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483 pages, Paperback
First published January 1, 1987
¿Dónde se ubica respecto a la democracia directa?, ¿o respecto a la democracia representativa? El participacionista se las ingenia montándose a horcajadas entre las dos. [...R]echaza la llamada participación electoral, como participación auténtica y, sobre este punto tiene perfecta razón. Votar es votar y basta; no es bastante para calificarlo como “tomar parte”, que es involucramiento y empeño activo.Insiste en que para entender la democracia debe distinguirse entre la definición prescriptiva y la normativa, así como aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de “la Democracia”, en singular, y cuándo intentamos hablar de democracias, en plural, refiriéndonos a democracia política o social o económica. Su análisis permite ir no sólo ir aclarando cuán legítimo son los términos de democracias calificadas como “democracia participativa”, “democracia directa”, “democracia popular”, “democracia representativa”, “democracia liberal” así como su relación con términos que se contraponen, correcta o incorrectamente, parcial o totalmente a ella como demagogia, autocracia, absolutismo, totalitarianismo, dictadura y oligarquía. Se detiene en factores o fundamentos claves de la democracia como lo son el principio mayoritario, el respeto por las minorías, el rol de los ideales y la opinión pública. El capítulo Opinión pública y democracia gobernante no tiene desperdicio:
El participacionista de los años sesenta es, sobre todo y casi únicamente, una exasperación activista por participar. El llamado a participar más “es meritorio”, pero inflado sin medida sería como si toda la democracia se pudiera resolver con la participación. Es una recaída infantil, y también peligrosa, que nos proporciona a un ciudadano que vive para servir a la democracia (en lugar de una democracia que existe para servir al ciudadano.
...o el autor de la democracia participativa se decide a clarificar positivamente dónde está lo que corresponde a cuál participación (de cuál naturaleza) en en cuáles lugares (¿en todas partes?), o nos quedamos con un animal que no logro identificar […]
Entonces, ¿qué diferencia hay entre decir “opiniones” y decir “preferencias” ? […] Que las elecciones sean “un instrumento esencial para controlar a los líderes” es un punto indiscutible para todos. Pero, para Dahl y otros, preferencia es sinónimo de “voluntad”. Desde mi óptica, “voluntad” sólo aferra a la “opinión sin información” […] y por eso, deja en la penumbra e ignora la opinión que interactúa con flujos de información, es decir la parte más importante de la opinión pública. Se quiere porque se quiere y preferir es preferir y basta. También mi gato quiere y prefiere.La segunda parte se hace, en ocasiones, más cuesta arriba, pues para abordar la “práctica” de la democracia, Sartori analiza cuidadosamente las ideas de pensadores como Rousseau, De Tocqueville, Marx y Engels. Resultan capítulos claves uno dedicado a la libertad (Libertad y Ley, capítulo IX), otro sobre la igualdad (capítulo X) que son los dos fundamentos sobre la que se erige el invento de la democracia liberal y un tercero que aborda las críticas socialistas que suscita, como bien lo desarrolla en el capítulo XI, titulado Liberalismo, democracia y socialismo. En el penúltimo capítulo de la segunda parte, Mercado, capitalismo y planificación aborda el complejo e importante tema de la posible relación entre la democracia y la economía. En mi opinión, Sartori pierde un tanto de claridad en este capítulo, sobre todo en las secciones iniciales. Sartori menciona que este libro se basa en uno que escribió previamente Teoría de la Democracia que cortó casi a la mitad. Aunque no he podido constatarlo y el capítulo está en la parte relacionada con práctica y no teoría de la democracia, me da la impresión que este capítulo pudo haber sido uno de los que sufrió de una poda exagerada. La segunda parte del libro termina en un capítulo de Conclusiones que no son tales. Algunas de las secciones de este capítulo son las más oscuras en los que Sartori insiste en detalles -innecesarios y algo turbios para el no especialista- del pensamiento de Rousseau y Marx. Contradiciendo lo propio de conclusiones, introduce temas nuevos e importantes, como un análisis de lo que constituyen las ideologías.