Afuera el bicho no se ha ido y ataca al corazón. Hay cuerpos con el pecho estallado en hospitales, casas, calles y montes de La Estrella. Adentro el corazón de una preadolescente crece fuerte y a la fuerza. Desde su balcón registra para nosotros el ritmo cardíaco de un territorio que late sin ganas por la epidemia y los enfrentamientos políticos. Afuera "el mercado ambulante desapareció, como tantas otras cosas llevadas por delante en los días del bicho y la guerra". Adentro Edmundo Paz Soldán resucita, en Allá afuera hay monstruos, la parte convaleciente de la realidad dándole nueva vida a esa opresiva sensación de que lo que pasa no es real. Se presta de la novela Cartucho, de Nellie Campobello, la palpitante voz y el sentir de otra muchachita que cuenta la revolución, allá en 1931. Comparte con esa novela su corazón: la fuerza de la ficción. Entonces, imagina y escribe con urgencia y visión como un estallido más de la pandemia, con esa fuerza. Afuera, el gesto creativo de Paz Soldán como síntoma de la mejor literatura. Adentro, mientras leemos, dos gatos nos miran. Ónix y Zircón. Alba Balderrama
Allá afuera hay monstruos es un libro que provocó en mi bastantes emociones: empezando por el sentirme constantemente identificada con la realidad de la protagonista, a veces incluso más ligada a lo político que a la realidad del “bicho”. Mis reparos solamente hacen relación a aquellos capítulos en donde se describían a ciertos personajes que eran de paso, a ratos me confundí, pero en el recuento final que hacen la personaje principal y su madre pude reencontrarme un poco en esa idea de la “pérdida”.
Dejaré a continuación mi pasaje favorito del libro, discurso de Elsa Acosta: “No me hablen de la angustia de la cuarentena. ¿Es angustiante salvarse? Angustiante es que el presidente te abandone y te diga que te las arregles como puedas. Quédense en casa, cuídense y traten de sobrellevarlo de la mejor manera posible. Están pasando cosas serias y por eso actuamos cómo actuamos. Basta de un presidente que diga que aguo no pasa nada, basta de obreros y trabajadores sacrificados en el altar mágico del comercio.”
A pesar de a ratos mostrar claros relatos fantásticos, creo que logra describir casi con exactitud cómo la mayoría de los gobiernos en Latinoamérica se han comportado ante esta pandemia.
Me gustó mucho que permitiera ver con ojos externos todo lo sucedido en pandemia, pues a veces distanciarse personalmente del fenómeno permite ver otras cosas que desde las vivencias personales no se perciben o aceptan.
A veces sentía que los relatos cambiaban muy rápido y que algunas historias eran muy breves.
Me encantó este relato, pese a ser muy realista en algunos aspectos, se notan los rastros de lo real maravilloso, una realidad desaforada, difícil de digerir. Seguramente será un testimonio para las futuras generaciones.
Edmundo Paz Soldán sigue siendo uno de mis escritores favoritos pero tengo que decir que aunque me gustó mucho cómo se metió bajo la piel de una adolescente y tomó elementos de la realidad reciente de muchos países latinoamericanos para tejer esta historia, al final el relato se me hizo repetitivo y monótono, sin un final contundente, así como la pandemia.
Probablemente el tópico de la Pandemia va a inundar nuestra literatura de un modo abrumador. Mugre Rosa de Fernanda Trías nos demuestra que se puede utilizar el tema de modo metonímico. Edmundo Paz lo hace literalmente. Quizás por eso no tuve la sensación de leer una ficción como tal, sino de estar doblegándome ante un texto en extremo realista y denotativo. De todos modos, detengámonos ante el título. Una obra en sí misma.
Es un buen libro, muy adecuado a este tiempo. Habla sobre la pandemia con una cuota de ficción, en la perspectiva de una joven. Es interesante. Algunos errores (ortotipográficos) en esta primera edición.
Una novela escrita durante (y más o menos sobre) la pandemia del coronavirus. ¿Qué pasaría si el virus fuera más agresivo y sus síntomas más notorios y brutales? Aquí, “el bicho” se presenta como un sarpullido y una hinchazón en el mejor de los casos; en el peor, mata a los enfermos reventándoles el pecho. Aquí, la pandemia desata conflictos político-sociales que desembocan en una guerra civil. Es una lucha de todos contra todos, y del bicho contra todos. No es difícil reconocer algunas escenas y situaciones que, en otras circunstancias, quizás hubieran resultado inverosímiles. Pero ahora sabemos cómo actúan los gobiernos y la gente: “Peleamos contra el bicho y contra nosotros mismos, no sé cuál es peor”. Tal como sucede de verdad, ahora mismo, allá afuera del libro.
Doloroso a ratos, conmovedor después, pero siempre mostrando una realidad que se siente demasiado cercana, una mirada actual que cualquiera puede identificar con mirar por la ventana. No hay respuestas correctas sino distintas formas de ver el problema, y es que el bicho no da tregua, ni el de las páginas ni el nuestro, que quizás es el mismo.
Edmundo Paz Soldán sigue siendo uno de mis escritores favoritos pero tengo que decir que aunque me gustó mucho cómo se metió bajo la piel de una adolescente y tomó elementos de la realidad reciente, la del covid-19, de muchos países latinoamericanos para tejer esta historia, al final el relato se me hizo repetitivo y monótono, sin un final contundente, así como la pandemia.
Mucho ruido y pocas nueces. Al final, el conflicto político social de la Estrella se torna a medias más interesante que la pandemia y el "bicho", pero tampoco logra hacer tan atractivo el argumento.
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