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October 14, 2023 - May 18, 2025
El filósofo español Ortega y Gasset afirmó que el hombre «no tiene naturaleza, lo que tiene es historia».[175]
A falta de una historia nacional, Lee Kuan Yew inventó la naturaleza de Singapur a partir de su visión del futuro y escribió su historia sobre la marcha.
«Fueron las circunstancias las que me crearon»,
su educación en una familia china tradicional era lo que explicaba su personalidad y le había convertido en «un confuciano inconsciente»:[178]
sobre todo un «buen ciudadano leal a su emperador».[180]
Lee nunca me invitó a su casa; tampoco he conocido ni he oído hablar de alguien que recibiera ese gesto;
Schmidt, que casualmente compartía el desdén de Lee por las conversaciones triviales,
la querida esposa y compañera de Lee durante sesenta años, sufrió un derrame cerebral
Lee se sentaba junto a su cama para leerle en voz alta libros
inició una serie de conversaciones telefónicas conmigo en las que hizo referencia a su duelo, y en concreto al vacío que había dejado en su vida la muerte de su esposa.
Lee dejó que lo significativo hablara por sí mismo; la elaboración verbal solo disminuiría su importancia.
Lee Kuan Yew murió en marzo de 2015, veinticinco años después de dejar el cargo de primer ministro,
Lee quería que su legado inspirara el progreso,
pidió que su casa de Oxley Road fuera demolida tras su muerte, para evitar que se convirtiera en un santuario conmemorativo.[186]
«Todo lo que puedo hacer —dijo a un entrevistador— es asegurarme de que, cuando me vaya, las instituciones sean buenas, sólidas, limpias y eficientes,
Citando un proverbio chino —un hombre no puede ser juzgado hasta que su ataúd esté cerrado—,
El orden mundial actual está siendo desafiado al mismo tiempo desde dos frentes: el desmoronamiento de regiones enteras en las que las pasiones sectarias han desbordado las estructuras tradicionales y la intensificación del antagonismo entre grandes potencias cuyas reivindicaciones de legitimidad entran en conflicto.
La obra de su vida es un testimonio de la posibilidad de evocar el progreso y un orden sostenible a partir de las condiciones menos prometedoras.
su liderazgo ilustra que los mejores determinantes del destino de una sociedad no son ni su riqueza material ni otras medidas convencionales de poder, sino la calidad de su pueblo y la visión de sus líderes.
«Si solo eres realista, te vuelves pedestre, plebeyo, y fracasarás. Por lo tanto, debes ser capaz de elevarte por encima de la realidad y decir: “Esto también es posible”».[190]
Pocos líderes definen la época en la que gobiernan.
El Reino Unido que surgió gracias a su liderazgo fue, a ojos del mundo, un país renovado y optimista y, para Estados Unidos, un socio fiable durante los últimos años de la Guerra Fría.
En todos los sentidos, era una completa outsider.
Sus éxitos solo pueden entenderse gracias a su fortaleza personal.
«Lo notable no es su originalidad, sino su implementación. La valentía política no reside en ponerlas en práctica, sino en crear las condiciones que hacen posible ponerlas en práctica».[1]
Los estadounidenses tienden a ver su sistema presidencial como una sucesión de líderes.
Los presidentes ganaban las elecciones intuyendo cuáles eran esas preferencias, defendiéndolas y proyectándolas en el futuro.
Los partidos políticos británicos, por el contrario, están rigurosamente institucionalizados; una victoria electoral sirve, primero, para dar al partido poder en el Parlamento y para, como consecuencia de lo anterior, elegir a un nuevo primer ministro.
el sistema de gabinete británico da más importancia a los ministros,
Los primeros ministros británicos no solo son vulnerables durante las elecciones generales, también pueden ser destituidos por un voto de confianza en el Parlamento o un motín dentro del partido.
Thatcher se convirtió así en la candidata por defecto de la derecha y la preferida, aunque con cierto recelo, por el centro.
convirtiéndose en la primera mujer líder de un gran partido europeo.
«Ganar [...] la cualidad de ganar».
Y un poder que se apoye en una amplia distribución de la propiedad privada entre los ciudadanos y los súbditos y no en manos del Estado».[3]
la creencia generalizada de que los mejores días del país ya habían pasado.
En 1945, Reino Unido había salido victorioso tras seis años de guerra, pero estaba exhausto y arruinado.
Reino Unido sufrió la humillación de que se cancelara el generoso programa de Préstamos y Arriendo de Estados Unidos y se sustituyera por un préstamo con condiciones comerciales que no se podía permitir.
La lección perdurable que aprendieron muchos miembros de la clase política británica fue que en el futuro nunca harían enfadar a los estadounidenses.
Reino Unido demostró una confusión respecto a su identidad general
Harold Macmillan, decidió embarcar a Reino Unido en un rumbo proeuropeo,[6]
En 1963, y de nuevo en 1967, Reino Unido buscó unirse tardíamente a la Comunidad Económica Europea (CEE), pero descubrió que el presidente francés Charles de Gaulle había vetado su intento.
Reino Unido había «perdido un imperio, pero todavía no ha encontrado un papel»[7]
La entrada de Reino Unido en la CEE en 1973 fue el mayor logro de Heath, pero también supuso un obstáculo a las relaciones entre Estados Unidos y Reino Unido.
creyeron en una capacidad de disuasión nuclear británica independiente.
Las inseguridades que Reino Unido mostró en su política exterior durante este periodo se agravaron con el escándalo Watergate,
Los soviéticos aprovecharon la oportunidad y se embarcaron en un renovado aventurerismo.
Europa, por lo tanto, confió en buena medida su doctrina de defensa a la viabilidad del «paraguas nuclear» estadounidense.
La respuesta más significativa fue el despliegue de misiles balísticos estadounidenses de alcance intermedio en suelo europeo, un anatema para el movimiento por el desarme nuclear.[10]
En la década de 1970, con todo, el mayor reto de Reino Unido era su economía moribunda.
se restringió el uso comercial de la electricidad a tres días por semana,

