Horst, un escritor sumido en una crisis personal y creativa, se refugia en una gran casa perdida en las montañas del norte del estado de Nueva York en la que hay una enorme biblioteca. Aquí vivió años atrás Winslow Patrick, uno de sus ídolos literarios, al que él conoció cuando era un joven estudiante. Ahora la casa es suya y también sus enigmas, sus secretos y sus maldiciones. Así comienza Nunca preguntes su nombre a un pájaro, un thriller de misterio que es también un homenaje a maestros de la literatura de terror como Lovecraft o Chambers. Una historia de amor se entrelaza con una de violencia en una graduada espiral de tensión que es un descenso al lado más oscuro de la psique masculina. Después de obras tan largas y complejas como Brilla, mar del Edén (Premio Nacional de la Crítica) o La duquesa ciervo, Andrés Ibáñez se adentra, una vez más, en un territorio nuevo. Willard, el viejo pescador del río Delaware; Eva, la esposa del hermano de Horst; el siniestro Matt Signorelli y su acompañante, el nativo americano Kenny, completan el elenco de personajes principales de esta novela fáustica cuyo tema principal puede ser la obsesión por el éxito en un mundo que se hunde en la decadencia.
Licenciado en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Residió en Nueva York, donde escribió varias obras de teatro en inglés, dos de las cuales (Nympho Lake y Ophelia) se representaron en el circuito off off Broadway. Gran aficionado a la música, ejerce la crítica de conciertos de música clásica en el periódico ABC, en cuyo suplemento cultural también mantiene una columna semanal. Ha sido pianista de jazz durante muchos años. Trabaja como profesor de español en la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid.
En 1995 publicó su primera novela, La música del mundo, que obtuvo el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional y fue recibida con grandes alabanzas por los principales críticos españoles. Posteriormente ha publicado varias novelas más: El mundo en la Era de Varick (1999), La sombra del pájaro lira (2003), El parque prohibido (2005, su primera incursión en la literatura juvenil y Memorias de un hombre de madera (2009, IV Premio Tristana de novela fantástica).
Además de la novela, Ibáñez ha cultivado también otros géneros. En 1994, su relato "No esperes" fue recogido en la antología Páginas amarillas. Su libro de relatos El perfume del cardamomo obtuvo el premio NH de relatos inéditos , y ha sido publicado por la Editorial Impedimenta, en 2008. Su libro de poesía El bulevar del crimen fue accésit del premio Rafael Morales. Es también un destacado articulista, colaborador habitual de Revista de Libros y del suplemento cultural del diario madrileño ABC, donde publica una columna titulada Comunicados de la tortuga celeste.
En Nunca preguntes su nombre a un pájaro (2020), Andrés Ibáñez (1961-) pervierte una historia de voluntario ostracismo creativo al rodearla con un marco sobrenatural provocado por la todopoderosa naturaleza salvaje, para concluir planteándonos la clásica pregunta fáustica: ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar o a qué estarías dispuesto a renunciar para alcanzar el éxito?
Un escritor, con antecedentes familiares suicidas, decide retirarse a las montañas en casi absoluto aislamiento. Apenas una visita semanal de la mujer de su hermano necesaria para provocar el conflicto de la narración. Paulatinamente nos adentramos en la mente de nuestro protagonista mientras ésta duda entre lo racional y lo inverosímil, entre lo real y lo ficticio.
Se tarda un tiempo en descubrir lo que el autor quiere mostrarnos: hasta entonces, lo que se siente es la fuerza de lo telúrico que emerge como rey indiscutible y relega a los humanos a meras marionetas, a meros esclavos de su poder inmarcesible. Un entorno que termina instalándose en nuestra mente, que saca de nosotros nuestra verdadera personalidad y nos obliga a tomar graves decisiones que ni siquiera sabíamos que seríamos capaces de tomar.
Ya he apuntado que No preguntes su nombre a un pájaro, presenta cierta estructura asimétrica, hasta casi el final de la novela no muestra su verdadera esencia espectral (quizá en exceso por sus múltiples referencias a autores del género) y apenas avanza en los acontecimientos vitales que se precipitan en pocas páginas finales como si el resultado no tuviera ninguna importancia, resaltando aún más la fuerza de lo acontecido durante esos meses de soledad, los hechos que siguen provocando el suspense en el lector, pero... ¿no es eso de lo que se trata cuando se habla de espíritus?
Dudaba entre las 3 y las 4 estrellas... ¡Venga, cuatro! Con Andrés Ibáñez siempre me pasa lo mismo, aunque a lo mejor es cosa mía. Sus historias siempre me llaman mucho la atención, pero luego, al ir avanzando en la lectura, no puedo evitar notar cierta artificialidad, demasiado control, como si faltara espontaneidad. En cualquier caso, la he leído de un tirón, y con interés. Qué más se le puede pedir a un libro. Por cierto, para los interesados, tiene acertadas referencias a Lovecraft y el Rey Amarillo de Chambers.
Libro que se lee con adictivo placer. Bebe de los mejores Auster y Murakami, con el toque Ibáñez claro. Tensión sexual, violencia y escritor en crisis. Buenos ingredientes para una novela ágil pero no superficial.
Pedazo de novela que se ha marcado Andrés Ibáñez, un autor que no conocía y que sin duda seguiré de cerca. Es una historia en la que se mezcla la soledad, la locura y lo peor del ser humano; todo ello mezclado con unas gotas de terror y misticismo. Con un estilo que se desliza suavemente sin que te des cuenta, su extensión hace que todo se condense y no haya ni un solo párrafo que sobre.
Sin duda Nunca preguntes su nombre a un pájaro es ya uno de los mejores libros que he leído en 2021.
Le pondría tres estrellas por el inicio y por algunas partes de cierto nivel literario, pero en general me ha parecido decepcionante. El libro va dando tumbos. No sabes por dónde va a tirar ni cuál es el objetivo. Hasta bien entrado el libro no pasa nada, salvo reflexiones del protagonista, descripciones y diversos homenajes a referentes ya muy manidos en el género. Al final, por fin, descubres de qué trata y es aún peor. A partir de ahora spoilers . Me ha parecido tan malo este final... no solo por la carga ideológica, sino por la incoherencia general del libro en lo temático. Es como si el autor escribiera y escribiera y por fin se le ocurriera qué sentido darle a todo el asunto del manido tópico del escritor sin inspiración en la mansión solitaria del bosque...
Un relato presuntamente simbolista que en realidad está muy vacío. De lo único que está lleno, me parece, es de: 1. pedantería por sus innumerables referencias a escritores norteamericanos y a veces europeos (absolutamente todos señoros), 2. el aburridísimo mito del escritor maldito y 3. un personaje femenino muy mal construido (siempre idealizado, pasivo y rodeado de topicazos que hacen mucho daño a las mujeres). Lo único que salvo es su corrección en la escritura y su atmósfera bien conseguida, muy propia de series como Twin Peaks o True Detective. Ah: el final es lamentable.
Cuando termino de leer una novela que por un motivo u otro me ha resultado impactante, enseguida pienso en dejar constancia de ello aquí, en mi cuenta de facebook. Sin embargo, en esta ocasión, cuando me he puesto a escribir una breve nota sobre "Nunca preguntes su nombre a un pájaro", de Andrés Ibáñez, me he dado cuenta de que no sabía muy bien explicar el motivo, por qué me parece un libro extraordinario, por qué me ha entusiasmado tanto. Reducir un libro a su argumento es sin duda reducirlo a lo anecdótico. Lo esencial suele esconderse bajo esa capa sutil y polisémica que transita por encima de las palabras, de su significado literal, y sobre todo en la respuesta que todo eso genera en nosotros como lectores. "Nunca preguntes su nombre a un pájaro" trata, sin duda, de la escritura, o de la manera en que nos enfrentamos al misterio de la vida, o incluso sobre la propia construcción de nuestras vidas. Es un libro que, si bien podría encuadrarse dentro del género fantástico, no hace de lo sobrenatural un elemento extraño o tenebroso. Hay, cómo no, unos personajes, y también una serie de sucesos en los que esos personajes se ven envueltos. El libro está escrito asimismo con un estilo claro, hermoso, preciso, que invita a la lectura como un acto de placer en sí mismo. (Andrés Ibáñez sigue siendo un magnífico, extraordinario narrador). Pero me cuesta mucho explicar de qué va realmente "Nunca preguntes su nombre a un pájaro". ¿Va acaso sobre el éxito, sobre la ambición, sobre los deseos inconscientes que nos incitan a actuar? ¿Sobre la escritura como el más certero ejercicio para desvelar las propias miserias? ¿Sobre el precio de enfrentarse a aquello que deseamos en lo más íntimo? ¿Sobre la honestidad creativa? Quizá sí o quizá no. Y tampoco creo que, en el fondo, al final eso importe demasiado. El lector, de alguna manera, también ha de jugar su propio papel en todo esto. Por cierto, iba a decir que me asombra que esta novela no estuviera en la lista de los 50 mejores libros editados en 2020 que hace poco publicó un importante suplemento cultural de este país, pero en realidad no me asombra en absoluto. Como tampoco que no estuviera otra fantástica novela publicada el año pasado: "Ni siquiera los muertos", de Juan Gómez Bárcena. Es lo que hay.
El 22 de agosto del 21 terminé "Nunca preguntes su nombre a un pájaro", interesante novela de Andrés Ibáñez. Bordea el género de terror, con homenajes a Lovecraft, Derleth y, sobre todo, a "El rey de amarillo" de R. W. Chambers. Es también una visión renovada del mito fáustico, y una reflexión sobre el deseo, la culpa, el arrepentimiento. Con muchas y penetrantes ideas sobre el oficio de escribir, sobre en qué consiste ser escritor. Con partes muy poéticas, y bien escrito.
Pues tiene mucho de Lovecraft por ese miedo psicologico y aplastante de la naturaleza, la soledad, las leyendas y lo siniestro de la propia naturaleza humana. Se lee en un suspiro, porque el libro te pide más.
Una gran prosa y un inicio muy potente, pero se va desinflando. Las reflexiones que lanza dan pie a querer seguir hasta cierto momento. Una pena el final, porque podría haberme gustado todavía más la historia.
Buena toma de contacto con un autor al que desconocía. Plantea cuestiones muy interesantes (y universales, diría) sobre el misterio de la creación artística, mientras uno se pierde por los Catskills del estado de Nueva York.