Agustin's first novel, La Tumba (The Tomb) was the brief but provocative story of a Mexican upperclass teen, deemed indecent by the public but gathering praise from older writers. This and his most famous work, De Perfil (Profile view), a fast and detailed view of three days in the main character's life, show stylistic similarities to James Joyce's work, especially A Portrait of the Artist as a Young Man.
He was considered a member of the so-called Onda literature, onda (wave) being slang for current and fashionable views in the eyes of young people.
A common technique in his work is mixing character's speech with narrative, without making any kind of distinction,(free indirect discourse). Thus the reader finds a long dialogue written in a single sentence,and is expected to realize which character is speaking as he reads the words. He also makes use of the stream of consciousness technique.
Lo leí de una sentada en uno de los peores días de mi vida, sentado en la banqueta de uno de los principales boulevares de Guadalajara. Por un momento, tuvo el poder de hacerme olvidar la mierda que estaba pasando. Es monstruoso y toca lo más profundo de tus intestinos. La novela mejor lograda de José Agustín, en mi opinión.
No es una novela fácil... Su estructura onírica es desconcertante, dentro de este estilo narrativo todo es posible, los acontecimientos son anárquicos, no se necesita justificar nada, las escenas son ambiguas, no requieren explicaciones ni preámbulos , así suceden las cosas, aparecen y se desvanecen, sin embargo, el autor atrapa la atención del lector desde el principio, a través del anécdota, un thriller, un misterio que el lector debe resolver, a través de descifrar cada sueño, dejarse llevar por el absurdo con la esperanza de poder armar el rompecabezas, dar “sentido” a lo que los “sentidos” no logran entender.
Un libro difícil, que solo es posible gracias al talento narrativo de José Agustín, a su prosa fácil llena de ritmo. Lo absurdo, lo difícil de contar fluye fácil, nos lleva de la mano por un camino en que la trama nos volverá a confundir y a exasperar.
Admito que lo leí hace meses, y su lectura me fue complicada, es laborioso seguir el hilo de lo onírica que se va tornando la historia, sin embargo, la serie de relatos bien concatenados, cada uno con su esencia y su toque personal son maravillosamente concluidos y profundos. José Agustín no se cansa de perfeccionar su estilo ondero y tan ágil. Cerca del Fuego es adentrarse al horno donde sabes que saldrás confuso y apasionado de la lectura y querrás más lecturas como esta. El libro es una odisea homérica en busca del pasado, Lucio va descendiendo al inframundo para adentrarse a lo más profundo de los últimos años de un México caótico, en pedazos. Seis años perdidos en la memoria, un sexenio catastrófico para México. Con una trama que se va como agua en mano, los instantes narrados son fotogramas de una película titubeante y acelerada. Por otro lado, nuestro querido José Agustín, cual Almodóvar, hambriento de historias, encuentra la narrativa adecuada en las notas de un periódico que inspira a tan conmovedor libro. Los personajes que se va conociendo Lucio en el camino son los guías que lo orientan al eje del deseo, la tan preciada memoria que se pierde tras la locura creativa de escribir, esa que carcome al creador frenético de su ambiciosa novela. Considero que toda esta historia es una metáfora a la vida de José Agustín, quizás perdió la cabeza, entre tanta precisión y tantas voces, redactando las últimas páginas de esta ávida novela.
¿Es el proceso creativo del escritor una cadena de pesadillas? Una novela sobre la locura, los sueños y la escritura. Un Pedro Páramo que se busca a sí mismo y que se mete ácidos con Jung y Dylan antes de jugar el partido de futbol literario mas pacheco de la historia.
Es una gran novela política, no solo por la profunda crítica hacia un sistema político que se ha validado a sí mismo a través de la violencia física y simbólica, sino también porque entraña la posibilidad de la resistencia a través del discurso contracultural que tanto ha caracterizado a la narrativa de José Agustín desde sus inicios. Eso por una parte, y por la otra, la prosa de la novela retrata de forma verosímil el hablar de las diferentes clases populares de la Ciudad de México. A mi parecer, ese retrato de la violencia y la banalidad en los sectores populares es una joya literaria que muy pocos podrían sostener en sus dedos.
En muchos sentidos, la novela sigue más vigente que nunca; la alienación, el abuso de sustancias, la violencia extrema aplicada por parte del gobierno y sus funcionarios hacia los más vulnerables hacen de Cerca del fuego una de las mejores representaciones del espíritu mexicano de la época. Y no, no es ningún refrito de Carlos Fuentes, y eso hay que agradecerlo, aunque en sus peores momentos esta novelita se sentía como La cabeza de la hidra en ácido lisérgico. Es decir, la novela es un thriller político que te puede malviajar bastante feo si no estás acostumbrado a este tipo de experiencias.
"El fragor me cubrió, me sacó por completo del padecer, y me di cuenta de que ese ruido en movimiento incesante, que todo lo abarcaba, eran las aguas del río que avanzaba estruendoso allá abajo en la barranca; era agua viva, agua permanente, agua ígnea, milagrosa, agua para mi alma, no sólo desvanecía los linderos de la locura, el ombligo del demonio, sino que penetraba en mí, me volvía parte de él, mis venas eran corrientes cuyo ruido se elevaba a un estrépito jubiloso, el goce más intolerable, yo era el agua y el agua no se moja, no se ahoga, ¿puede quemarse el fuego? Esa corriente era la esencia de mi identidad. "
Esta sí me costó más. Se nota mucho que José Agustín está en su desenfreno creativo más grande, y lo admiro muchísimo. Todo iba increíble hasta Gran Hotel Cosmos y ahí la cosa se me puso complicada. Luego me fluyó mejor, el siguiente capítulo me encantó y todo hasta cuando acaba Blanco fue buenísimo. Luego llega Rojo y todo bien hasta Fuego Perfecto, que no dudo de la brillantez de su prosa, pero la narración de juegos deportivos, como sean, siempre me dan mucha hueva. Igual es buenísima, casi todo de aquí me encantó, José Agustín sigue posicionándose como uno de mis favoritos, una lástima que se nos haya ido de lo terrenal.
Ni hablar, José Agustín ya lo dijo todo en ese Apéndice maravilloso de 20 páginas en las que no solo explica la novela en si si no los motivos detrás de esta. Laberinto dentro de laberinto, sueño dentro dentro sueño, historia dentro de otra, sueño dentro de otro sueño. Escribir por el placer de escribir, irse a dormir por el placer de soñar, de imaginar. Ligeramente tedioso e insoportable por partes, como el partido de béisbol, de una belleza dolorosa como la idea que subyace detrás del sexenio de amnesia.
Pasé de La Tumba a Cerca del fuego, los únicos dos libros que he leído de José Agustín. Siento que me perdí de algo en medio, que no he descubierto el proceso creativo que pasó para escribir de forma tan distinta ¿se puede reducir todo a la diferencia de edad del autor entre novelas?
Es una obra monumental, por algo dicen los que saben que es la obra más ambiciosa del autor, y donde alcanza su mayor madurez como narrador. Lo cierto es que es extraordinaria, repleta de referencias culturales muy mexicanas, literarias, cinéfilas, musicales y hasta deportivas. Un buen retrato de la vida en la ciudad de México y en el país, que, pese a tener más de cuarenta años de haber sido escrita, sigue tan vigente como nunca. Además de todo es una novela muy divertida. Aquí les dejo un pedacito:
“El camión había llegado repleto, pero aun así nos metimos más de quince. Subí en él, más bien: me empujaron. Me deslicé al interior, fui uno con la señora que decía ¡ay Dios, si esto parece el metro!, y recordé que antes los autobuses repletos me causaban nauseas, deseos frenéticos de vomitar, uta pinche vieja, si quiere ir cómoda por qué no toma taxi. Cómo taxi joven, si no soy millonaria. Ora todos somos millonarios, rio alguien. Ay qué vida más amarga, dijo (sonriente) un estudiante de medicina que se parecía a Paul McCartney. Yo miraba con avidez, entregado al placer calientito de sentir tantos cuerpos, tantas respiraciones, tantas voces tan próximas que parecían salir de mi propia cabeza. La vida es dulce para todos, recordé, pero para quien vive muchas vidas en una es aún más dulce.”
La idea de la novela, la idea que parecía central al lector (a mi) de la novela, la del hombre que ha perdido la memoria de los últimos seis años, llevaba buen camino. Leyendo el epílogo me doy cuenta de que en realidad no se trataba de la idea central, sino de una especie de columna que sostiene o estante que alberga una serie de relatos muy dispares en sentido y forma. No tengo prejuicios negativos sobre este tipo de novelas experimentales o 'raras', he leído algunas que son muy deleitables, pero me da la impresión de que esta novela se queda a medio camino entre dos estéticas o quizá varias estéticas novelísticas diferentes que no terminan de amalgamarse (quizá esa sea la insatisfacción que dice tener el autor sobre su novela). Sin embargo, rescata la calidad de la novela la capacidad que tiene Agustín de relatar el detalle; la observación de la realidad del día a día y aun de lo fabuloso. Es un escritor muy perspicaz y varios de los relatos que narra son extraordinarios aunque la novela, a mi gusto, no lo sea.