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Libro de la vida ; Las moradas

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Spanish

414 pages, Leather Bound

First published January 1, 1966

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Teresa de Ávila

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Saint Teresa of Jesús, also called Saint Teresa of Ávila, was a prominent Spanish mystic, Carmelite nun, and writer of the Counter Reformation. She was a reformer of the Carmelite Order and is considered to be, along with John of the Cross, a founder of the Discalced Carmelites. In 1970 she was named a Doctor of the Church by Pope Paul VI.

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada Borned in Ávila, Spain, on March 28, 1515, St. Teresa was the daughter of a Toledo merchant and his second wife, who died when Teresa was 15, one of ten children. Shortly after this event, Teresa was entrusted to the care of the Augustinian nuns. After reading the letters of St. Jerome, Teresa resolved to enter a religious life. In 1535, she joined the Carmelite Order. She spent a number of relatively average years in the convent, punctuated by a severe illness that left her legs paralyzed for three years, but then experienced a vision of "the sorely wounded Christ" that changed her life forever.

From this point forward, Teresa moved into a period of increasingly ecstatic experiences in which she came to focus more and more sharply on Christ's passion. With these visions as her impetus, she set herself to the reformation of her order, beginning with her attempt to master herself and her adherence to the rule. Gathering a group of supporters, Teresa endeavored to create a more primitive type of Carmelite. From 1560 until her death, Teresa struggled to establish and broaden the movement of Discalced or shoeless Carmelites. During the mid-1560s, she wrote the Way of Perfection and the Meditations on the Canticle. In 1567, she met St. John of the Cross, who she enlisted to extend her reform into the male side of the Carmelite Order. Teresa died in 1582.

St. Teresa left to posterity many new convents, which she continued founding up to the year of her death. She also left a significant legacy of writings, which represent important benchmarks in the history of Christian mysticism. These works include the Way of Perfection and the Interior Castle. She also left an autobiography, the Life of St. Teresa of Ávila.

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2 reviews
January 26, 2013
La vida es muy interesante. Y resulta sorprendente, porque a fin de cuentas es la vida de una gran santa, con sus dificultades y sus gracias de Dios.

Las moradas es un libro mucho más complicado de leer, más místico y elevado.
29 reviews
November 28, 2025
Venerable Shi Dayuan, sobre la meditación Vipassana: "no te imagines cosas ni te obligues a calmarte"

Empecé el libro en una época de grandes sequedades espirituales. Había leído sobre Buda y la meditación y las tres Nobles Verdades y el Óctuple Camino Noble. Había leído después Siddharta y desechado todo lo aprendido y me había envuelto una gran melancolía. No hay salida del samsara o la que hay no nos gusta. Intentaba meditar pero me faltaba disciplina.

"porque ya andaba mi alma cansada y aunque quería no la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía"

En este libro fui hallando consuelo:

"Si quieres ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la cruz y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor, y con el contento que anda y provecho que saca de todo; porque ya se ve que, si el pozo no mana, que nosotros no podemos poner el agua. "

Empecé este libro digo y al principio me iba costando mucho avanzar. Lo he leído en una edición muy vieja de Planeta de los años sesenta que no ha ayudado. Poco a poco sin embargo me fue envolviendo su lenguaje hasta que incluso ahora, releyendo pasajes, cada palabra se siente como una llamita en la oscuridad. Creo que es el diálogo sincero que tiene la Santa consigo misma y la forma tan tierna y natural de pensar y expresarse (una vez vencida la barrera idiomatica del español del siglo XVI) el que fue despertando en mí un diálogo igual de tierno y tranquilo conmigo mismo, que me parece a mí es el fin o el comienzo de toda meditación/oración.

"que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. "

En fin, poco a poco se va sacando agua del pozo:

"De los que comienzan a tener oración, podemos decir son los que sacan el agua del pozo, que es muy a su trabajo, como tengo dicho, que han de cansarse en recoger los sentidos; que como están acostumbrados a andar derramados es harto trabajo. Han menester irse acostumbrando a no se les dar nada de ver ni oír, y an ponerlo por obra las horas de la oración, sino estar en soledad, y apartados pensar su vida pasada; aunque esto, primeros y postreros, todos lo han de hacer muchas veces"

con la ayuda de los libros:

"En todos estos [años] jamás pasaba comenzar a tener oración sin un libro (...). Con este remedio, que era como una compañía o escudo en que había de recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada. Porque la sequedad no era lo ordinario, más era siempre cuando me faltaba libro, que era luego disparatada el alma; y los pensamientos perdidos, con esto los comenzaba a recoger, y como por halago llevaba el alma. Y muchas veces en abriendo el libro, no era menester más; otras leía poco, otras mucho, conforme a la merced que el Señor me hacía. Parecíame a mí en este principio que digo, que tiniendo yo libros y cómo tener soledad, que no habría peligro que me sacase de tanto bien "

y de algunas personas:

"Y qué bueno nos le llevó Dios ahora en el bendito Fr. Pedro de Alcántara! No está ya el mundo para sufrir tanta perfeción. Dicen que están las saludes más flacas y que no son los tiempo pasados. Este santo hombre de esto tiempo era; estaba grueso el espíritu como en los otros tiempos, y ansí tenía el mundo debajo de los pies. (...) A mujeres jamás miraba; esto muchos años. Decíame que ya no se le daba más ver que no ver; mas era muy viejo cuando le vine a conocer, y tan estrema su flaqueza, que no parecía sino hecho de raíces de árboles. Con toda esta santidad era muy afable, aunque de pocas palabras, si no era con preguntarle. En éstas era muy sabroso, porque tenía muy lindo entendimiento. Otras coasa muchas quisiera decir, sino que he miedo me dirá vuestra merced que para qué me meto en esto, y con él lo he escrito. Y ansí lo dejo con que fue su fin como la vida, predicando y amonestando a sus frailes. Como vio ya se acababa dijo el salmo de Letatun sun in is que dita sun miqui y, hincado de rodillas, murió."

y la Naturaleza, el campo, agua, flores:

"Pues tornando a lo que decía de el tormento que me daban los pensamientos, éste tiene este modo de proceder sin discurso del entendimiento, que el alma ha de estar muy ganada u perdida, digo perdida la consideración. (...) Para las que van por aquí es bueno un libro para presto recogerse. Aprovechábame a mí también ver campo, u agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo, que me despertaban y recogían y servían de libro, y en mi ingratitud y pecados. En cosas de el Cielo, ni en cosas subidas, era mi entendimiento tan grosero, que jamás por jamás las pude imaginar, hasta que por otro modo el Señor me las representó. "

Y un buen día después de muchos trabajos nos hace la oración sus mercedes:

"Hartos años estuve yo que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas, y mucho tiempo que, aunque me lo daba Dios, palabra no sabía decir para darlo a entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando Su Majestad quiere, en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto. "

Esto es para mí la primera parte. Teresa de Jesús cuenta su vida, sus enfermedades y cómo la dieron por muerta y estuvieron a punto de enterrarla cuando entró en un coma y cómo después va empezando a tener oración. Después viene en varios capítulos un tratado de oración y mística. Y luego viene la fantasía:

"Y anque esto del conocimiento propio jamás se ha de dejar, ni hay alma en este camino tan gigante que no haya menester muchas veces tornar a ser niño y a mamar (y esto jamás se olvide, quizá lo diré más veces, porque importa mucho), porque no hay estado de oración tan subido, que muchas veces no sea necesario tornar a el principio. Y en esto de los pecados y conocimiento propio es el pan con que todos los manjares se han de comer, por delicados que sean, en este camino de oración, y sin este pan no se podrían sustentar. Mas hase de comer con tasa, que después que un alma se ve ya rendida, y entiende claro no tiene cosa buena de sí, y se ve avergonzada delante de tan gran Rey, y ve lo poco que le paga para lo mucho que le debe, qué necesidad hay de gasta el tiempo aquí, sino irnos a otras cosas que el Senior pone delante, y no es razón que las dejemos, que Su Majestad sabe mijor que nosotros de lo que nos conviene comer?"

No todo es meditación de conocerse a uno mismo y tener cierta paz mental. Al parecer en la oración hay grados y pasados a los grados más avanzados se empieza a tener oración de unión y arrobamientos, se pierden los sentidos:

"Estaba yo pensando cuando quise escribir esto, qué hacía el alma en aquel tiempo. Díjome el Señor estas palabras. _Deshácese toda, hija, para ponerse más en Mí; ya no es ella la que vive, sino Yo, como no puede comprender lo que entiende, es no entender entendiendo._ Quien lo hubiere probado entendrá algo de esto, porque no se puede decir más claro, por se tan escuro lo que allí pasa. (...) Si estaba pensando en un paso, ansí se pierde de la memoria, como si nunca la hubiera habido de él. Si lee, en lo que leía no hay acuerdo ni para; si rezar, tampoco. Ansí que a la mariposilla importuna de la memoria aquí se le queman las alas, ya no puede más bullir."

Y la Santa se empieza a venir arriba:

"Desde a poco tiempo comenzó Su Majestad, como me lo tenía prometido, a señalar más que era El, creciendo en mí un amor tan grande de Dios, que no sabía quién me le ponía, porque era muy sobrenatural, ni yo le procuraba. Veíame morir con deseo de ver a Dios, y no sabía adónde había de buscar esta vida, si no era con la muerte. Dábanme unos ímpetus grandes de este amor, que, aunque no eran tan insufrideros como los que ya otra vez he dicho ni de tanto valor, yo no sabía qué me hacer; porque nada me satisfacía, ni cabía en mí, sino que verdaderamente me parecía se me arrancaba el alma. ¡Oh artificio soberano del Señor! ¡Qué industria tan delicada hacíais con vuestra esclava miserable! Escondíaisos de mí y apretábaisme con vuestro amor, con una muerte tan sabrosa que nunca el alma querría salir de ella. "

Hasta que al final del capítulo XXIX llega el clímax, el éxtasis de Santa Teresa:

"Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento. "

Y de aquí al final Santa Teresa tiene visiones (con los ojos del alma, no con los del cuerpo) y ve a Dios, a Cristo Resucitado, ve el Infierno, la Gloria y los Santos. Siente cuándo la gente va a morir y se le aparecen los muertos. Se le aparece San Pedro de Alcántara, después Jesús. Antes y después de morir como a Lin Ping'er se le aparecieron su marido y su hijo y a Ximen Qing, el guardián que se la había de llevar y ella misma. A mí también se me han aparecido muchas gentes, vivas y muertas. Se aparecen en sueños. Y Jesús se le aparece porque es el amado. Se hace en la cabeza la persona amada. Y después está fascinada por la aparición, embelesada, convencida de su realidad. El monje budista está embelesado con la flor de loto.

El libro, según ella, lo escribe prácticamente a vuelapluma. Me fascina que ni siquiera lo escribió al final de su vida. La Vida la escribe antes de fundar todos los demás conventos, antes de descalzarse, de que la princesa de Éboli la denunciara a la Inquisición y antes de tener que quemar algunas sus Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares, antes de conocer a San Juan de la Cruz, a Felipe II, de las guerras entre calzados y descalzos. El libro es así me parece a mí una ruptura y un comienzo. Y deja muchas preguntas. Y ahora quiero volvérmelo a leer y leer más y leer sobre ella y ahora ya soy fan de Santa Teresa de Jesús.

Tan tierno, tan profundo, tan sorprendente, tan inspirador.
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