marcó profundamente su vida y, consecuentemente, su narrativa.
En la obra, Matute nos ofrece un posible final del personaje infantil de la Bella Durmiente. A lo largo de la historia, el cuento original ha sufrido transformaciones, oradores y escritores han añadido modificaciones porque cada uno lo adaptaba a los problemas o a la sociedad de su época. Fueron los hermanos Grimm los que suavizaron el cuento, omitiendo el trágico final de la historia de Perrault, para hacerlo más aceptable al público infantil. Sin embargo, Matute ha vivido una infancia rodeada de miserias y desgracias y piensa que no está bien que los niños solamente conozcan el lado bueno de las cosas, porque en la vida también hay un lado malo y tienen que aprender a enfrentarse a las adversidades. Por tanto, recupera ese final y lo adapta a su contexto, el de la guerra y el franquismo, una etapa dura y violenta que se traduce en la obra como una historia trágica en el que tienen cabida el horror y la violencia.
Matute nos cuenta cómo es la vida de la Bella Durmiente después de casarse con el Príncipe Azul. Se aproxima a la realidad y, a través de la fantasía, nos relata una historia en la que la Bella Durmiente se encuentra con la vida real, una vida llena de obstáculos y desgracias a las que tiene que enfrentarse para alcanzar la felicidad. A lo largo de los años, han existido estereotipos y limitaciones que se han impuesto a la mujer y ha sido a través de la literatura infantil desde donde se les ha transmitido a los niños una serie de valores que divulgan la estructura patriarcal. Es decir, es a través de cuentos como La Bella Durmiente de los hermanos Grimm, donde los niños aprenden que las mujeres tienen que ser bellas por naturaleza y esperar toda su vida a que un príncipe las salve. Pero Matute nos presenta una Bella Durmiente y un Príncipe Azul que evolucionan a lo largo de la obra.
En un primer momento, se nos presentan dos protagonistas inocentes que, a lo largo de las páginas, tienen una lucha interna consigo mismo y se enfrentan a una serie de problemas que les hacen cambiar. En primer lugar, el Príncipe Azul, que no percibe ninguna señal de la verdadera naturaleza de su madre, se dedica a la caza y a la vida contemplativa. Pero de repente, se ve obligado a continuar la batalla que su padre no ha podido terminar antes de morir y abandona a su familia, a pesar de que él no quiere luchar. Sorprendentemente, el príncipe consigue su objetivo y llega a un acuerdo con el enemigo de su padre sin tener que luchar. Y, de esta manera, queda reflejada la entrada del Príncipe en la madurez, ya que es capaz de solucionar el problema mediante el diálogo y no con las armas. Por su parte, Bella se encuentra en un sistema imperialista que requiere la cosificación de la mujer y presenta las características perfectas de la mujer idealizada doméstica, es bonita, pura, sumisa, ingenua y dependiente. En este punto, Matute nos habla del sometimiento de la mujer y de la ignorancia, ya desde el primer momento se nos presenta a una Bella Durmiente despistada y desconcertada, a la que todo le parece extraño y presiente que las cosas que le rodean han cambiado mucho. Pero se convence a sí misma de que después de tantos años es normal. Durante toda la obra, Bella permanece pasiva, no lucha ni se inmuta y aunque a veces percibe algunas cosas fuera de lo común, gracias a su instinto que en la obra se representa como el don de hablar con la naturaleza, no hace nada al respecto. Por tanto, se amolda a las circunstancias y madura a fuerza de inseguridades y miedos, gracias a los que aprende a ser precavida. A través del personaje de Bella, Matute realiza una comparación con todas las mujeres a lo largo de la historia que, al igual que ella, han estado “dormidas”, es decir, sometidas a la voluntad del hombre. Si en las versiones tradicionales proponían estereotipos de un poder y una libertad absolutos al varón, ahora en la obra que nos ofrece Matute podemos ver que la atención se centra en lo que pasa dentro del espacio femenino. La Bella Durmiente y sus hijos se quedan con la Reina que asume el control, deja de actuar su propio papel idealizado y muestra su verdadera personalidad. Al salir del palacio pierde el papel femenino tradicional y se muestra más fría, salvaje y masculina. En la segunda parte de la obra se cuenta el extraño nacimiento y juventud de Selva y su predilección por comer carne humana. Matute nos presenta a una Reina salvaje, deshumanizada y que asume la imagen perfecta de la Bestia. Matute critica el poder atribuido a una mujer bajo el sistema imperialista y nos enseña que en este sistema no existe cabida para una mujer que no asume los parámetros establecidos, no encaja y debe desaparecer porque se considera una amenaza a la domesticidad de la esfera femenina. El hecho de que quiera comerse a su propia familia demuestra que su intención no es otra que la de destruir la estructura imperialista que existe a su alrededor y es por eso que al final tiene su castigo y muere.
En la obra, Matute pretende transmitir dos ideas fundamentales: por un lado, transmite un mensaje muy importante a los jóvenes, y es que los finales no siempre son felices y que la vida es cruel. De alguna manera, la autora quiere advertir a las chicas adolescentes de que los príncipes de los cuentos están idealizados y que ellas no deben ser tan ingenuas como las princesas de los cuentos. Bella es un ejemplo de lo que no debe ser una chica de hoy en día, ignorante y dependiente. Y otra de las finalidades es la del aprendizaje, Matute aclara que la Bella Durmiente no despierta cuando el príncipe la besa, sino cuando deja atrás su inocencia. Por tanto, la autora pretende enseñar al lector que una educación incompleta en la mujer puede acabar derivando a una historia trágica como la de la Bella Durmiente, es decir, puede terminar en un matrimonio basado en la sumisión de la mujer hacia el marido y hacia su familia, como le pasa a Bella.
Personalmente, me parece una obra muy interesante, ya que, permite al lector conocer una historia alternativa sobre el cuento clásico de la Bella Durmiente y coincido con la autora con que no se debe privar a los niños de textos que les ayuden a transitar por la cruda realidad con la excusa de que son violentos. Al contrario de ello, se debe preparar más a los niños con cuentos en los que se muestren las tragedias de la vida, para que aprendan a enfrentarse a los problemas. Además, pienso que el mensaje que nos transmite la autora es muy importante porque, teniendo en cuenta el problema actual de la violencia de género, no debemos permitir que los niños lean cuentos idealizados en los que todavía se sigue fomentando la estructura patriarcal. Por el contrario, hay que motivar a los niños, desde edades tempranas, para que lean obras que transmitan valores sobre el respeto por la igualdad de género.
Leer a Ana María Matute siempre es una experiencia enriquecedora, y leer sus cuentos o sus historias de fantasía es, además, una delicia. Aunque no es un cuento original suyo -Perrault escribió el cuento de La Bella Durmiente con este final- la forma de narrarlo, la riqueza del lenguaje, la cadencia de las palabras, hacen que sea una lectura de lo más agradable. Y si te siguen gustando los cuentos de hadas -como es mi caso- o no los considerados cuentos infantiles (los auténticos, con personajes tétricos, finales terribles, muertes y sufrimientos; nada que ver con el almíbar disneyano) es una lectura muy recomendable.
Todo el mundo conoce, por haberlo leído o escuchado o gracias a la adaptación cinematográfica de Disney, el cuento de _La bella durmiente_: a causa del hechizo de un hada malévola, una hermosa princesa debe dormir cien años hasta que un príncipe, cautivado por las leyendas que de ella se cuentan, se adentra en el espeso bosque que la mantiene aislada del mundo y la libera del encantamiento con un beso de amor. Sin embargo, muy pocos saben que la historia (al menos la versión que recogió Charles Perrault) continua más allá del «y vivieron felices y comieron perdices». Al despertar de su letargo, la princesa descubrirá que el mundo ha cambiado drásticamente al cabo del siglo que ha permanecido dormida y que la vida de casada le depara una desagradable sorpresa en la figura de su terrorífica suegra. En _El verdadero final de la Bella Durmiente_ Ana María Matute reescribe esta segunda parte de la historia, pero no se limita a calcar los hechos del relato de Perrault, sino que amplía el material que le proporciona su fuente dotando a los personajes de un trasfondo que contribuye a cerrar los cabos sueltos de su modelo y a que el lector se zambulla de lleno en la historia. Además, aunque rodea la acción la típica atmósfera de cuento de hadas infantil (bellas princesas que hablan con los animales del bosque, ogresas sedientas de sangre y brujas bondadosas), la escritora barcelonesa juega con los elementos más oscuros del texto original y ofrece un relato cargado de intriga y tensión, que en momentos parece incluso tontear con las convenciones del gótico, más cercano a los cuentos populares de tradición oral que a los relatos edulcorados que abundan en nuestros días. Por último, este fue el primer libro de Matute que leí (no en balde, por su tema y título, se le considera adecuado para niños, aunque también los no tan niños puedan extraer ciertas enseñanzas de su lectura) y lo tengo en alta estima. Es una historia sencilla, narrada siguiendo el modelo de los cuentos tradicionales y las leyendas pero con un toque especial en su estilo, entre barroco y preciosista en ocasiones, pero también irónico según el momento, que se sigue sin dificultad y que, si no se ha leído el cuento original, espolea la curiosidad del lector.
Toda historia tiene un final feliz, o eso dicen. La Bella durmiente fue despertada tras un beso de amor del príncipe Azul, pero ¿Qué paso después? Ella fue llevada a su reino, y ningún principio es fácil, ni toda relación tiene luces sin sombras. La pareja se ama, es una realidad, sin embargo, no están solos en esta historia. La bella princesa conoce, al llegar a un castillo completamente diferente a lo que jamás pensó, a Selva, la Reina Madre. Las dudas y la incertidumbre se instalan en el corazón de la princesa al ver cosas extrañas, comportamientos que no comprende y a su príncipe Azul que quizás no es tan azul como creía ¿Qué ocurre cuando las circunstancias no son las soñadas o esperadas? La princesa debe entender que no todo es lo que parece y ser astuta para averiguar qué esconde ese nuevo reino al que pertenece.
Tanto este libro como Olvidado Rey Gudú, los únicos que he leído de Ana María Matute, tienen algo especial. Creo que los mejores escritores son los que hacen que escribir parezca fácil, y eso es así para Ana María Matute. Su manera de escribir es tan sencilla y tierna. Me encantan las imágenes que evoca, que se quedan contigo con el paso del tiempo. Eso ha sido así para mí con Olvidado Rey Gudú, que a lo mejor cuando lo leí hace casi un año me gustó, pero, bueno, ahí se quedaba la cosa, y ahora recuerdo con un cariño especial. Estoy deseando leer más de esta autora.
[...] Sólo guardaba de aquella sonrisa y de aquellas palabras lo que puede guardarse de un solitario rayo en medio de una tormenta de verano.
Es una lectura amena, pero, para lo reconfortante que tiende a ser la prosa de Ana María Matute y lo mucho que me gusta el cuento de La Bella Durmiente, me ha dejado un poco indiferente. Aunque sigue el estilo y la forma de narrar de los cuentos, o precisamente por eso, me ha resultado demasiado familiar. Hay varias inclusiones interesantes en el tratamiento de los personajes, pero más allá de eso no innova en exceso.
Una historia narrada con la magia de los cuentos clásicos, pero un poco más oscura y tenebrosa. La ambientación es preciosa, mezcla magia y sucesos paranormales con la realidad, acompañado de preciosas ilustraciones. La idea de continuar contando al vida de la bella durmiente es muy buena, aunque al final no es muy moderna y se basa en muchos estereotipos de pasividad y amor romántico. "Mi reino eres tú y yo soy tu reino." "Entonces podía descubrirse en aquellas pupilas una llama medio oculta, capaz de prender fuego a cuanto mirase."
Una lectura ligera y entretenida. El verdadero final de la Bella Durmiente propone una versión distinta del clásico, manteniendo el encanto de los cuentos de hadas, pero con un tono más consciente y humano. Me gustó el estilo ingenioso y cercano de Ana María Matute, y cómo, aunque sugiere un cambio, deja entrever un “felices para siempre” más realista: “Aunque la princesa nunca más sería tan cándida, ni el príncipe tan azul, ni los niños tan ignorantes e indefensos.” Lo recomiendo a quienes disfrutan de los finales alternativos y quieren ver los cuentos clásicos con otros ojos.
El titulo de esta mini novela,me llamó como pollila a la luz.!!!.. pero la trama mmmmmmmmmmmm se me quedó cortísima.- Vengo leyendo a esta autora.. asi que me esperaba mucho más. Es una historia entretenida, la continuacion de la bella durmiente una vez que se casa con su principe azul, con un giro oscuro y mezcla de madrastra mala, con hansel y gretel... A ver... esta buena?.. SI!. Pero no mucho más. Y la eterna espera de la Bella de ser rescatada ... me sacó un poquito de quicio... Hace algo mujer que pasa eso tenes manos y pies!