La narradora de esta historia nace a pocos kilómetros de Chernóbil el año que explota la central nuclear y crece en un país atravesado por la confusión y la miseria. En la tierra de los «niños radiactivos», las frutas monstruosas de la Zona, los cielos rojos y los hombres alcohólicos, enfermos o desorientados, las mujeres resisten haciendo de la cotidianidad un refugio: la madre cuyo nacimiento no fue registrado por la persecución de Stalin, la abuela secuestrada por los nazis que regresa al final de la guerra y, acusada de traición, debe trabajar recogiendo turba junto a sus amigas del pantano, como la joven enamorada de Mayakovski o la que pesca con sus trenzas. Desde la Buenos Aires a la que emigró con su familia, Natalia Litvinova rompe el silencio de su madre para reconstruir en Luciérnaga toda una estirpe acallada.
Natalia Litvinova nació en Gómel, Bielorrusia, el 10 de septiembre de 1986 y reside en Buenos Aires, Argentina. Traduce a poetas rusos. Publicó los poemarios Esteparia, Balbuceo de la noche, Grieta y Cartas de la locura, y tradujo la antología Rumbo a Karachnay de Shajriza Bogatyreva.
Uf, uf, uf, ¿qué decir? No quiero venir a ser hater, pero never beating the no leas y compres novedades allegations. Se siente todo muy fuera de lugar; no hay un hilo conductor. Es una novela “fragmentada” que parece usar esa excusa para contarnos la vida de la abuela, la madre y ella, pero se lee muy distante. Cuando llegué a la tercera parte (que parece ser la más personal?), ya estaba completamente desconectado y solo terminando porque es un libro corto.
Le tenía muchas ganas, pero estas novelas marketeadas como escritura “poética” y “lírica” se están convirtiendo en una alerta para mí. Todas parecen estar escritas por la misma persona, que cae en lugares comunes e imágenes bonitas que, al final, resultan planas y sin profundidad. No tengo nada en contra de la autora ni su experiencia de vida; mi queja es sobre la forma en que está escrito y estructurado el libro, no me aportó absolutamente nada.
Una sensación extraña y luminosa: la certeza de que hay heridas que arden sin quemar. Y que, en medio de la oscuridad y el exilio se pueden contar. Una historia escrita con el corazón y que da voz a las mujeres fuertes, es inagotable la carga emocional que tiene la autora y el lenguaje poético que utiliza, es un libro merecedor del Premio, sobre una dura historia de vida y exilio. Vale la pena leerlo.
4,5 Natalia se abre en pedazos para hablarnos de sus raíces. La historia de sus padres y sus abuelos, la historia de todo un país. Chernóbil, el perderlo todo y el empezar en un lugar en el que no te quieren.
En pedacitos después de terminar esto y queriendo abrazar mucho a natalia por mostrarnos su historia más voluble.
Me parece triste que una novela que parecía tan prometedora se fuera convirtiendo en una colección de retazos que no llevan a ninguna parte, salvo algunos chispazos. Hay cosas muy bonitas, hay brochazos geniales, y una poesía por debajo. Se trata del homenaje de una escritora bielorrusa a su madre —y a su abuela y a ese linaje materno que la marcaría definitivamente— y, claro, cómo la vida cambia para siempre en un segundo tras el desastre radiactivo de Chérnobil en 1986, el mismo año en el que nació la autora Natalia Litvinova. Las dos últimas páginas son tremendas, y las conversaciones que recrea con su abuela, de enmarcar. Pero el libro se me fue saliendo de las manos y ni siquiera ahora, cuando intento ser amable con esta reseña, puedo hacerlo. La verdad es que me aburrió al final.
Este libro narra la vida de Natalia y de su familia durante los años en los que explotó el reactor de Chernóbil y cuando posteriormente se mudó a Buenos Aires buscando una vida mejor.
Leer este libro es casi como leer poesía de lo bonito que escribe. La forma que tiene de describir los momentos y pensamientos inocentes que se tienen de niño, el desconocimiento sobre la radiación, las preguntas que hacemos y los adultos no responden, los recuerdos que dan vergüenza...
Nos habla de cómo ya de adulta intenta preguntar a su madre cosas sobre su pasado y esta rehuye contestar. Una mujer que pertenece a esa generación educada en el silencio, en el "que dirán". Me siento muy identificada con esto, uno solo quiere descubrir cosas que vivieron sus seres queridos pero a veces encuentras esa resistencia al recuerdo.
Admiro la fuerza y valentía de coger toda su vida, meterla en maletas e irse de Bielorrusia a Argentina, sin saber el idioma ni las costumbres. Solo con la esperanza de que allí podrían vivir mejor.
Este libro me ha hecho preguntarme sobre la vida de mi abuela, la de mi madre y mi árbol genealógico en general. ¿Cuántas historias hay que no sabemos del todo? ¿Cuánto hay de real en loque sabemos de esas personas? Porque el tiempo y las veces que se cuenta una historia modifican el contenido, se adorna muchas veces.
En definitiva creo que es un libro muy reflexivo, de reposar después lo que se ha leído y hacerse y hacer preguntas. Me ha encantado.
A Natalia Litvinova la he leído en su poesía, siempre, tan hermanada a las cosas que una siente, y no podía decirle que no a la lectura de esta su primera novela, Luciérnaga. Una novela que habla sobre la memoria: la de la infancia y la colectiva. Natalia nació en Bielorrusia en 1986 y vive en Buenos Aires desde 1996. Con esto, Natalia decidió trazar un viaje novelado por su infancia, por la vida de su madre y de su abuela, por aquellas mujeres y aquellos niños que quedaron en el pasado y que ahora no son más que resquicios y manchas de lo que un día fuimos. ¿Por qué llamar a esta novela Luciérnaga? Porque Luciérnagas son aquellas personas que sobrevivieron a la radiación de Chernobil. Las que han podido contarlo y las que de un modo u otro han vivido para rememorarlo.
La novela, dividida en tres partes, nos habla de una Natalia niña que es curiosa y que busca y que se sube a las faldas de su madre para que esta le cuente historias. Su madre, costurera, estudiaría una ingeniería ferroviaria, y su padre, del que poco sabemos, trabajaría en una fábrica de fósforos. Pero para ponernos en esta situación nos debemos situar en la Gómel de finales de los 80 y principios de los 90. Entonces todo era diferente y Natalia nos lo enseña. Nos habla de su madre y de cómo viviían, nos habla de su abuela y de cómo sobrevivía, nos habla de su infancia y de cómo la vivió ––entre mayas de ballet, entre bosques, entre niños que traían manzanas radioactivas a la escuela. Sin duda, Luciérnaga es un libro de libros, pues en ella hay tantas historias como personajes y vidas. Natalia se ha adentrado tanto en su niñez, en las historias que le contaban, que por un momento, en esa tercera parte, parece haber olvidado que ella estaba en todas esas historias y que la Natalia niña llegó a ser una Natalia adulta ya en su infancia.
¿Cómo solemos recordar el pasado? Siempre me he dicho, que a través de las sensaciones y emociones, y eso es lo que la autora nos muestra aquí. Novelar la vida es novelar las presencias y las ausencias que tenemos en ella, es novelar nuestros deseos y nuestras emociones más intrincadas. De algún modo, he aprendido a conocer a Natalia a través de sus palabras, y quien la conoce, sabe que ella es así, sabe que ella proviene de todo lo que habla, por lo que esta es una novela biográfica tan pura y tan inocente como lo es una luciérnaga en el ocaso. Así, titulo a esta reseña La mancha porque manchas son las cosas que nos quedan de nuestra infancia, no se pueden borrar, están ahí, acompañándonos, siendo cómplices de todo lo que hacemos y vamos llevando con nosotros moviéndonos a donde nos movamos. Mancha es lo que me queda tras la lectura de este libro, una pequeña manchita de luz en mi alma, porque las manchas también pueden ser de luz, así como hay manchas de nacimiento. Y Luciérnaga, es las dos cosas. Asistimos a los nacimientos que Natalia tiene en su vida cada vez que viaja, cada vez que se muda. Saber ver que esas manchas son un señuelo en el que poder narrar desde dentro nuestra historia no es tarea fácil, pero Natalia tiene un sentido de las palabras tan vívido y profundo que este libro ya llevaba todas las de ganar incluso antes de saberse Premio Lumen de novela de este 2024.
Manchémonos de nuestra infancia, de las historias de nuestras abuelas, de nuestras madres. Solo así podremos conocernos a nosotros mismos desde esa perspectiva que muy poco nos ofrecemos a nosotros mismos también: la del saber mirarse sin mirarse los ombligos, sino a nuestro alrededor, a los de los ojos de una niña que va creciendo y se va transformando para poder contarnos desde ella misma todo el peso y la belleza del mundo.
En este libro conoceremos la vida de una mujer que nace en un pueblo a pocos kilometros de Chernóbil, justo unas semanas después de la explosión de la central nuclear.
En la primera parte , conoceremos sus primeros años de vida en una URSS ya quebrada, viviendo muy cerca a la radiación, dónde las madres no permitían que sus hijos se mojaran con agua de lluvia, ya que esta estaba contaminada, o que como debían checar muy bien que los alimentos que compraban en el mercado no fueran cultivados en la zona prohibida. Una vida llena de carencias y mala información , pero muy allegada a la familia y amigos.
En la segunda parte, conoceremos parte de lo que vivió su abuela al terminar la 2a guerra mundial, y ser etiquetada como traidora por haber estado en un campo de concentración Nazi.
Y en la última parte conoceremos como vivío la migración de toda su familia a Argentina, buscando un futuro mejor, el estar solos, con un idioma , forma de vida, comida y tantas cosas más distintas a las que había vivido en su tierra natal esta niña de no más de 10 años.
Una historia que te toca en lo más profundo, pero que en la forma de narrarla esta la magia, porque aunque hable de carencias y problemas, siempre deja ver algo de luz tambien.
Indudablemente , muy bien ganado el premio Lumen de Novela 2024
Yo qué sé! El contenido bien, pero la forma ñé. Me ha parecido un batiburrillo de anécdotas desestructurado que en la segunda parte, la dedicada a su abuela, llega al culmen de lo estrambótico. Quizá ella entiende el sentido en su estructura y soy yo la que no lo pilla. Seguramente sea un "no eres tú, soy yo", pero me ha estado sacando fuera cada dos por tres. Aún así, como relatos cortos, me ha gustado mucho cómo ha sabido traer una parte de humor entre tanta desgracia.
La escritura de la autora es maravillosa, y aunque la primera parte de la novela me decepcionó un poco porque erróneamente pensé que el argumento iba a discurrir por otros caminos, a partir de la segunda parte no pude soltarlo. Mi interés creció con cada página, y pude disfrutar de la calidad de la pluma de Natalia y del brillo especial que emana de ella.
Una novela deliciosa por su forma de narrar: íntima, conmovedora, delicada, ágil.
Litvinova hace de su historia un relato lleno de vivencias únicas, de dolor, pero también de encuentros plagados de amor, añoranza, amistad, familia. La autora usa una voz cercana, sencilla, que desde su propia visión nos narra en forma fragmentada su historia, su niñez en Bielorrusia, marcada por la radiación del accidente nuclear de Chernóbil, la disolución de la URSS y la emigración. La autora usa la escritura para entender aquellas cosas que quiso olvidar pero no pudo.
Una historia marcada por la guerra, violencia, trauma, resistencia, en dónde las mujeres son las protagonistas, aquellas que no conocieron el amor y que fueron obligadas a callar lo que sufrieron tras la explosión.
La autora nos expone lo que verdaderamente sucedió en Chernóbil, como desapareció lo que alguna vez fue su hogar y como esté desastre originó su migración a la Argentina en el año 1996, con tal solo 10 años de edad, pero también la disolución de su familia.
He leído muy pocas obras sobre el accidente nuclear de la planta Chernóbil, (26 de Abril 1985) en Ucrania, que en ese momento pertenecía a la Union Soviética y me queda claro que fue una tragedia que marcó la vida de miles de personas, sin embargo ¿que tanto conocemos de la vida de estas personas ? ¿cómo sobrevivieron a este terrible evento? ¿que hicieron después ?
En este libro Natalia Litvinova, quien nace en el mismo año de esta tragedia, nos cuenta en pequeños capítulos parte de su infancia, su historia familiar, el viaje que realizó junto a su familia hacia Argentina cuando apenas tenía 10 años buscando un destino mejor,..
Una historia triste, pero relatada con mucha sensibilidad, la hermosa prosa de Natalia, entre cuento y poesía nos invita a disfrutar su lectura.
Premisa: Recopilación de recuerdos de una infancia marcada por la explosión de Chernóbil. La influencia de la radiactividad, el desconcierto de la pérdida, la lucha por recomponer y cuidar lo que queda, el sentirse diferentes debido a un drama sobrevenido.
Opinión: Ay, las ideas preconcebidas. Qué malas compañeras son. ¿Qué esperaba? Un relato basado en el drama, una situación demoledora que tuvo que truncar las vidas de muchísimas personas, que tuvo que afectar a su salud y a su bienestar en cada uno de los ámbitos de su vida.
Y evidentemente, algo de eso hay. No deja de ser una recopilación de recuerdos, de situaciones vividas en las que la radiactividad es la indudable protagonista. Pero me ha dado la sensación de estar contado a retazos, como si hubiesen mezclado las diferentes partes y hubiese salido un popurrí aleatorio sin demasiado sentido.
Al no tener un hilo conductor claro, no he acabado de empatizar con la protagonista. Es difícil encajar con alguien a quien conoces de forma superficial, por muy significativo que sea lo que te cuente y aunque lo haga de una forma muy bonita. Porque es imposible negar que hay belleza en el relato, pero a la vez hay poca suciedad.
Y, esta situación, de suciedad tuvo que estar plagada. De llanto, de hipidos y consternación. En cambio, se relata de una forma lírica y poética que, aunque puede ser efectista y luminosa, no siempre encaja con todo tipo de contenido. O al menos a mi así me lo parece. Es la sensación que he tenido, de desconexión entre la forma y el fondo, de efectismo fácil sin contenido rotundo.
Aún así, hay fragmentos que he disfrutado, hay reflexiones que me han llegado particularmente. Quizá sea que no es un libro con el que yo encaje o que mi preconcepción ha sido demasiado protagonista. Aunque intentemos ser tierra fértil nunca mancillada no podemos evitar que ya nos hayan cultivado o nos hayan removido previamente.
Esta novela me llamó la atención y desde que recibió el Premio Lumen, todavía más. Ésta es la primera novela de esta mujer poeta, q haciendo homenaje al cuaderno q guardaba su madre, nos entrega un cuaderno, reflejo del primero, donde esboza parte de su vida.
Quería saber por qué ese título y por fin entendí q hacía referencia a aquellos que vivieron expuestos a la radiación de la catástrofe de Chernóbil en 1986. Sin saber nada de antemano, descubrí una narración muy poética y el inicio me pareció pura dinamita. Sabes dónde estás y crees q va a contarte la desgracia de aquellos recuerdos del pasado en Bielorrusia pq es Natalia de niña quien nos los cuenta. Pero su forma de narrar es desordenada, inquietante, como los mismos flashes de memoria q vas recuperando. Ella misma explica q su novela está compuesta de retales q va cosiendo con la escritura, como las puntadas q da su madre. Y es este caos, aderezado con imágenes oníricas y surrealistas q utiliza para presentarnos a sus muertos, lo q hace q me pierda en su lectura, q me cueste ubicarme y seguir el hilo de su historia. Intento aferrarme a su estilo evocador, a la poesía q se aprecia en sus fragmentos, pero me desoriento, siento q esas puntadas no son firmes, siento q estoy a medio camino entre Argentina y Bielorrusia, a medio camino entre abuela, madre e hija, a medio camino entre el pasado y el presente, a medio camino entre la luz y la sombra, y así es como acabo, a medio camino en una novela q no siento q se acaba de cerrar.
La novela está dedicada a su madre, madre q figura en la portada, madre cuyo silencio consiguió superar gracias a las puntadas q dio su hija para ella.
“Luciérnaga”. Este libro ganó el Premio Lumen en 2024 y está narrado en primera persona. La protagonista nació cerca de Chernóbil el mismo año de la explosión y cuenta cómo fue la vida después del accidente, cómo fue su emigración a la Argentina junta a su familia con diez años y que ese desarraigo los marcó a todos; también vemos que la explosión fue un antes y un después para el pueblo ucraniano. La novela es desgarradora y te hace pensar hasta dónde se puede llegar. La recomiendo.
Este libro me gustó aunque no fue lo que esperaba. Considero que es una autoficción mezclada a ratos con fantasía y poesía con el fin de llenar los huecos de ciertas partes de la historia, sobre todo aquellos a los que autora no tiene total acceso. Me da la impresión de que es un collage literario, de momentos reales, de anécdotas, de imaginación y de un importante rescate de la memoria histórica de las mujeres de la familia de Natalia en Bielorrusia. También siento que es una reconciliación con la historia de su mamá y su papá, y encuentro mucha ternura y amor en ello. Creo que eso es en esencia el eje emocional que sostiene esta historia.
Otro punto que me parece totalmente relevante es el relato de la consecuencias de la explosión del tractor nuclear de Chernobyl en la población civil, en la gente que no estuvo directamente relacionada con la planta nuclear, pero que pagó las consecuencias del accidente. Las "luciérnagas" y los cambios tan severos a las que se vieron sometidas, cuando dejó de haber opciones para muchas personas. Muy interesante e importante también es el relato de la migración a Argentina de Natalia y su familia y de las implicaciones de su proceso de adaptación. Todo esto le da un valor adicional al libro, más allá de cualquier crítica, en mi opinión.
Al principio comenté que parece un collage donde se mezclan realidad y fantasía y eso puede ser una forma curiosa e interesante de contar una historia. El problema es que de pronto parece que no tiene ni pies ni cabeza y eso puede llegar a desesperar, o se presta a que una olvide rápidamente lo que acaba de leer, porque se pierde el hilo. Sin embargo, reconozco que la estructura tipo cuento de algunos capítulos es muy buena, al igual que las partes poéticas, que disfruté mucho. También tiene la ventaja de que es fácil de leer, pero si te desespera la falta de orden y coherencia, podría ser un libro que no te agrade tanto.
En conclusión, no es un libro perfecto, pero es lindo y sobre todo habla de esas historias que la gran Historia nos esconde, las historias de las personas que viven la Historia, no solamente la narración abstracta y heroicos de esos grandes hechos. Quizá sea parte de la herencia de Svetlana Aleksievich y creo que es genial que autoras jóvenes tomen ese ejemplo y empiecen a contar sus historias también, a su manera. Eso es lo que más le reconozco a este libro y con mucho gusto quisiera leer más cosas de Natalia Litvinova.
En abril de 1986, ocurrió el desastre de Chernóbil: un accidente nuclear que provocó la liberación masiva de material radiactivo, con consecuencias trágicas para las personas, los animales y el medio ambiente en kilómetros a la redonda. Natalia Litvinova, poeta, novelista y editora, nació ese mismo año, unos meses después, en Gómel, Bielorrusia, a unos 100 kilómetros. Se convirtió así en una «luciérnaga». «Luciérnaga» es un relato sobre el recuerdo, el desarraigo, la identidad y la resiliencia femenina, que se despliega en tres partes. La primera parte se enfoca en la infancia de la narradora, atravesada desde el inicio por el apelativo «luciérnaga» que reciben los niños alcanzados por la radiación tras el accidente. En la segunda parte, Natalia conversa con su abuela materna Catalina, una mujer capturada por los nazis que recolecta turba de un pantano para darle electricidad a una Unión Soviética que ya no existe. Y la tercera se enfoca en la migración de la familia a Buenos Aires cuando la autora tenía diez años. Es una novela poética y delicada, con capítulos cortos, como flashes de memoria, que construyen una historia como una manta patchwork. Es la historia de una niña que es luciérnaga, que es luz en la oscuridad.
Me pareció una lectura cargada de nostalgia, una de esas lecturas que abrazan y conmueve.
La historia nos narra en tres tiempos que aunque no se sientan tan marcados dentro del libro, necesitas prestarle atención para poder captar esta división, sin embargo, todo parte desde un evento conocido : la explosión de la planta nuclear de Chernobil. En 1986 y como nuestra protagonista llega a argentina junto a su familia para lograr superar este evento a pesar de tener todo en contra.
Se agradece una historia “biográfica” diferente, de pronto nos encontramos solo con novelas referentes a la segunda guerra mundial o a campos de concentración, pero en este caso es otro tipo de catástrofe.
La autora nos llena de momentos cargados de emotividad junto a su familia, su madre y su abuela.
Una lectura tranquila, sin pretensión y con mucho mensaje.
Para más reseñas, sígueme en YouTube, Instagram y Spotify como @arqui.lectura
En capítulos cortos a modo de pequeños relatos, biográficos, la autora narra a pequeños saltos como fue su vida, una niñez marcada por el lugar donde nació, Chernóbil, una región asolada por la explosión de la central nuclear, una zona sembrada de destrucción y miseria, hasta la posterior emigración familiar a Argentina siendo ella adolescente
Con un estilo limpio y claro transmite el coraje y la fortaleza de las mujeres de su familia, abuela y madre en tiempos de guerra y devastación
Cruda, poderosa y a la vez delicada y sensible, Un testimonio que da luz a los desarraigos y a la vida de sus antepasados "Luciérnaga"
Luciérnaga de Natalia Litvinova es una novela introspectiva que explora la lucha interna de su protagonista, quien busca su identidad y su propósito en medio de las sombras de la vida. A través de una prosa poética y melancólica, Litvinova nos invita a reflexionar sobre la soledad, el amor y la superación personal. La historia, cargada de emoción y profundidad, muestra cómo la protagonista encuentra destellos de esperanza en su camino, como una luciérnaga en la oscuridad. Es una obra que, sin ser grandilocuente, toca el alma y invita a cuestionar la propia existencia.
Sin rumbo fijo pero con muchas emociones. Heridas abiertas sin ideas concretas. Mucho que sentir falta un hilo. Eso sí, su escritura es suave como un narración que te acompaña.
Pequeñas pinceladas, capítulos inconexos, imágenes de una vida en la Bielorrusia pre y pos Chernobil, la emigración hacia un país muy lejano, La Argentina y el sufrimiento, la tristeza, con algún destello de luz
Buenas tardes de #martesdereseña te deseo 😉 a tí, que me lees 💜
Hoy te traigo la reseña de #luciernaga de #natalialitvinova @contra_toda_esperanza premio Lumen 2024 de novela @lumenedit que he leído en #lecturaconjunta con Andrea @prepyus y Almu @booksandcups_ con su recién inaugurado #clubdelectura en @laboticadelasletras 💜 Gracias chicas, fue una tarde bonita 😘😘
Pues esta historia comienza con el nacimiento de la autora, una vez pasado el desastre de Chernobil en 1986 en la región de Gómel muy cerca de Pripyat y de la central nuclear.
La novela está dividida en tres partes, yo reconozco que me costó entrar porque es verdad que te da una impresión de inconexión total entre los capítulos, no tiene mucho sentido en principio.
Después lo entiendes porque la autora hace collage y fue la forma en la que ella armó su novela, poniendo todos los capítulos por el suelo y escogiendo que iba primero y que iba después 🙃
Yo de ésto me enteré en la quedada que tuvimos para comentar la novela y la verdad es que eso me cambió un poco la percepción de la sensación que tuve al terminarla. Me ha parecido una apuesta super valiente porque al fin y al cabo ella hizo la novela que quería, haciéndole finalmente un bonito homenaje a las mujeres de su familia 💜
Cómo vivió siendo una niña radiactiva durante sus primeros años en Bielorrusia y su posterior emigración a Argentina.
A pesar de ser un tema tan duro como fue la explosión de la central nuclear, ella lo dulcifica y lo narra con un lenguaje muy lírico y poético. La primera parte está narrada con una voz más infantil, la segunda diría que con toques de realismo mágico (las conversaciones con su abuela me han gustado mucho ✨) y la tercera afrontada con una gran valentia con las dificultades de un nuevo país, la adaptación, la aceptación y todo lo que conlleva un cambio tan grande en tu vida con apenas diez años 💜
"No quería nacer en otoño en un país radiactivo. Pero el médico me sacó a través de un corte realizado con bisturí, y con los pies toqué la tragedia".
"Escribo porque no puedo tejer piernas más fuertes para mí madre. Escribo porque yo sí puedo caminar hacia atrás por ella. Narrar es alargar la lengua, elongar el presente para que se toque con la leyenda. Narrar es también tirar del hilo y deshacer un tejido".
No tenemos ni idea de lo que nos depara la vida y sin embargo la esperamos cada día cuando abrimos los ojos. "Luciérnaga " es la historia de Natalia Litvinova y su familia, especialmente su madre. Un libro lleno de recuerdos, de una infancia en Bielorrusia años después del estadillo de la central nuclear de Chernóbil, de la emigración a Argentina, de horas en el bosque con su abuela, de charlas con papá. Pequeñas anécdotas narradas siempre con delicadeza y poesía que nos muestran cómo la vida puede cambiar tan rápido y dejar tanta nostalgia. Luciérnagas era el nombre que recibían las personas que vivían cerca del lugar donde estalló la central. Como si la radioactividad fuera entonces el foco de luz que alumbraba la vida de tantas familias que sufrieron las consecuencias. Me ha encantado la forma que tiene la autora de expresarse, que comparta este pequeño trozo de su universo con nosotros y lo haga de una forma tan real y tan bella a la vez. La nostalgia que transmite me hace pensar que tal vez en la infancia somos más nosotros que nunca.
"Cuando era niña creía que por las noches la radiación salía de mí e iluminaba el cuarto como una pequeña lámpara. Estudiaba minuciosamente mis extremidades, tratando de adivinar si faltaba mucho para que los poros se dilataran y liberaran un polvillo fluorescente. Me cuestionaba si ese polvillo me haría daño al abandonar mi organismo y si ese daño se propagaría. Al despertar, revisaba las sábanas, los párpados móviles de las muñecas, los discos de vinilo, mi uniforme del colegio sobre el respaldo de la silla. Buscaba las heridas en todo".
“No quería nacer en otoño en un país radiactivo. Pero el médico me sacó a través de un corte realizado con bisturí, y con los pies toqué la tragedia, mientras que con las manos intentaba aferrarme a las entrañas de mi madre”.
“Los niños en el colegio se burlaban de mí y de sí mismos. Decían que éramos radiactivos y que un día brillaríamos en la oscuridad.”
Me encganché rápidamente con el hilo que cose varias generaciones radioactivas Quedé deslumbrada por la migración de luciérnagas que luchan por conservar su luz en un mundo que intenta apagarlas.
“Narrar es alargar la lengua, elongar el presente para que se toque con la leyenda. Narrar es también tirar del hilo y deshacer un tejido”