Pioneros de la inmigración asiática, los japoneses llegaron al país huyendo de la guerra y el hambre. Ocuparon oficios vacantes como el de tintorero o floricultor, con los que tradicionalmente se los asocia. Pero Fernando Krapp recorrió la Argentina y, más allá de los estereotipos, encontró un vergel de circunstancias impensadas: una comunidad de cultivadores japoneses en el sur de Mendoza con una saga de glorias, fracasos y enfrentamientos dignos de una novela del siglo XIX; un descendiente de japoneses que fabrica remedios con veneno de víboras en lo más hondo de la selva misionera; una casa-museo con piezas de arte de gran valor que funciona dentro de un antiguo granero traído desde Japón pieza por pieza; un paisajista furibundo que vive en Escobar y diseña jardines con celo de escultor; una contienda tan profunda como insospechada, que lleva casi medio siglo, en torno al Jardín Japonés de Buenos Aires. Habló con floricultores, tintoreros, cocineros, plantadores de té, acupunturistas, lavadores de papa y escritores. Presenció peleas de sumo, acompañó la elección de una joven reina de la comunidad, participó de la celebración del Día del Tintorero, estuvo acuclillado sobre un tatami a lo largo de una ceremonia del té. Habló con los primeros inmigrantes, y con sus hijos, y con los hijos de sus hijos. El resultado es un fresco inesperado, entrañable y doloroso de la corriente migratoria más desconocida de la Argentina.
Me pareció muy interesante! Además es sobre un tema del que no sabía casi nada y ahora me llevo muchísima info
Si les da curiosidad el tema de la inmigración japonesa (ahora sé que específicamente Okinawense) a Argentina les recomiendo este libro de crónicas sobre las historias de esos recién llegados y sus descendientes 🇯🇵❤️🇦🇷
Fernando Krapp hizo un trabajo monumental en tres años para investigar fuentes, entrevistar a protagonistas y escribir este libro. Las diversas oleadas de inmigración japonesa son parte del relato de sus protagonistas o sus descendientes, en primera persona, en las que fueron las colonias de Mendoza, Misiones, el conurbano bonaerense. Los datos históricos se cuelan imperceptiblemente para encolumnar con firmeza un relato que pone especial énfasis en describir a los inmigrantes, su personalidad, sus gestos y manera de hablar.
Además de las principales oleadas inmigratorias, se ocupa de varios símbolos de la comunidad, como el Jardín Japonés, los floricultores, las tintorerías, el fuerte componente okinawense de la inmigración, las asociaciones japonesas argentinas, la gastronomía, la ceremonia del té, y una larga lista de personajes rarísimos, los simpáticos y los antipáticos, los graciosos, todos en general muy serios.
Es un libro ideal para entender la inmigración japonesa porque abarca los movimientos más relevantes de lo sucedido durante el siglo 20. Está muy bien documentado, al nivel de una tesis universitaria en extremo cuidadosa, pero se lee con la misma fluidez y encanto con los que se escuchan a los abuelos contar las historias de su juventud.
Me gustaría partir diciendo que busqué mucho tiempo ALGO negativo que decir de este libro, pero no lo encontré. Ya desde el primer capítulo sabía lo mucho que me gustaba, y terminarlo fue como terminar un capítulo de la vida propia que no se va a olvidar jamás. Krapp me hizo sentir, innumerables veces, que yo era la verdadera protagonista de la historia. Yo era quien entrevistaba, yo era quien visitaba, yo comía, yo bebía, yo olía los campos, las plantas, el sushi, lo que fuera. Y, de pronto, alguna cosa ocurría, y el volver a la realidad me era una sorpresa. Cabe agregar, desde mi punto de vista de extranjera, que conocer sobre la migración japonesa a Argentina fue un descubrimiento en sí mismo. No tenía idea de ello pero, con las olas migratorias que mi país ha recibido estos últimos años, pude identificar varias situaciones y extrapolarlas a nuestro caso. Sin duda un libro maravilloso, del que no tengo palabras suficientes para describirlo y tirarle flores. Me disculpo por lo mismo si esta reseña se ve desordenada. No tenía otra forma de sacármelo del pecho.
Krapp traza la historia de los japoneses llegados a Argentina, de sus hijos y sus nietos, a través de una crónica que bebe de la mejor literatura. Su investigación se vuelca en las páginas a través de pinceladas sutiles, y vierte emotivos momentos que trasladan al lector a la selva, a la ciudad, al campo, a negocios de rubros varios, a oficinas o departamentos. Los diálogos son profundos, captados al detalle sin sentirse inflados ni adornados; la estética del ambiente que recorrió el autor se refleja con la mayor profundidad que solo el discurrir de lo cotidiano puede regalarnos, un discurrir que siempre mantiene su mirada en los ancestrales protagonistas de una historia originada al otro lado del mundo.
Un libro con varias inconsistencias, parece que el autor estaba demasiado ocupado embelleciendo su prosa. Por ejemplo, página 233: "Las gotas caen sistemáticamente contra el techo del invernáculo desde donde María Murakoshi, 40 años de edad, señala la casa lejana". Ahora, en la página 236 : "María es misionera, pero no sé acuerda casi nada de Misiones. Nació un año después de que su padre, Osamu Murakoshi, y su madre, Toyoko Murakami, pusieran un pie en esa provincia, en 1963". En fin, esa es una de tantas ¿Los escritores leen antes de publicar? Aunque la más hilarante es cuando confunde nihon/nippon con nihongo.
Es un libro del que aprendí mucho. Krapp es un gran cronista; respetuoso y con un genuino interés por escuchar lo que sus entrevistados tienen para decir, lo que logra contagiar desde el primer capítulo. Me quedo con el recuerdo de algunas personas y lugares, con las diferencias y mezclas culturales y con la antigua pregunta sobre la identidad. Es un trabajo muy humano que realmente disfruté y recomiendo.
Me encantó el arranque, la introducción, los primeros personajes y sus historias pero el libro fue decayendo con el pasar de los capítulos y me costó mucho terminarlo. Parece que muchas entrevistas las hizo solamente porque el entrevistado era descendiente de japoneses y no porque tuvieron algo que contar y se nota mucho el relleno en esos capítulos. Se vuelve tedioso.