«Los tres libros de esta Trilogía de la huida tienen ese origen común, la melancolía que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracasó, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un propósito previo, ella no hacía teoría de lo que iba a escribir, y no escribía nada como una teoría; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancolía, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso.»
Dulce Chacón Gutiérrez (Zafra, Badajoz, Spain, June 6, 1954 – Madrid, December 3, 2003) was a Spanish poet, novelist and playwright. Born into a traditional family in the Extremadura region of Spain, her family moved to Madrid on her father's' death, when she was 12 years old. In spite of growing up in a conservative family, Dulce Chacón soon became a progressive person, due to the victims caused by the Spanish dictatorship. Her motto towards this issue was “neither bitterness nor oblivion”. She started writing at an early age even though she did not publish until 1992 when her first book of poetry, Querrán ponerle nombre, appeared. Two more books of poetry then followed: Las palabras de la piedra and Contra el desprestigio de la altura, in 1993 and 1995 respectively. The latter made her win her first award, the Ciudad de Irún Prize. In 1996 she published her first novel, Algún amor que no mate, which talks about a women abused by her husband. José Saramago described it as “harsh but necessary”. Consequently, she involved herself in various progressive social and political activities. Her novel La voz dormida (spanish title for The sleeping voice), which gathers some testimonies of women who took part in the republican side during the Spanish Civil War, attracted widespread acclaim. In regards to the 2003 invasion of Iraq, Chacón joined a cultural movement against war. There she went along to read aloud, alongside Nobel prize winner José Saramago, the anti-war manifesto at the 15 March 2003 mass demonstration in Madrid against the war. She was also a member of an association for women against gender-based violence. Her husband, Miguel Ángel Alcántara, would define her as a determined, leftist, agnostic woman, whose best weapons were words and writing. She died suddenly in Madrid in December 2003 of cancer
Dulce Chacón escribía desde su corazón hacia el nuestro. Tres historias sobre huidas, judas de la vida, del amor, de nosotras mismas, de aquél que no es nuestro lugar. "Un amor que no mate" He querido abrazar a Prudencia cien veces a lo largo de las páginas. "Blanca vuela mañana" es poesía y quizá con la que a ratos más me he identificado. "Háblame musa, de aquél varón" parecía una historia sencilla..hasta que dejó de serlo ❤️🩹
Tres historias escritas que parecen escritas por diferentes autoras, que llevan diferente ritmo y que definitivamente te dejan con ganas de leer más.
Tres mujeres, tres historias que pueden ser la historia de cualquier mujer en diferentes épocas. Cargada de figuras femeninas resulta ser una lectura que no solo entretiene, sino que sorprende.
"Dotada para la observación de la vida hasta sus últimas consecuencias, guardaba la capacidad de ternura suficiente como para no dejarse contaminar del cinismo que a veces anima a los que a fuerza de ser narradores se convierten en espectadores".
Tres historias. Tres mujeres. Tres huidas. Lo tripartito: lo que es impar y par al mismo tiempo, lo que no son dos, una pareja: en las tres obras hay un tercero en discordia. Un triángulo, aunque no equilátero, porque el amor en los años de postguerra, como nos muestra Chacón, no reconocía de igualdad (ni lo hace ahora). En este libro encontramos tres ventanas al mundo, al pasado, al interior de tres mujeres que se proyectan en toda una generación de esposas-amas de casa-mujeres florero-mujeres consorte-objeto de admiración. Sí, admiración de la belleza, una belleza cosificada, pero nunca como un otro-igual.
Juan Cruz ha tejido en las primeras páginas de este libro el prólogo más bonito que jamás he leído. Entre sus líneas he encontrado a Dulce, he sentido el amor, me he llenado de ternura, me he resuelto a mirar con otros ojos: con los de observadora, no los de espectadora. Dulce Chacón no escribía como quien describe lo que tiene ante sus ojos: profundizaba en ello. Esto es lo que nos muestra Cruz en el prólogo. Tres veces lo leí, tres veces lloré. Fue como desbordarme y vaciarme al mismo tiempo: no recordaba que las palabras pudiesen estar dispuestas de tal forma y tener tal fuerza que removiese por dentro hasta aquello que uno no sabe que podía sentir. Y no se me ocurre mejor forma de homenajear a una de las mejores escritoras españolas del siglo XX que con un retrato tan cuidado, hecho con tanto mimo, con tanta ternura.
'Un amor que no mate' es la primera obra del compendio y, para mí, la más lenta de todas. Es una niña primeriza a la que se mima en exceso y acaba saliendo caprichosa. Caprichosos son los juegos de narrador en esta novela, el cambio de persona en cada pasaje, la incertidumbre, pero es un capricho bien pulido y con un resultado brillante. No he podido identificarme con la forma pero sí con el fondo: el maltrato cambia, pero lo que sentimos nosotras se mantiene igual: miedo, culpa, vergüenza, culpa, ansiedad, culpa, odio, culpa. Culpa. Prudencia nos descorre las cortinas para que asistamos a un macabro espectáculo: la violencia metamorfosea, muda de piel, pero la culpa es inamovible, atraviesa el tiempo y nos atraviesa a nosotras independientemente del tiempo en el que nos desenvolvamos. Prudencia huye, huye de sí misma como hemos hecho todas en algún momento: hemos huido de lo que había fuera hacia dentro, pero toda huida necesita de un refugio, y dentro de nosotras siempre está la culpa. Así que Prudencia decide escapar de su marido primero, y huir de su culpa después. Como tantas otras. Cada pasaje de este libro es una puñalada y, en el caso de 'Un amor que no mate' hubiese querido sentir la herida más en profundidad, que Chacón hurgase en ella, que me saliese el dolor por el aliento y los ojos.
'Blanca vuela mañana', la segunda obra, denota ya un salto cualitativo en la elaboración narrativa y en la profundidad de los personajes. Hamburgo, Ámsterdam, Madrid: tres ciudades, tres huidas. Varias historias que se entrecruzan, todas bajo las sombras del amor truncado. Tres idiomas diferentes: español, alemán y el más universal de todos: el afecto. Conmueve ver cómo del cariño surge un lenguaje propio, un lenguaje compartido entre dos o más personas que pueden no entenderse con las palabras pero sí lo hacen con la mirada, con los gestos, con lo que se hace y se deja de hacer. Blanca, la madrileña blanca, se entiende a la perfección con la familia de su novio Peter, aun cuando su pareja les sirve como puente traductor entre ambas partes. Sin embargo, la comunicación fluye entre ellos a través del afecto, un afecto bidireccional que inunda de ternura toda la novela a pesar de la crudeza de las historias. "Aunque te vayas, nunca te irás de mí", le dice Heiner a Blanca. Y Peter traduce. Pero el mensaje es únicamente de Heiner y Blanca, porque es entre sus ojos donde se desarrolla el cariño, un cariño que no entiende de idiomas, sólo de compañías.
'Háblame, musa, de aquél varón' es la última obra del compendio y, sin duda alguna, mi favorita. Quizás tenga algo que ver que estudio clásicas, o quizás es que es realmente cierto que las voces de los antiguos siguen estando presentes tantos siglos más tarde para recordarnos que todos nosotros sentimos casi de la misma forma. El comienzo de esta novela es tremendamente poderoso por el paralelismo que tiene con la Odisea de Homero (obra que sirve de puerta a las intimidades de los personajes, obra que no es sino excusa y a la vez pilar para que se construya el relato tan doloroso y verdadero que Chacón nos presenta): "Tú nunca le pediste que te hablara de Ulises". La narración en segunda persona hace que nos sintamos constantemente apelados, cada página, cada escena parece surgir de nuestra memoria, y así el dolor se vuelve mucho más real. Chacón nos induce a pensar, a sentir, como Adrián, el escritor tantas veces fracasado (¿Cuánto habría de sus miedos en los de Dulce? ¿Cuánto de los de Dulce en los de Matilde?), un escritor que se empeña en no ver la huida porque está cegado por su ego. Son tantas las emociones que transmite esta obra que no hay palabras en el mundo capaces de describirlo más allá de las que eligió Dulce Chacón para conformar esta pieza literaria.
En definitiva, demasiadas mujeres se sentirán interpeladas por las historias que cuenta Dulce en estas obras, porque todas nosotras estamos en ellas y, a la vez, estas no son las historias de ninguna de nosotras. Esa es la magia de la literatura de Dulce Chacón.
Una vez más, Dulce Chacón me deja encantada. Esta trilogía, era la última de sus novelas que, me quedaba por leer, lamentablemente, y la estaba guardando y reservando como un tesoro, como cuando no se quiere que algo termine nunca para que no desaparezca. Una vez más me deja con las emociones a flor de piel, tan capaz la autora de hacer sentirte como parte de la historia. Tres duras historias de mujeres que se ven empujadas a tomar difíciles y tristes decisiones y a girar sus vidas hacia caminos que no hubieran querido nunca tomar.
La primera historia me gustó mucho, pero la segunda es muy enrevesada y me pierde hacia la mitad. No me gustan las historias con relleno que no van a ninguna parte.