Un noir surreal, una comedia estrambótica, terrorífica y castiza. Una novela trepidante y vibrante, que no da tregua al lector.
Madrid, un Madrid singular, vuelve a ser el escenario de la también singular narrativa de Esther García Llovet. En esta ocasión el protagonista es un humorista apodado Castor, famoso por sus monólogos televisivos. La vida de Castor está regida por la suerte y el azar. Y tirando del hilo del azar conoce a su doble, un camarero llamado Julio. Son como dos gotas de agua, y a Castor se le ocurre que Julio puede sustituirlo en algunos saraos, porque él detesta los saraos. Pero, claro, la cosa no tarda en complicarse, y en dar pie a una trepidante, enloquecida, sucesión de acontecimientos. Y, así, en esta novela tan concisa como contundente tienen cabida una fuga, un secuestro, una pareja de humoristas –uno gitano y otro argentino–, una discoteca en mitad del desierto de Almería, una estafa, una estafadora a punto de convertirse en asesina, unos chinos que invierten en inmobiliarias y en televisión, un crucero por el Danubio y hasta un ovni.
Un noir surreal, una comedia estrambótica, terrorífica y castiza. Una novela vibrante, que no da tregua al lector. Una nueva muestra del inmenso y reconcentrado talento de Esther García Llovet, una de las voces más originales, secretas (cada vez menos) e imprescindibles de la actual literatura española.
Esther García Llovet nació en Málaga en 1963. Realizó estudios de Dirección de Cine y es licenciada en Psicología Clínica. Vive en Madrid desde el año 70. Es guionista de cine documental.
Este es uno de esos libros de los que no se como hacer una reseña, tal vez es que es una historia tan estrambótica que me cuesta poner en orden mis pensamientos; sus protagonistas, que son bastante peculiares de por sí, pero además pasamos de una situación a otra de lo más rara, sin embargo, si tengo que decir que por muy raro que sea todo, tiene una extraña congruencia. Es un libro básicamente de humor, pero tengo que decir que me pareció un humor muy local, es decir como muy hecho para españoles y pues yo no lo soy, así que tengo la sensación de que me he perdido de algo, como cuando cuentan un chiste y tu eres la única que no lo entiende, bueno, pues eso. Es verdad que es un libro entretenido, cortito y que se lee muy fácilmente, si bien todo me parecía cada vez más extraño mientras avanzaba, también es verdad que me la he pasado bien leyéndolo.
Es como «La conjura de los necios» pero con menos páginas. Entiendo el racismo en ese porque lo escribió un estadounidense heterosexual blanco en los setenta. Aquí me resulta hipergratuito y forzado, lo cual me saca muchísimo de la historia que, por otra parte, meh.
Salvaría la prosa y algún hallazgo experimental, pero a estas alturas, no quiero experimentos. Como ejercicio de estilo para lucimiento de la autora, bien, se nota que tiene un gran dominio del lenguaje. A mí, como lectora no me ha entretenido ni tampoco me ha hecho gracia. Lo bueno, que es muy corto. Me gustaría ponerle más nota, porque se ve que tiene madera, pero es que la historia no me ha llegado.
Se queda un rato por Usera: no sabe por qué, espera encontrarse con una plaza de toros por aquí. Hay prados, hay gallinas y hay chinos de tercera generación ya, con reconocimiento de huella. Pero plaza de toros, ni una. Coge el metro. Son cuarenta mil estaciones hasta llegar de nuevo a Occidente”.
Teoría de de Occidente:
“Como casi todas las ventanas de las oficinas están a oscuras, los anuncios parecen pegatinas sobre el tablón negro del cielo. Yoigo. REALIA. Cepsa. Engaña mucho, Madrid, o eso le parece a Castor. Madrid es el anuncio pero nunca el producto, la oferta pero no la demanda.” . Entre Usera y plaza de Castilla todo es Madrid y sonrisa, risa y carcajada. O sea, lo más difícil. “Qué española siempre, Serafina. Sonreía, Serafina, para sí, como si llevara los labios pintados también por dentro”.
Un libro que se lee en una tarde. Entretenido, rápido, con buenos diálogos y una historia que engancha. No había leído a Esther y me ha gustado bastante, una buena narración, se siente cercana, real y vibrante. De escenario Madrid, el protagonista es Castor que en realidad se llama Luis, encuentra por sucesos del destino a Julio un camarero que es idéntico a él. Rodeados de sucesos descabellados, con personajes originales, chinos, humoristas un cura, la señora encargada de una discoteca en Almería.
《No lo reconoce nadie aquí, claro, así que se relaja en seguida. De pronto se pregunta si la gente con pasta se ríe de las mismas cosas que la gente sin. Juraría que no. Seguro que no》.
《...es como cuando alguien te dice que Madrid es muy grande y luego la realidad es que casi nadie se aventura más allá de su barrio...》.
《Es cuatro veces más caro estar delgado que gordo》.
《—¿Has leído todo esto? —pregunta a Castor señalando las estanterías. Claro que no. Es por el papel, sabes. Los libros son muy buen aislante》.
《...El Corte Inglés, que siempre se ha imaginado conectado con todos los Corte Inglés de España , unidos bajo tierra como los hongos primigenios》.
Com escriu García Llovet. El Gordo remet als textos anteriors però guanya en agilitat, enginy i una conya entre la poesia i l'esperpent. Per fi algú recull l'imaginari del trash, el boom immobiliari, el lletgisme llevantí i el Madrid del millor Torrente. Per fi els herois són senyores, xinos i fills de Telecinco. Cap petulància, cap intenció més enllà del joc per la paraula justa. Gordo de Feria és l'alenada indispensable per creure en la possibilitat d'una màgia, una fugida i una pietat postmoderna.
Me cuesta mucho creer que este libro haya sido escrito por una mujer, por la cantidad de barbaridades que se dicen. Misógino, racista, rancio... Si lo que se pretendía era reflejar el pensamiento del personaje, no se entiende. No se entiende nada, de hecho.
Vivir en una capital de provincia, además hacer que en tu cuarto de estar haya jarrones con flores de plástico y velas LED, según afirma la autora en un momento de su florida prosa, sin duda es un obstáculo insalvable a la hora de comprender lo que en este libro se quiere contar.
Me pasa como con Rosalía. Ni siquiera entiendo qué canta... como para poder decidir si me gusta o no.
Elitismo intelectual y términos súper fashion, elementos que definen la modernidad que nos rodea... y que parece que únicamente está al alcance del que vive ya no en Madrid o ciudad urbanita similar, sino en un estrato muy determinado.
Eso sí, el librito plagado de errores gramaticales y de puntuación. Pero que eso no empañe lo 'cool' de esta tontá. Prescindible no, lo siguiente.
"Madrid es el anuncio pero nunca el producto, la oferta pero no la demanda. En Madrid parece que hay de todo, que te regala mil y una cosas, pero la verdad es que Madrid no te da nada de nada, no da ni las gracias por venir, de eso te das cuenta demasiado tarde, cuando quien lo ha dado todo eres tú”. https://elcultural.com/gordo-de-feria...
Algo desproporcionada, pero directa y, por momentos, muy divertida. El gordo busca un doble que lo supla porque está harto de actuar, de los fans y del mundo. El flaco, quien es contratado para suplirlo, esconde un pasado que provoca un giro en la trama. Todo parece muy extraño y sin sentido hasta los últimos dos capítulos, que cierran bien la pinza.
GORDO DE FERIA No es un libro para todo el mundo, pero qué libro! La prosa de Esther García Llovet es como un latigazo que no te esperas, como un tobogán que te desliza cuesta abajo a lugares donde no esperabas llegar. Cómo se vive en un mundo absurdo, que no hace concesiones, que se ríe de los clichés (y de tantas otras cosas), y que sin embargo reconocemos como propio? Literatura de muchos quilates, para mí el mejor de la trilogía de Madrid. Maravilloso (pero no para todos los paladares, ojo).
Es corto y entretiene. La realidad es que la trama nunca me terminó de enganchar. Un humorista, del cual no logré empatizar, intenta desaparecer del ambiente intercambiando lugar con Julio, un tipo que se le parece mucho físicamente, que realmente es muy soso y encima es perseguido por una china asesina. No aburre, es cierto, pero tampoco maravilla. De hecho siento la trama muy por los pelos. La comedia funciona un poco, me hicieron reír algunas partes, pero en general siento que el libro es muy plano. Las cosas pasan por que si y el final es poco convincente y hasta apresurado. Y hay unos toques medio racistas y xenófobos que no me hicieron reír mucho. En fin, es un libro que se puede leer en una tarde como para pasar el rato.
Es uno de los peores libros que he leído en los últimos tiempos. Lo he acabado porque es corto. La historia, que no se sostiene por ninguna parte, culmina con un capítulo que es el colmo del despropósito: pasan muchas cosas, absurdas y sin gracia, de correprisa. Como si la escritora le hubiera mandado acabar el libro, como sea, a un niño de primaria. Además, el libro está lleno de errores de puntuación (comas donde no toca, puntos que no están). En definitiva, un libro para olvidar.
La portada de ‘Gordo de feria’ es perfecta: un título que es un puñetazo y una foto irresistible. Que es que, además, las Pantera Rosa, tienen ese color tan llamativo. Un Bony te luce menos.
El libro es un poco como esta Pantera Rosa: es chillón, se come rápido, te pega en la boca con la potencia golosa del azúcar y el ácido cítrico y, cuando te lo terminas de tragar, te preguntas si ha valido la pena esta sacudida a tu páncreas.
Todas las reseñas en medios que he leído de este libro me parecen infladas. Las reseñas personales, como en Goodreads, algo crueles.
Después de leerlo, yo diría que está a medio camino. Sí que tiene ese punto a lo Eduardo Mendoza, de personajes absurdos y situaciones estrambóticas, pero ahí dónde Mendoza resulta tierno García Llovet es excesiva. De hecho, a mí me recuerda más a Juan Pablo Villalobos, otro autor en Anagrama, que tiene un estilo muy loco y directo. A Villalobos la astracanada le sirve para colarte a lo caballo de Troya un tema real y duro, de modo que te explota la cabeza cuando te das cuenta de mi que habla. ‘Gordo de feria’ se queda lejos de eso.
Dice García Llovet que escribió esta historia del tirón, sin escaleta ni nada. Quizás le faltó algo de reflexión previa y definir mejor qué quería contar. También dice a ella no le gusta escribir, que preferiría dedicarse al audiovisual. No hay más preguntas, señoría.
No suelo leer novedades recientes, básicamente porque suelo nutrir mis lecturas en librerías de segunda mano, pero dado que la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión vuelve a Madrid me pasé por ella y encontré este libro del que en su momento sé que oí y leí buenas críticas calificándolo como fresco, divertido y diferente. Divertido es, sí, a ratos, solo a ratos, ya que al final al ser tan cortito no da tiempo a ser repetitivo, pero poco más.
No encuentro la frescura de la que las críticas tanto hablaron, ni esa voz rompedora en la narrativa actual, ni esa irreverencia narrativa. Lo que encuentro es una novela breve entretenida, con un Madrid falso, de feria, trucado para que ganen los de siempre, como telón de fondo, y unos personajes caricaturescos que viven una trama fuera de lógica, llena de sarcasmo e irrealidad, que quizá es lo que le da a la novela su aire diferente a lo que se publica a día de hoy. Hay que ser valiente para escribir una historia tan poco típica, pero también es cierto que con un buen agente literario puedes escribir cualquier cosa, buena, mala o pésima, que conseguirás publicar lo merezcas o no.
Me lo he leído en dos sentadas; engancha y es fácil de seguir. ¿Quizá demasiado? No lo tengo del todo claro.
La historia es simple y rocambolesca, totalmente gratuita en pos del avance y el clima (la autora no busca, en ningún momento, la credibilidad). Las descripciones son detalladas en contexto y burdas en opiniones y comentarios a cuento de nada.
No es un libro que vaya a gustar a cualquiera, especialmente a lectores que busquen historias con las que devanarse los sesos. En este libro todo es, tarde o temprano, explicito. Lo importante, o lo que me ha gustado a mí, es la forma, de la que forman parte tanto los delirios constantes en las acciones de los personajes como los tópicos llevados al extremo de lo que el humor actual concede; es la atmósfera absurda de unos personajes y un contexto, no obstante, plausibles, lo que hace que me haya atrapado tanto.
“Madrid es el anuncio pero nunca el producto, la oferta, pero no la demanda. En Madrid parece que hay de todo, que te regala mil y una cosas, pero la verdad es que Madrid no te da nada de nada, no da ni las gracias por venir, de eso te das cuenta demasiado tarde, cuando quien lo ha dado tofo eres tú”.
“La discoteca fue primero propiedad deuno de Almería, luego la compró un ruso cuando los rusos estaban de moda, y al final acabó en manos de un chino, tal es el destino del planeta entero”.
“El cielo estaba tenso como el celofán de un regalo”.
“Sonreía Serafina, para sí, como si llevara los labios pintados también por dentro”.
«Al final de la noche se tomaba un descanso. Sacaba los cubos de basura y se encontraba las vomitonas frescas contra la tapia, los meados densos de cerveza y el amanecer, de cara, al fondo, como un párpado pesado de carne que empieza a abrirse muy despacio».
Esto lo vive Julio, o Castor, o Esther García Llovet, en un libro surrealista que, más que leer, se eructa. Un regalo innecesario pero recomendable para tipos y tipas tipo Santiago Segura.
Libro estrambótico y castizo cómo bien dice la faja publicitaria. Con algunos momentos brillantes pero va como el Guadiana se pierde y te deja perdido en la linea argumental, personajes poco desarrollados. Quizás sea una novela de aperitivo y sin mucha profundidad, me ha dejado queriendo más despues de haber leído "Sanchez".
Loca y jocosa. Probablemente la historia más surrealista que he leído en bastante tiempo. Empieza con una cartera perdida, sigue con dos personajes idénticos, casi gemelos (si no fuese por su peso) y termina con una serie de terror y comedia producida por unos chinos multimillonarios. Te puedes llegar a reír mucho, pero porque no se entiende nada. Está bien, es corta, directa y entretenida.
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