Crónica de la cada de Sebastián Vaca y de la consagración del minucioso y exacto plan de Aristteles Brumell, La muerte de un instalador narra la historia de un artista que, sin darse cuenta, se convierte en la obra de su mecenas. Un relato incisivo y mordaz que desnuda los derroteros del arte contemporáneo y su mundo. Escrita por un autor que supo diseccionar la ficción con las herramientas del realismo, esta obra vanguardista se burla de las motivaciones del arte y de toda una poca.
La muerte de un instalador, obtuvo el Premio Joaqun Mortiz de primera novela en 1996, significa la aparición de uno de los escritores jóvenes con mayor proyección en el México de fin de milenio y que hoy es reconocido como uno de los narradores más importantes de nuestras letras.
Escritor, editor y crítico literario nacido en México D. F. en 1969. Álvaro Enrigue ha pasado su vida entre el Distrito Federal y Washington D.C. Fue durante un tiempo profesor de Literatura en la Universidad Iberoamericana y de Escritura Creativa en la de Maryland. Desde 1990 se dedica a la crítica literaria, y ha colaborado en revistas y periódicos de México y España. A su regreso a México, después de una breve etapa como editor de literatura del Fondo de Cultura Económica, ha pasado a formar parte de la revista Letras Libres.
Esta novela, es en realidad dos en una. La principal, que cuenta vida y obra de Sebastián Vaca "instalador", artista mediocre bueno para nada, que ve en el mecenazgo de Aristoteles Brumell una salida a no hacer nada jamás. Es en los relatos de Aristoteles que hace como memorias dentro de la obra que esta novela brilla, siendo este millonario la verdadera joya de la novela y en quien se presentan las mejores frases e ideas.
Diría que es impactante, pero quizá me quedaría corto. No sé cómo describir esta novela –la primera de mi queridísimo Álvaro– pero es importante no dejar de lado que, a pesar de su brevedad, la propuesta que hace sobre las diversas formas de concebir el arte, la idea de arte en sí misma y la crítica feroz hacia la excentricidad de los ricos me parece sumamente potente.
El declive físico, moral y emocional de Sebastián, hasta al final de la novela, me parece vomitivo porque precisamente se describe de tal forma que uno sienta terror ante tanta manipulación y tanta maldad. Por su parte, el excentricismo del joven Aristóteles está construido de una manera magistral; este brother es el epítome del fifí, es la representación pura del whitexicanismo que descansa, en el texto, en una época pasada, pero que se aterriza en la actualidad, en donde es súper relevante cuestionar estas interacciones.
Lo único que no entiendo es por qué es necesario cederle la palabra a Aristóteles en ciertos “capítulos” –¿son capítulos?– del texto. Quizá bastaba con que todo el relato lo guiaría un sólo narrador.
En fin, ¿la recomiendo? Sí, pero para ayer, chavxs. Una maravilla.
Primera novela de Álvaro Enrigue, y primera que leo de él. Y respecto a lo primero, me quedo pensando que Álvaro tiene un talento impresionante. De verdad, mis respetos.
La muerte de un instalador, es una novela corta que desde la primera página te muestra el filo de su pluma, rebana y corta el pensamiento, y el humor convencional; al contrario, él pone en marcha un humor pesado pero que no le fallan las piernas: es dinámico, intenso y arrasador.
Una novela que toca un tema importante para nuestros tiempos: ¿todo lo que se constata como arte debería ser considerado de ese modo? ¿Quién es artista? ¿Cómo te conviertes en uno? ¿Todo es arte? También, es capaz de tirar el escenario como si fuera un cascarón, y decir: a veces el arte es sólo un negocio. Así, crudo e insólito.
En esta novela, no existe el genio escondido en todos. No cualquiera es original y creativo. No todos tienen el potencial. Y también -aunque lo acusen como lo hicieron con Galileo al decir "eppur si muove"- quita la máscara de artista, de mecenas y espectador que hoy en día se lleva mucho. Es normal preguntarse hasta dónde es capaz de llegar el artista para concretar una obra, algo así como una ética artística.
Un debut de gran promesa con estilo y una prosa de fluye.
Basicamente, un millonario decadente pone en marcha un plan de dos pasos para 1) Hacer tranza al mundo de arte y 2) Armar una vida de bacanal. A paso lento, un artista y su pareja caen en su telarana. El artista o "instalador" se vuelve adicto al opio, y la mujer se hace ramera mientras esta en Nueva York.
Los capitulos son cortos y hay cambios de POV, pero es facil de seguir. Tambien, el sentido de humor sarcastico pervade la obra. El problema no es la falta de imaginacion, sino la falta de un protagonista. El lector quiere ver fracascar el plan pero, a la vez, solo conocemos bien al millonario (quien es muy mala onda).
Para mi, la mejor seccion fue cuando al artista se emputo y se nego en bolear los zapatos. Pero el millonario le conquisto con el opio asi de volada, entonces la tension se disipo.
Hablando del estilo, los dialogos sin Em Dash (-) o comillas latinas (<<>>) fueron bastante cool.
Una historia muy bien contada. Una historia cruel y perversa. Una historia de decadencia. Una historia que me dejó con el estómago revuelto y la tristeza en el cuerpo.
Maldito Aristóteles, eres un cabrón. Me gusta su representación del villano. Lisa Owen debería interpretar a la ama de llaves si alguien hace una película de esto.
Me gustó la manera en que se nos explica el «modus operandi» de Aristóteles, me gustó la referencia que se hace a los pecados capitales por medio de los gatos que hay en la mansión, pero siento que los personajes femeninos solo son retratados como víctimas o cómplices, me hubiera gustado que Aristóteles le temiera a alguna mujer o le tuviera respeto.
No sé qué come Enrigue para escribir estas novelas en varias dimensiones. El juego, eso sí, creo que es en tres dimensiones: la historia del artista a partir de la que se desarrolla la historia, la visión del mecenas de su propia obra y el libro, entendido como parte de este conjunto.