Volver es lo mismo que recordar? Qu se pierde en el regreso o cmo se inventa lo que no fue? El comn olvido es un viaje sentimental por la memoria desperdigada, el retorno a un pas sin epitafios. El protagonista de esta novela es un acadmico argentino camuflado o albergado, segn el caso o el lapsus, en la lengua anglosajona. Un episodio familiar lo devuelve al pasado.
Sylvia Molloy is an Argentine writer and critic who has taught at Princeton, Yale and NYU, from where she retired in 2010. At NYU she held the Albert Schweitzer Chair in the Humanities. She is the author of two novels: En común olvido (2002). She has also written two short prose pieces, Varia imaginación (2003) and Desarticulaciones (2010). Her critical work includes La Diffusion de la littérature hispano-américaine en France au XXe siècle (1972), Las letras de Borges (1979), At Face Value: Autobiographical Writing in Spanish America (1991), Poses de fin de siglo. Desbordes del género en la modernidad (2013), and edited volumes such as Hispanisms and Homosexualities (1998) and Poéticas de la distancia. Adentro y afuera de la literatura argentina (2006). She has been a fellow of the Guggenheim Foundation, the National Endowment for the Humanities, the Social Science Research Council, and the Civitella Ranieri Foundation. She has served as President of the Modern Language Association of America and of the Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana and holds an honorary degree in humane letters from Tulane University.
In 2007 she created the MFA in Creative Writing in Spanish, with the collaboration of Lila Zemborain and Mariela Dreyfus. The MFA is the first program of its kind in the United States. It is modeled along the lines of the NYU MFA in Creative Writing in English, taking advantage as well of a similar, bilingual Program, at University of Texas at El Paso. Classes and workshops are taught in Spanish and students are mostly Spanish, Latin American or Latino.
Ya no sé qué fue cierto o qué mentira algo pasó que lo olvidé que veo al recuerdo y que lo siento como a un resucitado entre los muertos
No sé por qué ya lo olvidé no importa qué olvidé, solo lo olvido siempre luché por recordar ¡pero hoy qué buen regalo es olvidar!
Gabo Ferro, Un eco, un gesto, una señal
El que tiene buena memoria no recuerda nada porque no olvida nada. Su memoria es uniforme, esclava de la rutina, función y condición a la vez de su hábito impecable, un instrumento de referencia en vez de un instrumento de descubrimiento. (...) En rigor, sólo podemos recordar lo que ha registrado nuestra extrema distracción, para ser guardado después en ese inaccesible calabozo al fondo de nuestro ser, cuya llave el hábito no posee y tampoco necesita, porque no contiene ninguno de los atroces y útiles accesorios de la guerra. Pero ahí, en ese “gouffre interdit à nos sondes”, está guardada nuestra esencia, el mejor de nuestros múltiples yo y sus concreciones, que los espíritus simplistas llaman el mundo; el mejor porque se ha acumulado furtiva, penosa y pacientemente bajo la nariz de nuestra vulgaridad (...) A la memoria que no es memoria, sino la aplicación de concordancias al Antiguo Testamento del individuo, [Proust] la llama “memoria voluntaria”. Se trata de la memoria uniforme de la inteligencia, y se puede contar con ella para reproducir a nuestra inspección agradecida esas impresiones del pasado que se formaron consciente e inteligentemente. No se interesa por ese elemento misterioso de la distracción que influye en nuestras experiencias más banales. Presenta el pasado en blanco y negro. Las imágenes que elige son tan arbitrarias como las que elige la imaginación, y no menos alejadas de la realidad. Proust ha comparado su proceder con el de hojear un álbum de fotografías. El material que entrega no contiene nada del pasado, sólo una lejana proyección, borrosa y uniforme, de nuestra ansiedad y oportunismo. Es decir, nada.
Con una prosa nostálgica, de ritmo lento, de tempo tenue, esta novela de Sylvia Molloy recorre el tema de la memoria desde múltiples perspectivas. La calidez con que la narración va haciendo surgir personajes y relatos la vuelve particularmente entrañable, a la vez que la profundidad reflexiva a la que nos arrastra permite ahondar en la pregunta por la identidad, por el recuerdo, por las raíces. El común olvido es una novela en la que perderse mientras se recorre algo de un pasado común y argentino que subyace en toda la trama, una cartografía en la que el protagonista se desplaza provocando la evocación, tal como la impresión que nos produce mirar viejas fotografías de gente que no conocemos.
Hermosa lectura. No conocía a la autora, esto es lo primero que leo pero ya quiero conocer su obra. El libro me encantó, la historia es muy conmovedora, humana y a la vez genera dudas y misterios que te mantienen pegado al libro. Las últimas 60 páginas aproximadamente me da la sensación que cambia el ritmo y se apresura un poco todo el final; igualmente recomendadisimo, lo ame.
Prosa, diálogos y soliloquios magnéticos que tejen una pregunta adorable sobre el misterio de la juventud de nuestros padres mientras un hijo sostiene y transporta las cenizas de su madre. En esta novela el recuerdo y las huellas para seguirlo se tropiezan con la verdad de vacío y conjetura de la propia memoria.
Perlita: los intercambios del protagonista con su prima en cuya cotidianeidad ella parece no querer reconocer el tiempo ni la distancia que desdibujaron esta relación. Él tampoco; se muerde la lengua antes de admitir frente a ella que desconoce algún hecho que lo tuvo como testigo pero olvidó o, peor, que nunca se lo contaron.
He terminado este libro con el genuino deseo de correr con mi hijo y contarle todo de mí, de sus abuelos, de sus bisabuelos. ¿Por qué? para que no le pase lo que a Daniel, protagonista de El Común Olvido. Daniel regresa al país de nacimiento con las cenizas de su madre en las manos para buscar un pasado que se le escapa, un pasado que viene a traerle un presente y un futuro de incertidumbre.
Es una Magnífica Novela, con personajes entrañables. La serie de referencias literarias harán feliz a cualquier bibliómano.
“Enciendo la luz para ver, por última vez, los cuadros de mi madre. Uno por uno los miro, procurando grabarlos en mi memoria, sabiendo que después de un tiempo (años, más probablemente meses: mi memoria no es de confiar) los olvidaré”.
Mi segunda novela de Molloy. "El común olvido” es el relato de un viaje familiar, genealógico. Daniel vuela desde Nueva York, regresa a una Buenos Aires que, si bien lugar de nacimiento, resulta totalmente desconocida. De ahí la reconstrucción, el rearmado de una imagen necesaria, una narrativa de origen que ayude a entender.
Debo decir que no la disfruté tanto como “En breve cárcel” pero igual es súper recomendable. Es un relato de un viaje pero también de amores posibles e inalcanzables, intrigas familiares y políticas, rechazos y traiciones. Es una novela sobre la memoria y el olvido, que explora cómo los recuerdos se construyen, se desvanecen o se distorsionan con el tiempo. Con una prosa íntima, Molloy construye un relato sobre un descubrimiento pero también sobre la identidad y sus complejidades.
Este libro, a mi parecer, necesita tiempo para ir descubriendo toda la trama que, en detalle, la autora describe. También aparecen muchas anécdotas y sucesos que, en algunos casos, no aportan al eje de la trama pero sí hacen resaltar la cotidianeidad en la vida del personaje principal (Daniel). . Creo que lo que más me gustó del libro es la búsqueda genuina de "Daniel" sobre su identidad y, la historia de los otros personajes que también buscaron darle sentido a su comportamiento a lo largo de su existencia. . La trama principal gira en torno a este personaje principal que deja todo para reencontrarse con su historia y su identidad, tras la muerte de su madre. En este camino se desconcierta, se pierde, se confunde y debe tomar decisiones sobre su propia vida. . Una historia cargada también de sexualidad, de diálogos, de sentimientos, de cotidianeidad.
me encanto el libro, y lo lindo de la nostalgia de Buenos Aires.
al final puede que se haya achatado un poco, pero en general muy bueno. Sylvia Molloy escribe de una manera muy particular, hermosa en mi opinion. Recomiendo.
Una lectura al ritmo de la memoria. Acompañar a Daniel en el laberinto de su historia familiar, entender sus inquietudes, abrazar sus frustraciones y que nada suceda como se espera, quizá porque no se espera nada en particular. Lo más hermoso de esta novela está en cada diálogo, cada sentimiento, cada personaje y cada escena que mantienen una profundidad y una humanidad entrañable. Mil formas de ver y jugar con el concepto de memoria, el pasado, el presente, lo material y lo que queda en el corazón. Toda memoria es una construcción colectiva.
Una Molloy nostálgica, que nos invita a visitar por un rato el desarraigo de la migración, la profundidad del lenguaje y las raíces construidas.
Y aunque no me resultó fácil sostener la lectura (al menos no a ritmo de vivir en la ciudad), disfruté cada página y la terminé con el pecho inflado.
Un hombre busca cerrar un círculo y en su camino abre muchos más, todo el tiempo. Un vértigo narrativo admirable. Todas las páginas tienen algo bueno. Un imprescindible.