Provocador. Esa es una buena forma de definir al autor, y aquí se nota. A Portales hay que cuestionarlo no por mera ideología sino para entender de dónde viene el comportamiento idiosincratico de los chilenos. Leí la reedición de este libro y sí debo hacer la misma crítica que en El Chile Perplejo reeditado: el último capítulo donde se hace cargo de las críticas es innecesario.