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January 1, 2024 - March 3, 2025
Un soldado lo describió como «la personalización del Sherlock Holmes de las historias de ficción: altivo, viril, cara limpia que servía de marco a un brillante y penetrante par de ojos… como un detective del alma».
Independientemente de cuáles sean los cambios que Dios ha hecho en ti, no dependas de ellos.
Todas nuestras promesas y resoluciones terminan mal porque no tenemos fuerza para cumplirlas.
Revelará innumerables afectos por personas o deseos equivocados; cosas que jamás repararíamos si Él no nos hubiera llamado a solas.
Hay diferentes áreas de resistencia, testarudez e ignorancia que el Espíritu Santo debe revelar en cada uno de nosotros;
Dios me lleva hacia una relación adecuada con Él, a fin de que pueda entender su llamamiento y, a continuación, servirlo motivado por amor absoluto.
Siempre es posible percibir cuando una persona ha estado contemplando la gloria de Dios, porque en lo profundo de nuestro ser, sentimos que refleja el carácter del Señor.
Mientras nuestros ojos estén enfocados en nuestra propia santidad, nunca nos acercaremos a la plena realidad de la redención. Muchos obreros cristianos fracasan porque ponen el deseo personal de su propia santidad por encima del deseo de conocer a Dios.
La concupiscencia significa: «¡Debo tenerlo ya!». La concupiscencia espiritual me hace exigirle a Dios una respuesta en vez de buscarlo a Él mismo, que es quien da la respuesta.
Mi vida de servicio a Dios es la manera en que le doy las gracias por la inefable maravilla de su salvación.
Siempre que nos damos cuenta de que no hemos aprovechado una magnífica oportunidad, estamos preparados para hundirnos en la desesperación.
Debemos tener cuidado, sin embargo, de no caer en fantasías después de que Dios haya hablado.
Si nos dedicamos a la causa de la humanidad, seremos rápidamente vencidos y defraudados porque nos enfrentaremos con frecuencia a la enorme ingratitud de otras personas. Sin embargo, si nos motiva nuestro amor a Dios, no habrá ingratitud suficiente para impedir que nos sirvamos unos a otros.
El mayor enemigo de la vida de fe en Dios no es el pecado, sino las buenas elecciones que no son suficientemente buenas.
Lo bueno siempre es enemigo de lo mejor.
Reconocemos a Dios en algunas circunstancias, y a continuación, nos miramos a nosotros mismos y nos hundimos.
Lo único que es mejor que hacer lo justo es ser justo.
El Señor no cambia la naturaleza humana; Él modifica su fuente, y con ello, también sus motivaciones.
Ahí es donde realmente se libra la batalla: en el reino de tu voluntad.
Pídele al Señor que ponga conciencia de sí mismo en ti, y la conciencia de ti mismo desaparecerá. Entonces, para ti, Él lo será todo en todo.
Decir que «la oración cambia las cosas» no es tan cercano a la verdad como decir: «La oración me cambia, y luego yo cambio las cosas». Dios ha establecido las cosas para que la oración, sobre la base de la redención, cambie la forma en que una persona las contempla.
el sentido común no es fe, y viceversa.
Es la obra que Dios hace a través de nosotros lo que cuenta, no lo que nosotros hacemos por Él.
Incluso lo más pequeño que permitimos en nuestra vida que no está bajo el control del Espíritu Santo es completamente suficiente para producir confusión espiritual; y pasar todo nuestro tiempo pensando en ello nunca lo aclarará. La confusión espiritual solo puede ser superada por medio de la obediencia. Tan pronto como obedecemos, tenemos discernimiento.
La tentación llega hasta mí y me sugiere un posible atajo para la realización de mi meta más alta; no me dirige hacia lo que sé que es malo, sino hacia lo que entiendo que es bueno. La tentación es algo que me confunde por un tiempo, y no sé si algo está bien o mal.
La naturaleza del pecado no es inmoralidad y maldad, sino la naturaleza de la autorrealización que nos lleva a decir: «Yo soy mi propio dios». Esta naturaleza puede mostrarse a través de la moralidad adecuada o la inmoralidad inapropiada, pero siempre tiene una base común: mi derecho a mí mismo.
«No te regocijes en el servicio exitoso; el gran secreto del gozo es que tienes la relación correcta conmigo» (ver Lucas 10:17-20).
Llegamos a la verdad de Dios, confesamos que estamos equivocados, pero reincidimos. Luego, nos acercamos de nuevo y retrocedemos, hasta que terminamos dándonos cuenta de que no sirve para nada.
Si simplemente predicamos los efectos de la redención en la vida humana en lugar de la verdad revelada y divina sobre Jesús mismo, el resultado no es un nuevo nacimiento en aquellos que escuchan. El resultado es un estilo de vida religioso refinado, y el Espíritu de Dios no puede dar testimonio de ese nuevo nacimiento porque tal predicación está en un reino que no es el suyo.
Y el sacrificio tiene que realizarse a través de nuestra voluntad antes de que lo llevemos a cabo realmente.
En comparación con el milagro del perdón de pecado, la experiencia de la santificación es pequeña. La santificación es simplemente la maravillosa expresión o evidencia del perdón de los pecados en una vida humana.
Si una persona no puede acudir a Dios, es porque oculta algo a lo que no piensa renunciar; puede admitir su pecado, pero no tiene la menor intención de renunciar a ello.

