En La Conspiración Leviatán, Joseph Portnoj Gaj logra un equilibrio raro y admirable: una novela profundamente política que nunca abandona su corazón humano. Ambientada en los laberintos del poder internacional, el espionaje y las guerras ideológicas del siglo XX y XXI, la obra combina el rigor histórico con la fuerza narrativa del thriller cinematográfico. El Leviatán —esa entidad simbólica que representa el poder total, el mal sistémico o la deshumanización del control global— sirve como hilo conductor de una trama coral que atraviesa países, religiones y generaciones. Lo que Portnoj Gaj construye no es solo una novela de conspiraciones, sino una autopsia moral del poder contemporáneo. Con un estilo visual, casi fílmico, el autor logra que el lector “vea” cada escena: el polvo y calor de Managua bajo Somoza, la humedad de las selvas centroamericanas, las sombras de los despachos donde agentes de la CIA, la KGB o el Mossad manipulan el destino de pueblos enteros. Pero bajo el espionaje y la geopolítica late otra historia: la de los hombres y mujeres que creen servir una causa, solo para descubrir que esa causa los devora. La Conspiración Leviatán no tiene héroes ni villanos absolutos. Su fuerza reside en esa zona gris donde se cruzan la fe, la ideología y la culpa. Cada personaje es un espejo de la humanidad atrapada en la maquinaria del poder. Literariamente, la obra combina la ambición de El Padrino con la inteligencia de Tinker Tailor Soldier Spy, pero con una mirada latinoamericana y judía única, tan íntima como universal. Portnoj Gaj demuestra que la gran novela política puede ser una exploración del alma.
Ambientada en los laberintos del poder internacional, el espionaje y las guerras ideológicas del siglo XX y XXI, la obra combina el rigor histórico con la fuerza narrativa del thriller cinematográfico.
El Leviatán —esa entidad simbólica que representa el poder total, el mal sistémico o la deshumanización del control global— sirve como hilo conductor de una trama coral que atraviesa países, religiones y generaciones. Lo que Portnoj Gaj construye no es solo una novela de conspiraciones, sino una autopsia moral del poder contemporáneo.
Con un estilo visual, casi fílmico, el autor logra que el lector “vea” cada escena: el polvo y calor de Managua bajo Somoza, la humedad de las selvas centroamericanas, las sombras de los despachos donde agentes de la CIA, la KGB o el Mossad manipulan el destino de pueblos enteros.
Pero bajo el espionaje y la geopolítica late otra historia: la de los hombres y mujeres que creen servir una causa, solo para descubrir que esa causa los devora.
La Conspiración Leviatán no tiene héroes ni villanos absolutos. Su fuerza reside en esa zona gris donde se cruzan la fe, la ideología y la culpa. Cada personaje es un espejo de la humanidad atrapada en la maquinaria del poder.
Literariamente, la obra combina la ambición de El Padrino con la inteligencia de Tinker Tailor Soldier Spy, pero con una mirada latinoamericana y judía única, tan íntima como universal.
Portnoj Gaj demuestra que la gran novela política puede ser una exploración del alma.