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Ficción > Las ficciones de Borges

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message 1: by Héctor (last edited Jan 31, 2008 09:40PM) (new)

Héctor La obra de Borges abunda en esos personajes subalternos, un poco oscuros, que siguen como sombras el rastro de una obra o un personaje más luminosos. Traductores, exégetas, anotadores de textos sagrados, intérpretes, bibliotecarios, incluso laderos de guapos y cuchilleros: Borges define una verdadera ética de la subordinación en esa galería de criaturas anónimas, centinelas que custodian día y noche vidas, destinos y sentidos ajenos, condenados a una fidelidad esclava o, en el mejor de los casos, al milagro de una traición redentora. Ser una nota al pie de ese texto que es la vida de otro: ¿no es esa vocación parásita, a la vez irritante y admirable, mezquina y radical, la que prevalece casi siempre en las mejores ficciones de Borges? ¿No es bajo el impulso de esa pasión extraña -someterse a otro, seguir su rastro, ser nada más que su eco- como Erik Lönrot sale tras los pasos de Red Scharlach, como Vincent Moon vende al héroe de la resistencia irlandesa al que admira, como Benjamín Otálora imita y pretende suplantar a Acevedo Bandeira y finalmente muere? Y Pierre Menard, que corona una larga serie de sumisiones literarias (traducciones, prefacios, trasposiciones, réplicas) escribiendo de nuevo unos capítulos del Quijote, ¿qué es Pierre Menard si no el colmo del escritor-parásito, el iluminado que lleva la vocación subordinada a su cima y a su extinción?. Este desfile de dependientes no es raro. A lo largo de su carrera, el mismo Borges no desaprovechó ocasión para desempeñar ese papel. Los años multiplican sin cansarse las figuras del parásito: Borges traductor, anotador, prologuista, antólogo, comentarista, reseñador de libros... Una importantísima dimensión de la obra borgeana se juega en esa relación en la que el escritor llega siempre después, en segundo término, para leer, o comentar, o traducir, o introducir una obra o un escritor que aparecen como primeros, como originales. Es uno de los axiomas básicos en los que descansa la política borgeana: original siempre es el otro.

Alan Pauls, El factor Borges. Ed. Anagrama, 2004.


message 2: by Héctor (last edited Jan 31, 2008 10:14PM) (new)

Héctor Los grandes relatos de Borges giran sobre la incertidumbre del recuerdo personal, sobre la vida perdida y la experiencia artificial. La clave de este universo paranoico no es la amnesia y el olvido, sino la manipulación de la memoria y de la identidad. Tenemos la sensación de habernos extraviado en una red que remite a un centro cuya sola arquitectura es malvada. En ese punto se define la política en la ficción de Borges. Basta leer La lotería en Babilonia para percibir que la función del Estado como aparato de vigilancia, la función de lo que suele llamarse la inteligencia del Estado, es la de inventar y construir una memoria incierta y una experiencia impersonal. ("Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles.") La figura vanidosa y vengativa de Scharlach el Dandy en La muerte y la brújula (que parece el espejo donde se irá a reflejar el Joker de Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton) es un modelo barroco de este nuevo tipo de conciencia. El héroe vive en la pura representación, sin nada personal, sin identidad. Héroe es el que se pliega al estereotipo, el que se inventa una memoria artificial y una vida falsa. Esa disolución de la subjetividad es el tema de Deutsches Requiem, su extraordinario relato sobre el nazismo. La confesión del admirable (del aborrecible) Otto Dietrich zur Linde es en realidad una profecía, una descripción anticipada del mundo en que vivimos. "Quienes sepan oírme, comprenderán la historia de Alemania y la futura historia del mundo. Yo sé que casos como el mío, excepcionales y asombrosos ahora, serán muy en breve triviales. Mañana moriré, pero soy un símbolo de las generaciones del porvenir."
La cultura de masas (o mejor sería decir la política de masas) ha sido vista con toda claridad por Borges como una máquina de producir recuerdos falsos y experiencias impersonales. Todos sienten lo mismo y recuerdan lo mismo y lo que sienten y recuerdan no es lo que han vivido.

Ricardo Piglia, Formas breves. Temas Grupo Editorial, 1999.


message 3: by Héctor (new)

Héctor Otro cuento ejemplar, y mucho más importante y asombroso, es Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, publicado por primera vez en 1940, en la revista Sur, y recogido, al cabo, en Ficciones (1944), su libro de narraciones más celebrado y perfecto. La historia es una de las que consagraron a Borges: la referencia, en una enciclopedia pirática, a Uqbar, un país inexistente, lleva al descubrimiento de otra enciclopedia, secreta, en la que se describe a Tlön, un mundo que no es la Tierra y al que pertenecen Uqbar y un sinnúmero de prodigios. Todo resulta, de acuerdo con una posdata, un engaño perpetrado por un grupo de filósofos del siglo XVIII, y llevado a término por un millonario norteamericano. Pero esa misma posdata está fechada en 1947, después de su fecha de publicación original, y refiere cómo, poco a poco, ciertos objetos de Tlön aparecen en nuestro mundo y comienzan a transformarlo. Al final, se nos dice, el mundo será Tlön, y la humanidad entera se rendirá con entusiasmo a la invasión. El cuento no es de ciencia ficción tan sólo por el juego de las fechas. También, porque, sin invocar postulados de las ciencias exactas, examina y especula sobre dos temas centrales que luego tocarían, entre muchos otros, Philip K. Dick, Ursula K. LeGuin y J. G. Ballard: : la naturaleza cambiante de la realidad: la forma en la que cada ser humano, al construirse o aprender un sistema para comprender el universo, la recrea, o la transforma, con el pensamiento. La gente vuelve falsa la historia “verdadera” al desecharla en favor de la de Tlön (que Borges llama “armoniosa” y “llena de episodios conmovedores”). El pasado, dicen los seres humanos, es lo que creemos que sucedió. Y el que nadie se oponga a la sustitución se explica porque Tlön, a pesar de su complejidad, es una obra humana, finita, aprehensible; una obra, por lo tanto, más fácil de aceptar que el mundo caótico que nos proponen la ciencia y el racionalismo, y que está ordenado “de acuerdo a leyes divinas —traduzco: a leyes inhumanas”. Tlön embelesa porque su apariencia de orden permite imaginar sin miedo el Universo. Borges, por supuesto, concluye su cuento amargamente, insinuando que ese orden tranquilizador es, también, la de las dictaduras: el universo es más complejo que el ser humano, y ceñirlo a nuestros propios límites sólo consigue disminuirnos.

Alberto Chimal, Borges y la ciencia ficción. Revista Red Literaria.


message 4: by Héctor (new)

Héctor Video animado del cuento de Borges:

Borges - Emma Zunz


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