Neste romance de estreia, a espanhola Xita Rubert narra uma viagem de uma jovem de dezessete anos com o pai e amigos deste – os intelectuais endinheirados Andrew e Sonya Kopp. Nesta breve e caótica jornada, a protagonista Virginia encontra um mundo adulto repleto de hipocrisias e ambivalências, cuja fachada parece sempre perto de desmoronar graças à presença perturbadora do filho dos Kopp, um artista que pode – ou não – sofrer de uma doença mental severa.
Xita Rubert Castro es hija de la poeta Luisa Castro y del filósofo Xavier Rubert de Ventós. Nació en Barcelona y se crio en Galicia.
Es investigadora doctoral de Literatura Comparada en la Universidad de Princeton, donde también imparte clases. Su primera novela, Mis días con los Kopp (Anagrama, 2022), fue finalista del Prix du Premier Roman de Chambéry y fue traducida al portugués y al alemán.
Ha obtenido otros premios tales como el Ánxel Casal 2010, en la modalidad de teatro, o el finalista del Premio Ana María Matute de Relato. Escribe una columna en La Vanguardia titulada 'Nadar de espalda', y sus cuentos han aparecido en medios como El País o El Cultural.
En 2024 ganó el Premio Herralde -en ex aequo junto a la escritora chilena Cynthia Rimsky- con la novela Los hechos de Key Biscayne, publicada a finales de ese mismo año.
No le he pillado mucho la gracia, si es que la había.
Al principio me pareció que estaba bien escrito y que la premisa parecía interesante, pero en breve se deshincha y me parece una cosa un pelo pretenciosa y absurda, vacía... seré yo.
Esta novela tiene todo: es breve (la leí en un solo día), es compleja, es perturbadora, está bien narrada, tiene su tiempo, tiene su desarrollo, tiene a sus personajes con sus personalidades, te deja reflexionando. Pero además, es una novela que habla de nosotros, de vos y de mí, de la sociedad, de cómo nos relacionamos con otros, sobre status sociales, sobre lo complejo y profundo que es el ser.
Y aunque no se sienta así, "Mis días con los Kopp" es la primera novela de Xita Rubert (es de Barcelona, tiene 25 años), recién salida del horno y editada por Anagrama. Todavía no se publicó en Argentina, pero pude leerla y me pareció un gran comienzo, un debut muy inteligente. Es más: podría decir que está dentro de lo mejorcito que vengo leyendo que se publicó en este 2022.
De ahora en adelante, voy a estar siguiendo muy de cerca a Xita :)
Mis días con los Kopp me ha sorprendido de un modo grato y veraz, proyecto de novela inacabado, incompleto o novela breve, brevísima; leída en dos sentadas; parece como si la autora no hubiera querido continuar con el proyecto, como si se hubiera cansado; pero aquí le faltan páginas; muchas más páginas (esto se dice poco o muy poco). Y el lector se pregunta, ¿qué habrá pasado? ¿Un proyecto enterrado tiempo en un cajón que tuvo la suerte de ver la luz?
Lo cierto es que hay talento en la pluma de Xita Rubert -que viene de familia de pedigrí, de noble cuna- y que la recién ganadora del Premi Herralde (la editorial ve un proyecto de futuro en ella) tiene todavía mucho que contar.
He visto ecos de Vila-Matas en la manera en como el personaje se mueve por un ambiente extraño, difícil de digerir; pero no del Vila-Matas de ahora ya caduco, cansado, casi decrépito (en Seix Barral); sino del Vila-Matas jove, inspirado de El mal de Montano y Bartleby. Algo de Tabucchi, no sabría decir el qué, si acaso diría esa fijación por hacer de lo expresado una nueva religión, acercándose al simbolismo más puro, a la contención en cada página. Y también de Paul Auster; por esos narradores jóvenes, despiadados, capaces con todo, de apresar o de querer apresar la realidad como un relato y el relato como algo sustancial de lo real. Como ven todos autores de la casa.
Pareciera que el estilo de Xita Rubert se acerca a eso: una prosa depurada, cierta originalidad en la propuesta, algo de salvaje y literatura, mucha literatura entre las páginas (intertextualidad). Sin embargo, el lector percibe una cierta timidez, un llamar a la puerta con vergüenza ¿hay alguien ahí detrás? Sí y nos hemos quedado con ganas de más, el viaje se nos ha hecho corto, muy corto.
Me ha parecido cargante y muy pretenciosa. Palabrería vacía que no va a ninguna parte. Porque en el libro no pasa nada... Una pequeña anécdota que se estira hasta el infinito para crear una historia sin fundamento.
És curiós perquè vaig llegir alhora els assajos de Ferrater i aquest llibre i era inevitable trobar-hi una simetria (una inversió) temàtica. Ferrater (sobretot el Ferrater que dibuixa Marina Porras al pròleg) pensa constantment en la falta d'educació cultural de la burgesia del país. Basant-se en El quadern gris, parla de com els pares aconsegueixen l'autoritat a base de "fer-se els distrets"; de ser desconeguts pels seus fills. Xita Rubert retrata una paternitat absolutament inversa: la properia de pares a fills és gairebé el tema ocult d'aquest llibre; amb un rerefons quasi incestuós ente pare i narradora, però sobretot en la figura extrema, quasi paròdica, de Bertrand. Foix li deia a Ferrater que el seu pare "no s'havia assabentat" que, en vida d'ell, Foix havia escrit tres poemaris. El pare de Foix té un fill artista i el dóna per boig; els de Bertrand, tenen un fill boig i el donen per artista. La clau és l'oci, que Rubert menciona més d'un cop: tota aquella gent no pot *cobrir* les mancances del fill amb el treball. Estan tota l'estona a la vista. A la presentació menciona que algú l'ha anomenada aforista: doncs sí. Sap fer frases que no només fan assentir (de lo relatable ja n'anem ben plens a xarxes) sinó que fan els lligams conceptuals nous que busquem en l'art ("como si los sueños, y los niños, tuvieran la culpa de abrazarte un momento y luego echar a correr", "cuando escriba habré perdido algo: amo a los seres difíciles, generosos, fraudulentos aún"). Allò que és més sexi de la seva escriptura és la profunditat de l'observació psicològica -- el seu pare quan parla davant d'Andrew i ella "dominaba la doblez del lenguaje, era capaz de decir una cosa y connotar la opuesta, complacer a dos oyentes distintos al mismo tiempo". Aquesta mena d'observacions finíssimes que retraten la intel·ligència. Interessantíssim i estimulant. I massa cursives. La Xita és boníssima --i encara millorarà.
Tenía mucha curiosidad por conocer el debut de Xita Rubert, tanto por la sinopsis como por la apuesta que ha hecho Anagrama por la autora. Y me he encontrado una novela interesante sobre las telarañas de las relaciones humanas, sobre la imagen que proyectamos sobre el otro y sobre las apariencias. Mis días con los Kopp es una novela corta que se lee en dos tardes y que muestra una serie de reflexiones sobre la sociedad muy bien escritas. El problema que tiene, sin embargo, es que falta densidad dramática y la trama no acaba de encajar bien entre los personajes.
El repaso de las novedades del año que se promocionan cara a la temporada navideña me lleva a Rubert. Leo, debut fascinante, veo que hay reseñas en El español, en Babelia (El país) que venden la enésima sorpresa, un debut fascinante, una promesa que viene a cuestionarlo todo. Que sea hija de un filosofo y otra escritora seguro no tiene nada que ver.
Me pongo y lo primero que constato, con cierto alivio, es que bueno o malo será corto. Efectivamente, eso implica que sin darte cuenta estas en un fregao sin muchos preliminares y que, la verdad, me deja algo frio, no he establecido ningún interés particular con los personajes porque la autora, supongo, no lo considera preciso y no se ha molestado en que me interese. La prota es una joven al final de la adolescencia que conoce unos amigos de su padre que se supone es un ser pintoresco y con quien pasa algo (más no puedo leer). Debido a las premuras todo es lo que es porque así te lo dicen, no porque tu lo deduzcas ni porque lo leas.
Voy leyendo un poco al tran tran pero a mi, particularmente, ni me atrapa, ni me entretiene, ni, vuelvo a las reseñas, ni me fascina y ni me cuestiona el mundo ni nada de nada, todo sigue estable bajo los pies. Es bastante rollete, o dicho de otra manera, exige que el lector ponga mucho (pero que muy mucho) de su parte que en estos tiempos tal vez sea pedir mucho. Es como si alguién que (generalmente) no conoces de nada se sienta delante de ti en la hora del bocadillo y te cuenta la vida de gente que no conoces sin que el contenido sea particularmente interesante.
Lo único que puedo concluir es que si es un chiste pues no lo pillo o no son de los que me hacen gracia y que hay más chicha en sus elogiosas presentaciones que en el libro, la verdad, puede que sea la enésima nueva voz poderosa llena de matices (otra reseña) pero está claro que emite en otra frecuencia.
Como creo no ser demasiado dogmático, haré un viaje de ida y de vuelta. Conocí a la autora cuando la premiaron con el Herralde (cuántas decepciones me ha supuesto este premio en los últimos años), y, a pesar de todo, la leeré con el libro galardonado y que ya he sacado de la biblioteca (no pienso gastar un maravedí más en el Herralde). Ahora bien, este me ha supuesto una tremenda decepción. Bueno, tampoco es realmente así, porque las expectativas eran nulas, pero la sensación de haber perdido el tiempo ahí está y nadie me la puede quitar.
En primer lugar, creo no equivocarme afirmando que este manuscrito ni siquiera hubiese sido triturado en las oficinas de Anagrama, si la autora no se apellidase y no tuviese el capital social (y cultural) heredado por sus padres: ya sabemos cómo funciona en gran parte el mundo de la cultura. Y, en segundo lugar, como dicen otros comentarios, lo que pudiera haber sido un cuento (si acaso no una anécdota, originalmente similar a la mítica escena del balcón de Corazón tan Blanco) más o menos acertado ha acabado por ser un hojaldre vacío que se desinfla con cada página. No me ha interesado absolutamente nada lo que me estaba contando ni cómo me lo relataba.
Lo que más me ha disgustado, más allá de la intrascendencia de la trama y de la fetichización de la enfermedad mental y del mundo del arte, ha sido la constante presencia de deslumbrantes y rimbombantes frases, aunque formalmente construidas con pericia, de imprevisto regusto oracular que, sin embargo, no alumbran nada. Como si en ellas se depositara la experiencia o la sapiencia (no) ganada en décadas o barahúndas de libros (no) leídos. Y, al final, no hay más que una hipertrofia del yo disfrazado de la evaluación de una trama raquítica. Solo hay que enseñarle al libro una mínima aguja afilada de crítica para ver cómo se deshincha.
Llevo un año donde las novedades editoriales me están dejando un poco fríe. Este libro me ha encantado: la historia, lo que esconde, el estilo, su longitud, su elegancia. Xita Rubert tiene un potencial maravilloso. Ha sido todo un gusto volver a ese tiempo donde todo es frontera, descubrimiento, pérdida de la inocencia. Me lo he pasado muy bien conociendo a los Kopp.
Andrew, la seva dona, Sonya, i el seu fill autista, o retrassat, o les dues coses, Bertrand, esperen a Virgínia i al seu pare, un conegut filòsof, per acompanyar-los en la recepció d’un important premi. En un cap de setmana la relació de fascinació, violenta, inquietant i imprevisible, entre en Bertrand i la Virginia es desplegarà als ulls del lector. Aquest és un viatge per les inseguretats, les certeses i les dependències emocionals de Virginia cap al seu pare absent, distant, però alhora amorós. Un laberint d’intuïcions psicològiques profundes, anàlisis vitals i remembrances del passat de sorprenent fondària i reflexió en una escriptora tan jove. Tot escrit amb un estil psicològic, introspectiu i a voltes laberíntic que mostra un estil literari certament prometedor.
3,5* Creo que está escrito desde el punto de vista de una niña que contempla con esa atención y fascinación que se disipa en la edad adulta a un grupo singular de adultos a los que acompaña en un viaje fugaz. Parece casi una despedida, un saborear de nuevo esos momentos que tienen un significado viejo y que se saben ya pasado incluso cuando se están viviendo. No voy a ser objetivo porque este pasaje en una ciudad del norte en las “calles de febrero” me retrotrae a mí mismo y a mis “adultos más antiguos y más jóvenes”, a esa especie que huele, como dice ella, “a tabaco y muebles viejos”. La historia no cuenta nada en particular, es un simple pasaje con momentos muy surrealistas: una adolescente acompaña a su padre y a unos amigos a la entrega de un premio en una ciudad que no se revela, en lo que es un aparte, una escapada, de la vida ordinaria. Muy bien escrito. Muy corto.
Hay cosas bastante interesantes, como que la novela entera esté construida en torno a sospechas y proyecciones de la protagonista. También hay cierto componente de intriga, no tanto por ver hacia dónde va la trama, sino más bien por ver hacia dónde va el discurso sobre Bertrand y la forma de tratar su enfermedad mental. Pero para mi gusto hay algo bastante molesto en el lenguaje, a veces descuidado, a veces de pronto afilado y lírico, que (intuyo) podría haberse solucionado fácilmente con una edición más detallada. Sentimientos bastante encontrados, en general hay un tono medio decimonónico, como de otra era, que sobrevuela la novela y supongo que eso es algo que tiene que gustarte o no. No puedo explicarlo, pero cada vez que aparecía una palabra en cursiva me imaginaba a Hermione Granger en mi cabeza pronunciándola con los ojos en blanco.
This entire review has been hidden because of spoilers.
el final és molt confús i hi ha una pàgina que m'ha deixat flipant. és una novel·la que m'ha agradat i encuriosit (m'ha enganxat completament), i està molt ben escrita
Me ha encantado el libro. La narración transcurre en un fin de semana de esos en los que las horas se alargan y la rutina se rompe de tal forma que pierdes la noción del tiempo y tu ser. En esta burbuja que acabará, vivencias una nueva vida, una nueva tú. Algo se transforma.
Lo más interesante del libro me parece lo que no dice. Sobre papel, es un encuentro confuso, contradictorio, divertido y original. Entre líneas… dinámicas muy perturbadoras. Supongo que cada uno entiende algo diferente, pero Xita parece preverlo y juega con las palabras de forma que los matices son numerosos e inexplorados. El lector decide de qué hilo tirar y qué pensar. Cada personaje encierra una oscuridad, un drama o una excentricidad enfermiza. La sensibilidad castrada por el rol asignado para exhibir o esconder…
Secretos oscuros, dolorosos y aceptados ¿sin remedio? Virginia…
Tanta agitação acerca desta estreia literária e tanta expectativa criada, por minha parte, para, no final, ter tão grande desilusão. Efectivamente, Xita Rubert escreve bem. As suas descrições tanto acerca dos diferentes ambientes como dos personagens são, comparadas com as de muitos autores estabelecidos, fora do comum. No entanto, daquilo que tanto se apregoa acerca da “descrição das relações humanas” e da “interacção inter-pessoal” não consegui encontrar nada. A história é desenxabida, irreal e, na minha humilde opinião, completamente sem rumo levando a um final incompreensível. As três estrelas reflectem a escrita. Se me centrasse apenas na história não passaria das duas. Vale por ser um conto grande e não uma “novela”. Ler apenas se não houver mais nada de interessante…
Relato ameno, en algunos pasajes hilarante, pero cargado de reflexiones agudas sobre la socialización, las relaciones interfamiliares y los recuerdos de juventud.
Premissa legal e escrita interessante , o livro me parece uma grande metáfora sobre ser adulto. Mas eu n entendia o ponto dos acontecimentos e parece que nem a autora rs curto demais talvez
Novela de iniciación inteligente y poética. Destaca por su estilo híbrido, mezclando elementos de novela, ensayo y poesía. Rubert explora el retrato social a través de personas que viven al margen de la realidad, indagando las ambivalencias del afecto y la memoria, además de los choques culturales y de clase.
La historia se centra en Virginia, una joven que viaja con su padre, Juan, desde Madrid al norte de España para reunirse con la familia Kopp. El viaje de los Kopp se programa porque una institución académica, financiada en gran parte por el Estado, decide premiar a Andrew Kopp, una figura controvertida y pseudorrebelde del ámbito científico que tiene comentarios sarcásticos sobre los Estados que todavía no son republicanos. Los encargados de entregar el premio serán los reyes. El acto se realizará en un teatro. Andrew acepta el premio en lugar de rechazarlo y proclamarse en contra del poder monárquico español, pero preparará para ese día un acto efímero en interacción con el público.
Andrew viaja con su mujer, Sonya, una mujer inglesa y judía que sirve como ancla para la narración, y con su hijo Bertrand —o hijastro, o hijo adoptado, o hijo inventado—, descrito como un escultor y performer, pero que en realidad es un enfermo mental al que sus padres presentan como artista para encajar en la sociedad, pululando por las diversas escenas como personaje central.
«Tal vez por eso me recreo en ellos, en los Kopp, pertenecen más aquí que allí, que a lo real inalterado.»
Virginia rememora los días pasados con la familia Kopp mientras explora temas complejos como la enfermedad mental y su percepción social; el descubrimiento sexual y la pérdida de la inocencia; la crítica del aislamiento de la élite académica o el fingimiento social y el desamparo.
La novela está dividida en seis capítulos. El estilo de Rubert se caracteriza por una prosa elaborada con tendencia a las florituras; uso de frases célebres y reflexiones filosóficas, con una narración que mezcla recuerdos y pensamientos de la protagonista. Su escritura se caracteriza por ser meticulosa, grave sin solemnidad, y con un ritmo marcadamente discontinuo pero fluido.
"Mis días con los Kopp" de Xita Rubert es una obra fascinante que destaca por su originalidad y frescura narrativa. La autora demuestra una voz auténtica y poderosa, capaz de explorar con maestría los pliegues más esquivos de la realidad. Rubert nos sumerge en un mundo donde lo efímero, lo imaginario y lo ilusorio se entrelazan de manera magistral. Esta novela de iniciación del siglo XXI no solo anuncia la llegada de una narradora con una voz llena de matices, sino que también establece a Rubert como una escritora con un territorio propio. Su prosa, cargada de una misteriosa sabiduría que emerge del caos, logra capturar la esencia de una generación en busca de su identidad. Promete marcar el inicio de una carrera literaria brillante y singular.
Acumulo un atraso legendario, pues hace bastantes semanas que leí esto. Justo cuando a la autora las altas esferas de Anagrama decidieron otorgarle ex aequo el gran premio de la editorial junto a otra escritora de cuyo nombre no puedo acordarme, como el señor Cervantes.
La propuesta corrió a cargo de mi club de lectura y allá que todas salimos a pastar por la literatura de Xita Rubert. Escritora jovencísima, que si peina canas será por ocurrencia de una genética prematura, que desgrana una prosa madura, muy filosófica y cuyo currículum vitae empieza por sus padres: filósofo reconocido uno y escritora otra.
Pero vamos a lo que importa, a lo urdido por Rubert en estas escasas páginas, porque a la autora le encanta la brevedad, se obsesiona por la forma de lo que cuenta hasta el punto de olvidar, creo yo, la historia.
Me ha gustado su estilo, aunque me ha parecido un calentamiento de cuerdas vocales, un entrenamiento... No sé, muy bien escrita, apabullante por momentos, pero lodazal a veces, y regular al final. Se queda en mera anécdota familiar, pero te deja claro que la chica tiene talento, aunque esto que leí no es memorable.
Mucho queda entre bambalinas, el lector no sabe, ignora e inventa por su propia cuenta para salvar las lagunas al parecer intencionadas.
Bueno, fue un placer charlar con la autora, y le daré nuevas oportunidades, pero no ahora, quizás dentro de unos años que creo que es el tiempo que necesita para arrancarse con una buena narración algo más larga y con menos interrogantes en el aire.