«Me gusta cómo luce la agonía, pues sé que es verdadera». La preciosa novela de Pedro Carlos Lemus me hizo pensar en este verso de Emily Diekinson, porque se trata de un joven que ha sido educado con rigor en la tristeza. Sus padres —defectuosos, como todos— lo zambulleron temprano en el mar del abandono, la frustración y el despecho. Y ahí —como las heroínas de las telenovelas que adora y como en las letras de las canciones que lo hieren y lo curan y lo hieren— aprendió a nadar con soltura y dignidad. Así también aprendió a con esa asombrosa habilidad de replegarse antes del golpe. El joven al que ama también lo abandonó, aunque quizá él no lo diría de esa forma. Lo diría de un modo más sugerente y, por eso mismo, más doloroso. Encontrar poesía en el sufrimiento, en la opacidad, en la incomprensión, en la observación melancólica de la «plenitud» tabulada de los otros es uno de los grandes méritos de esta novela. Como alguien que se disecciona lentamente para estudiar su fragilidad y luego traducirla en imágenes tan bellas como inclementes, Lo llamaré amor nos ofrece una mirada sofisticada y escandalosamente conmovedora.
Que lindo se leen las historias tristes cuando son ajenas, y como poetizan, cuando son compartidas. Pedro Lemus en esta novela pasa por abandonos que parecen heredarse, por brevísimos instantes de gloria que ahondan las heridas, por esperas que no terminan. Y así, describe su vida, la de ella, la tuya, la mía …
Qué belleza de debut de Pedro Carlos. Este libro tiene unas historias bonitas acompañadas de unas reflexiones desgarradoras y hermosas. Me gustó muchísimo, recomendado.
Un libro prometedor, con una escritura de destellos –luminosa, aún incipiente–, y, sin embargo, tedioso, trivial y autocomplaciente.
Tan empalagoso como para hacer decidir abandonarlo en la mitad y, sin embargo, tan atractivo como para leerlo –entre líneas– hasta la última página, intuyendo y armando el final. Fragmentos que flotan, como el discurso del amor.
Yo habría querido escribir un libro así. Pedro, el protagonista, escribe horóscopos en una revista cultural colombiana. No tiene idea de astrología y tampoco le importa, porque lo único que le interesa es que sus lectores lleguen a sentirse identificados con el texto. Pedro, el autor del libro, consigue lo que su protagonista quiere. En cada página, el lector siente que esta historia fue escrita para él y solo para él.
* Opiniones personales y conscientemente subjetivas:
-Simón hpta, descarado. Tenía que ser Géminis
- SI TE VAS SI TE VAS Y TE MARCHAS CON ESA BRUJA PEDAZO DE CUERO NO VUELVAS NUNCA MÁS, QUE NO ESTARÉ AQUÍ
-No todos los hombres, pero de alguna forma SIEMPRE UN HOMBRE HPTAAAAAAA
*Sobre la historia:
Margarita Rosa de Francisco encontró la manera más bella de resumir este libro: es una canción cantada entre paréntesis. Es la historia de alguien que ama a los hombres y que comprende que en esta sociedad lo común es que estos sean los abandónicos, como diría la argentina que le habla a Matías Galeto. Es también la historia de los espacios en los que habitan los corazones rotos y cómo el duelo está atravesado por esos espacios.
*Recomendaciones generales:
Recomiendo leer este libro entusadx porque te hace reflexionar sobre las propias heridas de la niñez y de cómo, desde una edad tan temprana, construimos lo que entendemos por amor a partir de las canciones, las novelas, las relaciones de nuestros padres y los primeros acercamientos amorosos.
Saber escribir no siempre significa saber contar una historia. Aunque hay fragmentos buenos, estos solo duran un párrafo antes de caer en lugares comunes. Entiendo las reseñas tan positivas, pero en sí, es una especie de autoficción disfrazada de novela, que no tiene una trama lo suficientemente sólida para sostenerse. Sí, se habla de desamor, soledad y situaciones familiares complejas (¡omg, me!!!), pero al final, es la historia de un joven promedio en Colombia, y si no hay algo que destaque, el resultado es un relato plano y unidimensional. Es mundano, hasta el punto de volverse aburrido. Sin embargo, es un primer libro sólido. Es curioso, porque siento que soy parte del público al que está dirigido; encontré muchos contrastes con experiencias propias, pero no funcionó para mí.
Entre saltos temporales y diferentes narradores, entre filosofía y poesía, se teje una historia llena de cotidianidad, detalles y asociaciones libres que llevan a hallazgos bellísimos con los que podemos sentirnos identificados. El tono de este libro me fue llevando de la mano a conocer al niño pequeño que ve a su madre sufrir por un hombre y al hombre que se enamora de alguien que se va. Con un estilo elegante y una historia en la que pasa mucho y a la vez nada, Lemus logra despertar emociones muy profundas y tórridas que se sienten, sacuden y nos permiten conectar con ese personaje principal. Qué gran lectura.
me cuesta mucho llorar en general, pero especialmente al leer. Tuve un single-tear-across-cheek moment al leer esta novela, así que eso la hace perfecta Fuera de broma, este libro es una pintura de dolor, paciencia y amor en tonos pastel. Increíble.
Gracias a mi esposa Sara por prestarme su copia. No te la voy a regresar
Me enamoro esta historia poco común entre lo que he leído últimamente; una historia de amor y a la vez de desamor, un relato de cómo atravesar ese desamor.
Que forma tan hermosa y bella de escribir la de Pedro Carlos Lemus, que preciosa su forma de transmitir desde las letras.
Todos le hemos escrito a algún “Simón”, pocas veces le hemos escrito a nuestra madre; pero sin duda con este libro hemos quedado con la sensación de escribir como forma de desahogo, también un desgarro a veces esperanzador.
Hace muchísimo que no leía algo tan humano, tan sincero. Es lo primero que leo de Pedro, y cierro el libro con ganas de más, con ganas de que me siga platicando de su historia con Simón, con la madre y el hombre. Gracias Pedro por poner en palabras los sentimientos que muchos no logramos expresar, sentí que hablaste por mí.
Uy, pero qué decepción con este libro. De verdad que me esperaba otra cosa. Creo que mi gran problema no es la escritura del autor que destaca por pulcra, precisa y creativa (el autor es editor, se nota). Mi problema es con la historia que cuenta. La historia de desamor suyo y de su mamá (desconozco la historia familiar, pero el personaje se llama igual que el autor) es muy meh. ¿Dónde quedó el desamor, el vacío, la desolación y desesperación del abandono? ¿Dónde la impotencia, los actos irrazonables, la insensatez? El libro me dejó indiferente, indolente a su pérdida. Le daría menos estrellas, pero lo único que destaca es la escritura. En fin, lo llamaré novela 🫠.
Me gustó mucho leer este libro y, como los lectores del horóscopo, intentar encontrar un mensaje oculto para mí. No pude evitarlo incluso luego de que el autor advirtiera de manera explicita que los horóscopos y los libros suelen tener ese efecto en la gente: el lector lee convencido de que hay un mensaje oculto para él, cuando lo cierto es que el mensaje – si es que existe– es para alguien más…
Es una confesión de amor muy linda que me hizo pensar mucho en lo que yo he decidido llamar amor. Lo recomiendo mucho.
Cuando Taylor dijo: "I like writing songs about douch-bags who cheat on me But I'm not gonna say that In my monologue I like writing their names into songs So that they're ashamed to go in public"
Pedro Carlos dijo: si quiero pero hagámoslo novela.
Pedro Carlos Lemus. 1995. Escritor colombiano. Lo llamaré amor. Random House. 2023. Una historia autobiográfica, su primera novela; una novela en dos tiempos, íntima, personal, introspectiva, en donde la ausencia irrumpe con toda su violencia y fuerza, el dolor, el sufrimiento, la vergüenza, las imposturas, los amores perdidos, la fuerza y el destino que marca el cómo nos llamamos, la identidad, la resignificación, el reconocimiento, la aceptación, la reconciliación, la reconstrucción, la redención. En suma, la vulnerabilidad de un ser humano. Una historia sobre la permanencia de aquellos a quienes amamos; la evocación, la fuerza del pensamiento, los instantes, las marcas indelebles. A esto y más, contenido en esta narración, el autor le llama amor. Resulta inevitable pensar en la definición del amor que un pasaje bíblico nos describe de esta manera: “Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada. El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.” Y esto subyace en este relato. Definitivamente un libro que hay que leer y un autor a seguir.
Una novela muy cercana, muy bonita y muy personal para mí que también crecí en el mundo de la espera. Un mundo donde solo estábamos nosotros y nuestras mamás
Un amor pequeño se hace épico en la escritura de Pedro Carlos. En esta historia de pobres gestos, señales mixtas y la rotunda indiferencia de su enamorado, aparece un relato más emocionante: la infancia y adolescencia del escritor, la relación con su madre a través de canciones románticas y la sombra del padre casi ausente, imágenes del amor que hacen eco en el presente.
Es notoria la influencia de Carolina Sanín en su estilo, en la forma de establecer conexiones/coincidencias, y en la poesía -tan delicada como afilada- impregnando cada párrafo. Lamentablemente esa influencia se me hace muy molesta ahora que Sanín me produce una sensación tan cercana al asco por las opiniones transfóbicas, clasistas, sionistas que escupe a cada rato. Pero creo que Pedro sabrá separarse de ese tono que imita y hacer obras aun más brillantes. Aquí tiene ya momentos muy luminosos.
Poético y filosófico, sin pretenderlo, el autor nos abre las puertas de su memoria y en ese ejercicio íntimo, primero, nos hace desear tener el corazón roto y, luego, en efecto, nos lo rompe. Hay que leerlo y sentirlo.
Me sentí conmovida con este libro desde la primera página. Las imágenes que evoca entre reflexiones, recuerdos e historias son tan hermosas, como por momentos desgarradoras.
Una carta de amor de las que hemos querido escribir alguna vez. Una historia de vida conmovedora y honesta. Gracias al autor por compartir y a todos los "simones" de la vida que terminan por inspirar este tipo de historias y hacernos más fuertes.
Esta novela cuenta todo sin tener que decirlo todo. La sentí familiar, es buena representante como voz de una generación de niñas y niños que se proponen amar mejor mejor de lo que lo hicieron sus padres, sin necesariamente lograrlo. Me conmovió, y me quedo con dos ideas de esa conmoción: la idea de que la dignidad imprime en ciertas personas la necesidad de irte cuando alguien se va de ti y una sentencia que dice algo como. Adquirí la seriedad de quienes han perdido. Puede ser una inda novela para quien se está mudando, y da un buen matiz de una vivencia de duelo romántico sin detenerse demasiado en los detalles propios, pero regresándose una y otra vez al recuerdo del divorcio de los padres. Me gustó mucho.
1. Enamorarse se debe sentir como quedar ciego, pero al revés. 2. El amor, a diferencia del dolor o de los traumas, no se hereda. Una generación no le puede legar a otra su "amor", porque el amor es una condición del presente y se renueva día a día. 3. Las personas enamoradas perciben los efectos de la luz sobre los objetos y las superficies de una forma diferente a como la perciben quienes no están enamoradas. Debe ser por eso que se escriben tantas canciones, poemas, novelas y ensayos a los astros en nombre del amor.
El abandono y la deconstrucción a partir del recuerdo claro y melancólico de un deseo inconcluso: el del amor; ese que nos impulsa a cambiar para y por el otro, pero que no llegan a ver la metamorfosis por su partida temprana y a veces egoísta.
< Escucho al poeta cantar que hay una grieta en cada cosa y que por allí, a través de la grieta, es que entra la luz. No me consuela: ¿la luz siempre duele? >