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329 pages, Hardcover
First published January 1, 1911
“Esa anomalía de la naturaleza que se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira”Baroja tuvo que ser un tipo bastante irascible, amante de la humanidad soporta a contados de sus ejemplares, admirador de la inteligencia humana le irrita la estupidez de la mayoría. Al igual que su personaje Andrés Hurtado, odiaba al rico sin tener simpatía por el pobre. Iconoclasta, tocapelotas, misógino y antisemita, escéptico hasta la médula.
"No existe verdad política y social. La misma verdad científica, matemática, está en entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la sociedad?"Vamos, un tipo encantador al que, por otra parte, comprendo perfectamente y guardo mucha simpatía. A nadie se le escapa que la primera víctima de su rabia y aspereza tuvo que ser él mismo. De ahí la profunda desconfianza que siente por el hombre (“canalla, idiota y egoísta”) y por la vida (“una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros”), su inmenso pesimismo (“Lo que hace a la sociedad malvada es el egoísmo del hombre, y el egoísmo es un hecho natural, es una necesidad de la vida… ¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la humanidad”).
“Ante la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo o la acción limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general es absurdo.”Y aún queda otra más, la de Andrés Hurtado.
There aren't any clean fountains that men don't stick their feet in and spoil.
La vida de la casa le pareció a Andrés más simpatico que en la fonda. Por las tardes, después de las horas de bochorno, se sentaba con la gente de la casa. La patrona era una mujer morena, de tez blanca, de cara casi perfecta; tenía tipo de Dolorosa; ojos negrísimos y pelo brillante como al azabache.
Life at the house seemed to Andrés nicer than in the boarding house. In the evenings, after the sultry hours, he sat with the people of the house. The patroness was a brunette, with a white complexion, a face almost perfect; she was of the Dolorosa type: very black eyes and shiny jet black hair.